Si lo sé. Sé que vais a decir que ya han pasado seis meses desde que se lanzó Kingdom Hearts III al mercado. Y sí, hace seis meses que me lo terminé. Pero no he querido escribir nada sobre ello porque me estaba autoengañando con que Kingdom Hearts III era el mejor Kingdom Hearts que habían realizado que, tras catorce años esperando, era el mejor juego que podían sacar al mercado. Pero nada más lejos de la realidad. Creo que Kingdom Hearts III es superior a todos los spin-off sacados hasta la fecha y a Kingdom Hearts II, cuyas primeras horas eran simplemente soporíferas, pero hay un escaño que Kingdom Hearts III no supera y ese escaño es el Kingdom Hearts original, el primero de todos, el que hizo que nos enamorásemos de esta saga a pesar después de los muchos tropiezos y la necesidad de dotarle a un cuento, pues Kingdom Hearts era un cuento, de una historia tan confusa que en muchas ocasiones ni los propios creadores (ejem, Tetsuya Nomura, ejem) sabían hacía donde iba. Kingdom Hearts III se ha visto sobrepasado por su propio hype, un hype que no le ha ayudado demasiado en su recorrido.
Pero aclaremos una cosa: Kingdom Hearts III es un buen juego. No lo voy a negar, he disfrutado mucho con él, me he emocionado, me ha dado los momentos de acción más espectaculares de la saga y han sabido darle un cierre a un entramado argumental que parecía imposible cerrar. Pero creo que el principal problema de Kingdom Hearts III es que vive demasiado de su propia nostalgia hacia el primer Kingdom Hearts. El original emocionaba y te hacía vivir la experiencia desde la ilusión de un niño, de la de descubrir, de la de enamorarte de los personajes y emocionarte con ellos. A ello también ayudaba que los personajes de Final Fantasy VII, VIII y X estuvieran por allí presentes, para dotar a la saga de una cara familiar para aquellos que venían al juego más por Final Fantasy que por Disney. En Kingdom Hearts III los personajes de Final Fantasy han desaparecido por completo, ya que la saga se ha convertido en un fenómeno que no necesita de unos referentes tan claros para vender. Ya Sora, Donald y Goofy pueden viajar por los diferentes mundos sin necesitar la ayuda de Leon, Yuffi, Tifa o Cloud.
Pero, como he dicho, algo que no ha conseguido Kingdom Hearts III (salvo en su tramo final que son emociones a raudales) es ponerme la piel de gallina con la historia que quieren contar. Sí, volvemos a tener a Sora, Donald y Goofy, volvemos a recorrer los mundos de Disney y Pixar en busca de respuestas y volvemos a combatir contra seres enormes, pero creo que Square-Enix y Tetsuya Nomura han querido ser más espectaculares y ambiciosos en sus mecánicas, en su sistema de combate y en todo lo que rodea a lo puramente técnico que se han olvidado de la historia. A Kingdom Hearts siempre lo recordaré como un cuento, un cuento en el que los mundos Disney servían para contar una historia más allá de ver en videojuego las películas animadas. En ellos se nos hablaba de para que sirve un corazón, cual es la función de cada uno en el mundo y que, al final, el poder de la amistad o el amor podían contra cualquier mal, si se puede construir un corazón para estar vivo… todo esto es lo que nos contaba Kingdom Hearts.
En Kingdom Hearts III el misticismo que encontrábamos en el primero ha desaparecido, ya ocurría en parte en Kingdom Hearts II donde los mundos de Disney solo nos servían para ver lo malvada que era la Organización XIII y como quería controlar Kingdom Hearts. Aquí ocurre algo similar, recorremos los mundos de Disney para evitar que Xehanort reconstruya Kingdom Heart y reinarlo, dotando de oscuridad a todo el mundo. Y ese tramo final es realmente bueno, pero el camino hasta él es, en ocasiones, algo simplón. La historia es buena, la no repetición de muchos mundos y dotarles de una historia propia es magistral, pero en muchos de ellos lo único que hacemos es dar vueltas en círculo persiguiendo monstruos y así hasta que nos enfrentamos al villano final. Kingdom Hearts tenía una estructura más o menos similar, llegábamos al mundo, buscábamos lo que íbamos a buscar y nos enfrentábamos a un villano, pero la historia estaba mejor hilada y era más profunda.
Pero, repito una vez más, he disfrutado de Kingdom Hearts III ¿Cómo no voy a disfrutar algo que llevaba trece años esperando? Pero las sensaciones han sido que las buenas ideas han podido quedar enterradas por querer ser el más espectacular todavía. Su historia, aunque tiene un cierre muy bueno y da respuesta a todo, no deja de ser algo confusa y parece que cierran tramas por la vía rápida para avanzar. Es superior a Kingdom Hearts II, cuyas primeras horas son realmente insufribles, pero está lejos de Kingdom Hearts. Aún así, durante todos estos meses que he estado dando vueltas a este artículo he ido queriéndolo un poco más, pero también me ha servido para ver todo aquello que creo que ha hecho que el juego estuviera en boca de todos en su lanzamiento, no a posteriori, pues algo que tarda trece años en llegar y se olvida a las primeras de cambio es algo que no está del todo conseguido. Ahora espero con ganas el DLC, esperando que ofrezca algo nuevo y renovado.
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