Brain Rot, publicado por Planeta Cómic, nos propone un viaje a caballo entre el misterio, el humor y los memes. Una apuesta arriesgada porque ancla sus referencias en un contexto (y nicho) muy concreto que ni envejecerá bien, ni todo el público entenderá.
«Anda ya, eso no tiene ni pies ni cabeza«
En el cómic co-creado por Fernando Llor y Carles Dalmau (que es uno de los artistas de Cult of the Lamb) cabe de todo: desde alienígenas a zombis (como Vega, la protagonista), homenajes al «maldito» Hotel Overlook, personajes hechos de globos o criptobros. En el mundo de Brain Rot cabe de todo. Una mezcla imposible de códigos y realidades de las que Dalmau saca provecho con su característico estilo cartoon. Un dibujo de trazo aparentemente sencillo y de una expresividad tremenda, como bien ilustra el diseño de McCoy, compañero de Vera y segundo personaje en importancia.
A nivel argumental, la historia firmada por Llor presenta a una pareja de investigadores (Vega y McCoy) especializados en desmontar misterios de carácter paranormal. En plena crisis existencial de Vega, les llega el encargo de descubrir el misterio tras un montón de sucesos extraños en el Hotel Miramar. Allí nuestros protagonistas dan con la pintoresca plantilla del recinto y sus no menos disparatos huéspedes. Los autores proponen un colorido reparto que no sabe lo que es la templanza, lo que supone el caldo perfecto para los gags y el humor.
La cosa se tuerce cuando hemos de meternos en el misterio que nos ha llevado (a lectores y protagonistas) al Hotel Miramar. Ese «cabe de todo» se aplica también al misterio, lo que se traduce en una indefinición del mismo y la inevitable dispersión del foco de la aventura.
El gran problema que presenta Brain Rot, sin embargo, radica en lo gratuito de su resolución, tomando por tontos a los lectores. Porque una cosa es jugar al despiste u ofrecer pistas falsas, pero siguiendo una lógica que se advierte con complicidad en siguientes lecturas; y otra sacarse un conejo de la chistera. Imaginaos que en Asesinato en el Orient Express el asesino fuera el taquillero de la estación o en El nombre de la rosa el criminal fuera un pobre campesino. Ese sinsentido es el que propone Llor, en un perfecto deux ex machina que intenta justificar con un forzado flashback.
Un buen whodunit o misterio se construye a partir de detalles (sutiles o más evidentes) y siguiendo una coherencia que cobra significado cuando tenemos todas las piezas. Y aquí, por desgracia, no tenemos nada de eso, sino que cuando se descubre la identidad del culpable este nos retrotrae a unos hechos del pasado de los que no hemos sabido nada hasta ese preciso momento. El misterio de Brain Rot parte de una información desconocida.
Así, la sensación con la que uno acaba la lectura es de ser una propuesta desaprovechada. Un dibujo con personalidad y una historia que va dando bandazos y que no sabe gestionar los códigos del género. Quedan, eso sí, unos personajes con suficiente carisma como para protagonizar diferentes aventuras. En tal caso, lo ideal también sería desprenderse de ganchos y referencias «de actualidad» que nadie recordará de aquí a cinco años, o la menos no darle tanto peso argumental para no provocar una desconexión en parte del público.

Deja un comentario: