Diez años después, la historia más larga y exitosa llevada al cine llega a su fin y lo hace de la mano de una película repleta de altibajos, pero que echa el cierre a la saga de una manera más que honorable y espectacular y que, incluso, se atreve a mejorar en algunos aspectos la historia original.
Mucha prisa:
Mucha prisa por llegar al enfrentamiento final. Esto es lo que desprende esta cinta por los cuatro costados. Tanta que la primera mitad de la película pasa sin pena ni gloria (y eso que cuenta con un más que espectacular paseo en dragón) y llega a incurrir en numerosas incoherencias, aunque algunas no son tales pero requieren que el espectador se haya leído la novela para ser comprendidas (lo cual tiene el mismo resultado que una incoherencia pura y dura). Hablamos de personajes que aparecen en escena sin saber de dónde vienen, de motivaciones poco o nada explicadas o creíbles… Da la impresión de que la película haya salido excesivamente larga y haya habido que cortar escenas enteras, pero, de ser así, los cortes no son nada limpios y la película sangra cada vez que llega a uno de ellos.
La batalla final:
Seamos sinceros: J.K. Rowling no es J.R.R. Tolkien ni George R.R. Martin. Tuvo una gran idea hace ya casi 15 años y la plasmó en una serie de novelas que han hecho historia dentro de la literatura actual, pero no es una buena narradora de batallas, ni tan siquiera de duelos. Debido a esto, la manera que tiene de contar las cosas en su última novela no evoca tan bien como muchos habrían querido el fragor de una batalla, en este aspecto los mortífagos parecen tener mucha más capacidad como estrategas que los magos en teoría más sabios.
David Yates se ha enfrentado a este problema de la mejor manera que ha podido y el resultado es más que satisfactorio (aunque sigue incurriendo en incoherencias y frases sin sentido en mitad del enfrentamiento) La batalla por Hogwarts es visualmente espectacular, es oscura y aterradora en momentos y contiene un relato “tras las trincheras” muy interesante. No sólo por la búsqueda contrarreloj de los Horrocruxes, sino por la manera de plasmar el drama de una guerra en los que combaten y en sus familias en unas escenas, también contenidas en el libro, que no dejan indiferente a nadie. Por otra parte, el esperado enfrentamiento con Voldemort gana en la película enteros con respecto al libro. En espectacularidad, en lógica y en duración (quienes hayan leído el libro sabrán mejor que nadie a qué me refiero)
Los actores:
Al tratarse de una película rodada en conjunción con la anterior vemos pocas caras nuevas en esta película, quizás una de las pocas de peso sea la de Ciarán Hinds (Munich, Pozos de Ambición) como Aberforth Dumbledore, su papel, de todas formas es más por cubrir expediente que otra cosa y no da lugar al lucimiento del actor. El resto de actores demuestran que diez años en un proyecto sirven para dar con una compenetración entre personajes muy loable, particularmente el dúo formado por Emma Watson (Hermione) y Rupert Grint (Ron), que actúan como un solo actor cuando van en la misma dirección y de una manera muy fluida cuando se enfrentan.
Por otra parte, esta es la película más solitaria para el personaje de Harry Potter (Daniel Radcliffe). Es el momento de su enfrentamiento final con Voldemort (Ralph Fiennes) y tiene más escenas solo frente a la cámara que en el resto de películas. Sale del reto airoso pero sin dar ningún destello de genialidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el más mayor de los tres protagonistas (Grint) tiene ahora 20 años: Aún les queda toda una carrera por delante para desarrollar su talento y ya acumulan ocho películas en su haber. Veremos qué hacen a partir de ahora.
En resumen:
Un espectacular cierre para la saga de Harry Potter, podría haber sido mejor como casi cualquier otra de las siete del mago, pero eso no impedirá que se convierta en uno de los mayores (si no el mayor) éxitos del 2011. Y se lo tendrá bien merecido, por historia, por sus cuidadísimos efectos en el 3D y, porque no, por proporcionarnos diez años de risas, lágrimas y, en definitiva, emoción.
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