«Kazuma Kiryu, un antiguo yakuza legendario, fingió su propia muerte y abandonó su nombre para proteger a su familia. Ahora, una persona misteriosa vuelve a meterlo en problemas, por lo que debe dejar de esconderse«. Esta es la sinopsis de Like a Dragon Gaiden: The Man Who Erased His Name, spin-off de la saga Yakuza / Like a Dragon y funcionando como epílogo de la larga etapa protagonizada por Kiryu, pero también como «puente» entre la última de este y las dos entregas del actual protagonista, Ichiban.

¡Uy! Pero entonces, ¿hay que conocerse toda la saga para disfrutar del juego? Ni por asomo. The Man Who Erased His Name puede -y debe- entenderse como una película de yakuzas. Personajes con un sentido del honor exageradamente recto, venganzas, luchas de poder, descargos cómicos… Con referentes como Seijun Suzuki o Takeshi Kitano, quizás Yakuza / Like a Dragon esté más cerca de un Takashi Miike, más frívolo pero igual de crudo y contundente.

Es decir, el pasado de Kiryu no es más que el macguffin que sirve de excusa para desencadenar el conflicto, pero quien llegue de nuevas al universo de Like a Dragon no va a sentir en ningún momento que le falte información o contexto. De ahí que insista en la idea de emparentar el juego con las representaciones fílmicas de la yakuza. O si queréis, pensad en el cine de mafias de un Brian de Palma o un Martin Scorsese. Los personajes tienen turbios y densos pasados, unas losas que arrastran durante sus viajes por propia penitencia o porque alguien les persigue para recordárselo. Pero tienden a ser protagonistas focalizados en el aquí y ahora. Eso es lo que hace esta propuesta de Sega y Ryu Ga Gotoku Studio.

Sí, quien no conozca la saga se «perderá» guiños y referencias, pero todo lo que necesita se lo da la propia narración. Y esto mismo unido a su escueta duración (completar la historia principal y dar cuenta de buena parte de los encargos y misiones secundarias, sin olvidar perderse un rato en sus muchos minijuegos, os llevará en torno a las 18-20 horas), hacen de este Like a Dragon Gaiden una estimable obra tanto para jugar de manera independiente como para usarla de primer contacto con la veterana franquicia (que entre derivados y entregas principales supera con holgura la docena de títulos).

Jugablemente nos encontramos ante un título de marcado carácter cinematográfico (preparaos para ver secuencias de vídeo y leer texto -en castellano- a mansalva) en un acotado entorno (un pequeño pero bullicioso barrio) que podremos explorar con relativa libertad y un sistema de combate muy arcade deudor de las mecánicas beat ‘em up (aunque con cierta versatilidad al poder combinar dos estilos de combate bien diferenciados entre sí). Es directo y sencillo en todo lo que se propone (a veces pecando de repetitivo), haciendo que la adaptación del jugador sea igual de sencilla y cómoda. Estos son los elementos que hay que tener en cuenta para saber si Like a Dragon Gaiden está hecho o no para vosotros. Kiryu es un personajes súper carismático, pero su historia -y la del juego- es exagerada y muy melodramática; es un explotation del género yakuza, con todo lo bueno y malo que eso conlleva. Además, como decía, a los mandos no es precisamente complejo y el ritmo está muy condicionado por la narrativa.

Si os gusta el género, tenéis horas de diversión por delante. Resulta muy divertido -no tanto para los personajes- dejarse llevar por el guion y sus excesos; pero ¡ay! si no compartís los códigos que propone el juego o más de una hora de cinemáticas se os hace más cuesta arriba que subir la compra a un sexto sin ascensor, no es ni vuestro juego ni vuestra saga.

Y si metidos solo en la historia la aventura os puede durar una docena de horas, las tentaciones que ofrece el juego son muchas y variadas para perder toda una vida en sus calles. Plaio, editora del juego en España, resume las opciones así: «El mundo te ofrece una gran variedad de experiencias inmersivas, como luchar en la arena del Coliseo del Castillo, cantar canciones de karaoke nuevas, disfrutar de un club de hostess de imagen real o participar en carreras de Pocket Circuit«. Pero es mucho más. El karaoke toma las mecánicas de un -exigente- juego musical, el Pocket Circuit evoca a los míticos Scalextric y las carreras de slot, podemos ir a las recreativas y jugar a algunos clásicos de Sega o gastar nuestros yenes en las siempre endemoniadas máquina de garra para conseguir el peluche de turno, por no faltar, no faltan ni los clásicos dardos o el billar. Pero el rey de la pista en los minijuegos y actividades secundarias es el Coliseo.

El Coliseo desnuda el juego quedándose solo con el combate. Metidos en una jaula nuestra misión será pelear y nada más que pelear, ya sea solos contra un rival, solos contra todo un grupo, o formando equipo con aliados que hayamos ido reclutando a lo largo de nuestra aventura. El objetivo es claro, derrotar a todo el mundo y convertirnos en el mejor luchador. Hay distintas categorías (cada una con su dificultad creciente) y lograr más o menos puntuación dependerá también del tiempo que nos lleve el combate, fomentando que repitamos las peleas para mejorar nuestros números. Al igual que la aventura principal, el Coliseo es una experiencia directa y sencilla.

Like a Dragon Gaiden: The Man Who Erased His Name es una estimable propuesta, tanto para conocedores de la saga, como para neófitos. De historia corta para los estándares actuales, pero adecuada para sus propios propósitos, tiene en el Coliseo y sus muchos minijuegos buenos argumentos para dedicarle varias decenas de horas.

Analizada la versión de PlayStation 5.