Desde el 18 de febrero podemos disfrutar de uno de los juegos que a buen seguro marcarán el año gamer en los sistemas PlayStation. 98Gb en PS5 y algo más de 90Gb en PS4 es el peso de la nueva aventura de Aloy, Horizon Forbidden West; el juego con el que Guerrilla Games quiere demostrar que la nueva generación ya está más que presente.
Lo primero que llama la atención es la extrema accesibilidad que presenta el juego, con cinco niveles de dificultad (Historia, Fácil, Normal, Difícil y Muy difícil), así como dos subniveles en cada dificultad referidos a la asistencia (pudiendo elegir entre Exploración o Guiado), con más o menos ayudas respecto a la localización de misiones y lugares de interés durante la partida. Nosotros recomendamos elegir el nivel que guste a cada jugador, pero enntre Exploración o Guiado, recomendamos que se utilice el primero, pues así se podrá disfrutar todavía más de la experiencia inmersiva de Horizon Forbidden West.
Esta idea se ve reafiarmada cuando, al iniciar nuestro viaje, se narra un extenso resumen de los principales acontecimientos de Horizon Zero Dawn, haciendo que cualquiera pueda acometer el reto de esta segunda entrega sin haber experimentado en sus propias carnes la aventura fundacional de la franquicia. Para quienes sí salvaran el mundo junto a Aloy, seis meses después (es el tiempo que ha transcurrido entre los hechos de la primera aventura y la que nos ocupa), se respira cierta familiaridad en el ambiente, pero sin perder un ápice de su capacidad de asombro. Todo eso junto consigue que el nivel de enganche con el juego sea increíble.
Si bien es cierto que en las primeras cinemáticas se perciben nítidamente ciertos «saltos» -las imágenes no corren con la fluidez que deberían-, según avanzamos en la partida estos problemas de rendimiento son mínimos y no afectan a la experiencia jugable. Seguramente esto se deba también a en que consola se está jugando, nosotros estamos haciendo este análisis con las versiones de PS4 y PS5. En la consola de nueva generación el juego apenas tiene tirones, se mueve de manera fluida y su modo rendimiento, con tasa de fps en 60, es una auténtica locura. Más molestos son algunos vaivenes puntuales de la cámara que nos pueden jugar malas pasadas en determinados enfrentamientos, pero de nuevo, nada que no ocurra en otras propuestas del género. Terminando con los peros, algunas de las mecánicas requieren de una combinación de botones que no son todo lo intuitivas que nos gustaría; aunque al final es una cuestión de paciencia y aprendizaje… y con las horas de contenido que ofrece Horizon Forbidden West, el tiempo se alía con los jugadores menos duchos.
A nivel jugable y de customización del personaje, el salto es importante respecto a lo visto en la anterior entrega. No solo porque estéticamente los menús lucen mucho más, sino porque se han simplificado algunos aspectos (ahora los recursos que podemos vender aparecen agrupados) y se han ampliado opciones (el árbol de habilidades puede dar un poco de vértigo al principio). Y aunque durante el «tutorial» (que nos puede llevar dos o tres horas completarlo jugando de forma relajada) no se presta atención a los menús, sino que se apuesta por presentar las mecánicas básicas de combate y exploración, conviene dedicarle un tiempo para familiarizarse con él y sacarle así todo el jugo desde los primeros compases de la partida. Y como en todo RPG de acción, nuestra protagonista ha perdido ciertas habilidades, pero lo bueno que ha hecho Guerrilla ha sido que no ha convertido a Aloy en una olvidadiza, sino que ha hecho que todo lo que conseguimos en el pasado ha quedado obsoleto, por lo que tendremos que actualizarlo. Aloy sigue siendo la misma Aloy que dejamos en Zero Dawn, lo único que tendremos que actualizarla.
El mapa se presenta también más grande, aunque no tanto por su extensión -que también-, sino por su densidad. Hay muchísimas misiones secundarias que realizar al margen de las que plantea la trama principal. Y aunque algunas pueden resultar un tanto repetitivas, otras tantas suponen grandes alicientes jugables, tanto por sus propuestas como por las recompensas que nos otorgan. Como, por ejemplo, los contratos con los comerciantes para conseguir nuevas armaduras o armas.
La propueta se ve mejorada también -como era de esperar- con la ampliación del bestiario de máquinas (con algunas nos enfrentamos ya en los primeros compases del juego) y la flexibilización del propio entorno, haciendo que podamos explorar de formas que antes no podíamos gracias al manejo de un utilísimo gancho y las recién descubiertas habilidades de escalada de nuestra protagonista. Horizon Forbidden West es, en el mejor de los sentidos, un pozo de horas. Llevamos unas diez horas de aventura y nuestro viaje por el oeste prohibido no ha hecho más que empezar.
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