The friends of Ringo Ishikawa sigue siendo la obra más destacada de Yeo, un curioso beat’em up de corte existencialista ambientado en el mundo de la yakuza y la delincuencia juvenil. Fading Afternoon, que debuta en Nintendo Switch con una edición física sin censura (publicada por Tesura Games desde el 25 de julio), va en esa misma línea discursiva, pero si vamos viciados por la historia de Ringo, las expectativas pueden ir en nuestra contra. Esto no quiere decir que sea un mal juego, simplemente que la propuesta no es tan redonda como el título que le dio la fama a su creador.
En Fading Afternoon encarnamos a un miembro de la yakuza recién salido de prisión que, sin nada más a lo que agarrarse, vuelve al que fue su clan a retomar la actividad como si no hubiera pasado el tiempo. Pero ¡ay!, el tiempo no perdona y Seiji Maruyama (así se llama el protagonista) pronto nos hará partícipes de esta fatal realidad. Una realidad, finita, que se nos abre de tal manera que nos propone cierto margen de decisión para alcanzar uno de sus varios finales. Un aspecto interesante que no solo nos permite profundizar en su narrativa descubriendo diferentes aristas de nuestro melancólico personaje, sino que proporciona una estimable carga rejugable a un título que, de primeras, nos llevará algo más de tres horas completarlo.
Y a pesar de su duración, se trata de un juego de digestión lenta. Hay combates, como en cualquier beat’em up que se precie, pero la acción no es el punto fundamental de la propuesta. Fading Afternoon, como ya es marca de la casa, enfatiza la cotidianidad y la exploración. Hay un enorme cuidado por el detalle que le da un aroma realista a la experiencia de Maruyama. Sirva de ejemplo su apariencia física: según pasen los días le irá saliendo una barba que le aporta un look al principio interesante, pero pronto descuidado… y conviene desprenderse de ella para que el respeto del clan no se vea afectado. Así mismo, si nos vemos sin blanca estaremos obligados a dormir en la fría calle.
En cuanto a la exploración, según finaliza la introducción, el juego nos deja libres para recorrer a pie las calles de la ciudad (eventualmente podemos hacernos con transportes como bicicletas o un coche para avanzar con más alegría, que nuestro amigo es de andares lentos); pero no nos da demasiadas pistas sobre los pasos a dar. La clave es visitar los diferentes lugares accesibles (cambiaremos de localizaciones usando el metro al que accedemos llegando al final de la calle en la que nos encontremos) y hablar con todo el mundo. Poco a poco nos iremos situando y adquiriremos una eficiente rutina (no olvidemos que recién «salimos» de la cárcel y hay que acostumbrarse). Sobre todo al principio, tened paciencia, porque la falta de objetivos claros puede ser frustrantemente tediosa.
Así, la narrativa viene dada tanto por los diálogos y el desarrollo de la trama en sí, como por los intangibles de la propia jugabilidad. Nuestras acciones y decisiones tienen efectos a corto y largo plazo y determinarán nuestra misma suerte, de tal modo que de cuando en cuando no nos venga mal pararnos a observar el precioso y elocuente pixel-art que siempre nos ofrece Yeo mientras Maruyama se fuma un cigarro.
Esto se traslada a unos combates que están muy alejados del concepto de machacar botones, sino que tenemos que medir bien los tiempos y ser reactivos para desarmar al enemigo de turno o placarlo. Sin tener excesivas opciones y de aprendizaje poco intuitivo, el sistema es solvente y, sobre todo, muy bien animado. Volvemos a una de las máximas de Fading Afternoon y, en general, de los juegos de Yeo: su gusto por la estética y que esta sea una parte fundamental de su lenguaje.
Más allá de tonos y tiempos (la apuesta contemplativa y de lento desarrollo tendrá tanto seguidores como detractores, no es una aventura dirigida al jugador casual), el principal inconveniente que hemos encontrado en Fading Afternoon, al menos en esta versión sin censura de Nintendo Switch, es que los controles no siempre responden bien y si somos demasiado exigentes con las direcciones (cambiando rápido de movimiento y rectificando al momento) o forzamos avanzar por determinados puntos, el personaje se queda bloqueado. A veces se soluciona insistiendo en la dirección contraria… y otras veces nos tocará cerrar el juego y volver a entrar. La calma puede ser una virtud, pero también un terrible defecto.
Analizada la versión de Nintendo Switch.

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