La tercera y penúltima entrega de Los Juegos del Hambre se presenta como la antesala de un épico desenlace que cambiará para siempre el mapa político de Panem. Algo para lo que tendremos que esperar todavía un año. De momento, lo que tenemos ante nosotros en Sinsajo – Parte 1 es el enésimo ejemplo de película puente o de transición. Las productoras no aprenden y siguen empeñadas en partir sus películas a la mitad para engrosar sus cuentas bancarias. Ocurrió por ejemplo con Harry Potter, con Crepúsculo o con toda la trilogía de El Hobbit, y ocurre ahora. Lamentablemente es una práctica que no tiene visos de abandonarse en un futuro cercano, como han dejado bien claro Marvel con sus Vengadores o Warner y su Liga de la Justicia.
La trama que nos plantea Sinsajo – Parte 1 tiene algunos interesantes aspectos que se ven enturbiados por ese espíritu de transición del que adolece toda la propuesta. Desde el primer momento los responsables del film están más preocupados de allanar el terreno para la entrega final, que de hacer avanzar esta, lo que da lugar a un buen número de secuencias conversacionales o de gente paseando que no van a ninguna parte. Y aunque tiene algunas escenas trepidantes (como la que tiene lugar en una presa en plena noche o la del asalto al Capitolio), en conjunto la propuesta es un tanto irregular. No ayuda tampoco el hecho de que, a diferencia de las dos entregas anteriores, Sinsajo – Parte 1 esté tan en deuda con los acontecimientos previos y los venideros que como producto autónomo sea muy complicado su disfrute.
Ahora bien, a nivel argumental y temático, la película sigue con la buena tónica de su predecesora, acercando temas de debate a un público que no está acostumbrado a lidiar con estos temas en el cine. Con los juegos del hambre ya fuera de la historia, el tono se vuelve aún más oscuro y coge tintes políticos, y gran parte de las ideas que se plantean giran en torno a la propaganda y el poder de los medios para convencer y movilizar al pueblo. El uso de Katniss y Peeta por parte de las facciones enfrentadas para animar a sus bases y atacar al enemigo tiene muchísima fuerza y Francis Lawrence ha sabido explotarlo bien en pantalla. Unos temas, el de la propaganda política y el populismo mediático, que podemos extrapolar a nuestra realidad más inmediata, con el auge de partidos como Podemos, el interés de Pedro Sánchez por los programas de entretenimiento o la retórica victimista de Monago. Y tal como ocurre en nuestra esfera política, ciertos detalles dejan entrever que quizás las intenciones del Distrito 13 respecto a Panem no difieran mucho de las del Capitolio y Katniss y los suyos acaben derrocando un régimen para implantar otro, sin saberlo. La respuesta a esta hipótesis la resolveremos, obviamente, en Sinsajo – Parte 2.
Katniss y los pagafantas
En esta ocasión Francis Lawrence no ha apostado por profundizar en la evolución de sus personajes principales, sino por repetir esquemas anteriores. Así, Katniss (Jennifer Lawrence) vuelve una vez más al punto de partida. Desorientada y algo afligida, debe sacar todo su coraje para tomar la posición de liderazgo que se espera de ella, siguiendo un arco muy similar al que tomó en las películas precedentes. Lo mismo se puede decir de los chicos. A Liam Hemsworth y Josh Hutcherson se les suma Sam Claflin, cuya testimonial participación en la película se reduce a suspirar porque su amada se encuentre bien y a hablar de lo malo que ha sido el Capitolio con él.
Y es que a fin de cuentas esta es una saga donde quienes dan el do de pecho son las mujeres. A Katniss se suman aquí los personajes de Cressida (Natalie Dormer) y la presidenta del Distrito 13 Alma Coin (Julianne Moore). La primera, potenciada con una poderosa apariencia dirige a un grupo de voluntarios que ayudan a Katniss, mientras que la segunda lleva con mano de hierro el destino de sus conciudadanos.
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