Hotel Transilvania

Hotel Transilvania: Únicamente para niños

Hotel Transilvania arranca con un motor muy sugerente. Un retiro dorado para todos los míticos monstruos de la Universal, quienes viven tremendamente desconfiados y temerosos de los humanos. La excusa para juntarlos a todos en el mismo espacio al mismo tiempo es que Drácula celebre una fiesta de cumpleaños para su hija y de ese modo mantenerla alejada del cruel mundo de los seres humanos.

 

La mezcla en un solo ente de dos géneros tan exitosos como son la comedia y el terror siempre ha dado buenos resultados, unas veces en taquilla, otras en lo que a crítica se refiere y, en las menos, ha resultado una obra maestra que ha reventado las cifras de recaudación. Hay tantos ejemplos como se quiera ver: toda la filmografía de Tim Burton (más en gracia que nunca con su último largo, Frankenweenie), el cine clásico de los cuarenta y cincuenta con sus máximos referentes Abbott y Costello (del cual, gracias a los cines Verdi, pudimos revisionar el mayor estandarte, Abbott y Costello contra los fantasmas [Charles Barton, 1949]) y en los últimos años comedias tontas del tipo Scary Movie (Keenen Ivory Wayans, 2000) que están cargadas de chistes estúpidos pero funcionan muy bien en cuanto a números. En el largometraje que ahora nos ocupa debemos añadirle además la animación, tan en boga en los últimos años. El resultado debería ser notable, pero no es así.

 

Hotel Transilvania

 

El maestro de ceremonias responsable de este material, Genndy Tartakosvky, es un hombre ducho en series de dibujos animados. Probablemente su mayor éxito sea aquella con la que se dio a conocer El laboratorio de Dexter, en la que daba rienda suelta a un humor distinto, muy del estilo de la cadena Cartoon Network, claramente dirigida a chavales pero sin obviar el hecho de que los adultos también podían ser un nicho de mercado jugoso.

 

Habiendo llegado el cine de animación a unas cotas inimaginables, tanto en técnica como en contenido, hace no tantos años, uno espera de cada nuevo producto que sale al mercado un mínimo de material para el público adulto en la sucesión de gags.  En esta ocasión, se ofrece muy poco, sobre todo teniendo en cuenta el juego que todos los monstruos pueden dar y lo poco que se explotan muchos de ellos.

 

El resort ideado por Tartakovsky junto con sus cinco guionistas acreditados tiene mucho humor, pero casi todo pensado para los más pequeños. Hay mucho gag visual, slapstick de toda la vida con el que los infantes reirán pero que agota tras un par de golpetazos a un público un poco más exigente. Se juega muy poco con la rica comunión entre padres e hijos que la idea ofrecía, no en vano son estos los monstruos de toda la vida que han asustado al personal durante más de seis décadas a través de sus constantes revisiones, y la ocasión se pinta maestra con el estreno del filme días antes de la fiesta más terrorífica por excelencia, Halloween. El problema es que el listón está tan alto gracias en parte a películas como Shrek (Andrew Adamson, Vicky Jenson, 2001) y sus secuelas, y, fundamentalmente, al trabajo completo de John Lasseter para Pixar, que una historia más que deja fuera tan conscientemente las referencias adultas, puede hundirse si tiene en cartelera dignas competidoras.

 

Hotel Transilvania

 

La suerte que tiene la cinta –y por lo que está siendo un taquillazo en Estados Unidos- es, por un lado, la falta de esa competitividad en la oferta (a la espera del estreno de la prometedora Rompe Ralph) y la participación activa en el proyecto por parte de Adam Sandler. Además de poner voz a Drácula en su versión original produce el metraje y ha sabido rodearse de voces que lleve a las salas a los niños  (Selena Gómez, de la serie de Disney Channel Los magos de Waverly Place) pero también a sus amigotes (James, Space, Buscemi), lo cual es un buen truco para engañar a los incautos (entre los que me cuento) que creerán que la cinta contiene más mala uva de lo que en realidad está cargada.

 

En la versión española el doblaje corre a cargo de un Santiago Segura en estado de gracia para Drácula; la cansina voz del más cansino todavía Dani Martínez haciendo las veces de un adolescente plomizo; la corrección vocal de Clara Lago en el papel de Mavis, la hija de Drácula; y los nombres más que las cuerdas vocales de Alaska y Mario Vaquerizo, quienes a pesar de tener una imagen perfecta para el proyecto no tienen nada que ver con el target al que se dirige la historia.

 

Es una película correcta, con la que los niños se divertirán y tendrán la oportunidad de hacer algo terrorífico por Halloween, pero tendrá poco recorrido al haber dejado tan de lado (porque es tarea complicada y aquí se ha sido perezoso) a los progenitores.

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