El título responde a una frase enunciada por Ichiban, nuestro protagonista, una vez superado el caos y la locura inicial de su llegada a Hawai. Like a Dragon: Infinite Wealth nos presenta a nuestro héroe tiempo después de los hechos de Yakuza: Like a Dragon y tira de sus consecuencias para embarcar a Ichiban en una nueva y divertidísima aventura que le lleva al archipiélago estadounidense en busca de respuestas en torno a su pasado.
Importante: Si bien es cierto que no hay que conocer la saga para sumergirse en este Infinite Wealth (que con esta suma ya ocho entregas principales), sí que se hace recomendable haber jugado o tener una idea aproximada de los acontecimientos que tuvieron lugar en Like a Dragon y/o en el spin-off Like a Dragon Gaiden, pues esta aventura parte del desenlace de ambas historias. Los caminos de Ichiban (héroe de Like a Dragon) y Kiryu (el icónico protagonista de Yakuza hasta su sexta entrega) confluyen en una aventura RPG por turnos que expande el universo de la saga, pero que también mira al pasado. Este es un juego que abre caminos y homenajea su legado. Por ello, a diferencia de otros Yakuza, Infinite Wealth tiene más conciencia de secuela y desarrolla una trama muy vinculada a los dos juegos que lo preceden.
Siempre con el buen humor y el optimismo de Ichiban Kasuga por bandera, el juego se mueve en un extraño pero muy efectivo equilibrio entre el humor más disparatado y el drama más telenovelesco con revelaciones y giros de guion por los que mataría el culebrón de moda. En esa exageración radica buena parte del encanto de la propuesta de Ryu Ga Gotoku Studio, pues les permite entrar en temas y situaciones que de otra manera serían impensables. Siendo un juego protagonizado por perdedores y parias sociales en un contexto en el que un ex convicto tiene más honor que un policía, las cuestiones más sensibles y la crítica social están sobre la mesa desde el primer momento; por ello, vestirlas de aparente frivolidad ayuda a digerir mejor el mensaje.
Preparaos para un juego largo, cargado de diálogos y cinemáticas. La carga narrativa es importantísima en la propuesta (en los primeros y últimos capítulos se os pondrá a prueba si sois muy impacientes), de tal manera que cuando lleguéis a los créditos finales habréis superado fácilmente las 60 horas (que pueden dispararse otras 30 horas dependiendo del vuestro afán completista). Ante tal duración es normal que haya momentos en los que la aventura se disperse, pero los momentos valle no son muy acusados y el grindeo de personajes (al menos en las dificultades más accesibles) tampoco se hace tedioso, por lo que el juego mantiene bastante bien el ritmo.
Parte de la responsabilidad de que la aventura principal no se desinfle en ningún momento lo tenemos en su sistema de combate, pulido respecto a lo visto en la entrega anterior. Infinite Wealth es un juego de rol por turnos con sus magias, invocaciones, cambios de clases, equilibrios de fortalezas y debilidades… lo habitual en el género, pero llevado al mundo «real». La gracia del asunto, lo que le da un muy estimulante dinamismo a cada combate, es la posibilidad de mover a nuestros personajes en cada turno. Antes de efectuar una acción podemos desplazarnos alrededor de un pequeño área que nos permitirá, por ejemplo, acercarnos al enemigo para recibir una bonificación por proximidad, ponernos detrás suya o dirigir el ataque en un ángulo que empuje al enemigo hacia una pared y obtener una ventaja, situarnos frente a un objeto con el que interactuar en el ataque… La posición y el escenario se convierten en elementos activos dentro de nuestra estrategia de combate, otorgándole una enorme frescura a los mismos.
Hay otros elementos a tener en cuenta como la posibilidad (mejorando el vinculo con nuestros aliados) encadenar varios golpes y de realizar movimientos especiales o de, si pulsamos en el momento preciso, realizar una guardia perfecta que reducirá el daño recibido. Personajes como Kiryu, incluso, cuentan con sus propias particularidades en combate, añadiendo aún más variedad al conjunto. Like a Dragon: Infinite Wealth propone un sistema de combate de los que se disfruta y apetece exprimir al máximo. Así, antes de que os deis cuenta estaréis dando rodeos a la historia principal en busca de enfrentamientos casuales o buscando alguna misión secundaria (que hay muchas y también muy variadas) con la que alargar la experiencia y profundizar en las historias personajes de los protagonistas; porque -tenedlo en cuenta- el juego premia que dediquemos tiempo a explorar y fortalecer las relaciones entre nuestro equipo (tipo Persona, para que os hagáis una idea).
Un mundo lleno de posibilidades
Una de las señas de la saga Yakuza / Like a Dragon es la cantidad de minijuegos e historias secundarias que acompañan a la trama principal. Y este Infinite Wealth no iba a ser menos. De hecho los creadores han hecho suyo el meme de «sujétame el cubata» y nos proponen una cantidad tal de contenido al margen de la aventura de Kiryu e Ichiban que puede llegar a sobrepasarnos. Por suerte la cadencia con la que se desbloquean y presentan todos estos «juegos» secundarios está bastante bien equilibrada, de tal forma que no descubrimos uno hasta que no hemos tenido la oportunidad de testar y aprender los conceptos básicos del anterior. Así, por ejemplo, hasta que no llegamos al capítulo cuatro no tenemos la oportunidad de iniciar nuestra carrera como entrenadores sujimon y hasta el seis no pisamos por primera vez la isla de Dondoko.
Vale, ¿y qué actividades y minijuegos nos esperan en Hawai? A las habituales de la casa como disfrutar de clásicos y rarezas de Sega en las recreativas arcade o las citas en los clubs de hostess (aquí en una app tipo tinder) queremos destacar cinco minijuegos que nos darán dinero, recursos y unas cuantas horas de aventura dependiendo del caso.
Crazy Eats: Se trata de un clarísimo homenaje a Crazy Taxi en modo rider. Montados en nuestra bicicleta nuestro cometido es recorrer las calles recogiendo pedidos y llevarlos hasta los clientes. Todo en un tiempo límite e intentando hacer trucos para obtener más y mejores propinas. Pura diversión arcade.
Trolebus: Equipados con nuestra cámara tenemos que hacer fotos a los degenerados enmascarados que se cruzan por delante del objetivo. Un rail shooter con cámara de fotos, como el clásico Pokémon Snap (salvando las distancias, pero para que os hagáis una idea de la mecánica).
Laberinto: Inspirado en el Tartaro o los Mementos de la saga Persona, se trata de una mazmorra que se genera de manera aleatoria en cada incursión en la que adentrarnos para salvar a personas desaparecidas, conseguir recursos (algunos muy valiosos) y, en definitiva, grindear a nuestros personajes para subir de nivel.
Sujimon: Ichiban se convierte en maestro Pokémon. Literal. Retar al Alto Palco, coleccionar sujimon, evolucionarlos, competir contra otros entrenadores, participar en incursiones… Al margen de la curiosidad inicial ante este trasunto de la franquicia de Pikachu y compañía, es una actividad secundaria bien integrada en la historia, con su propio lore y que nos permite también ir subiendo el nivel de nuestros personajes.
La isla Dondoko: Un Animal Crossing para Ichiban y compañía. Limpiar y adecentar el terreno, fabricar objetos, conseguir recursos, edificar, mejorar y decorar nuestra casa… Como os enganche es un auténtico pozo de horas. Su historia es simpática y ahonda en la mentalidad de nuestro protagonista de Quijote defensor de causas perdidas. Es, eso sí, una propuesta que camina al margen de la historia principal, tanto que incluso el sistema de combate cambia respecto al resto del juego, pasando del combate por turnos a uno -muy básico- en tiempo real. Os gusten o no este tipo de aventuras «de granjas» y de simulación de vida, se trata de un complemento que aporta variedad al conjunto y con el plus de venir «dentro» del juego. Cualquier otra compañía habría vendido su isla Dondoko como un DLC.
La parte positiva de la inclusión de todos estos minijuegos y complementos es que las horas se multiplican y multiplican hasta superar con relativa facilidad el centenar de horas. Es imposible aburrirse en Like a Dragon: Infinite Wealth, pues siempre hay algo que hacer. La parte negativa es que -sobre todo cuando se nos presentan estas actividades- el ritmo narrativo tiende a resentirse y a dispersarse del foco principal.
Like a Dragon: Infinite Wealth refina y apuntala la fórmula de la saga principal por la que se apostó en Like a Dragon. Es un divertidísimo y profundo RPG que nada tiene que envidiar a los tótems del género. Y es, además, una conmovedora historia que rinde homenaje a los dos grandes protagonistas de la franquicia, tendiendo la mano tanto a fans veteranos como a aquellos que se unieron de la mano de Ichiban Kasuga.
Analizada la versión de PlayStation 5.
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