En Las guardianas el director francés Xavier Beauvois, conocido por la película De dioses y hombres (2010), nos trae una historia de la Primera Guerra Mundial en la que nunca (exceptuando una toma) llegamos a ver el campo de batalla para centrarnos en aquellas mujeres que se quedaron en casa. Nos sitúa en una granja donde vemos en un primer plano a las mujeres que cuidan de ella y fuera de campo a los hijos, padres y hermanos de estas, quienes se encuentran en el frente de batalla de la guerra. Un tema recurrente en algunas películas recientes como La seducción de Sofia Coppola o Marguerite Duras. Paris 1944 donde precisamente Mélanie Thierre comentaba sobre ello.
Desde el punto de vista estructural Las guardianas se forma como un relato clásico que abarca unos seis años que se desarrollan en su mayor parte en un mismo escenario donde suceden todos los detonantes de la película. La madre debe contratar a una joven para que les ayude con la cosecha anual. A partir de este momento, empezarán a surgir los problemas que harán que se desestabilice la vida en la granja.
El elemento más trabajado de esta película, sin lugar a dudas, sería la fotografía, planeada en su totalidad con luz natural para introducirnos de lleno en aquella época. El uso de las sombras, el Sol a través de las ventanas o la luz de las velas consiguen crear una atmósfera de vida rural con una gran belleza estética. Todo ello adornado con una muy buena dirección de arte y puesta en escena.
Sin embargo, todo se queda en eso; un poco de estética y nada más, ya que estamos antes una película que deambula sin fin, alargándose hasta la saciedad y no sabiendo acabar. En especial es en su segunda mitad cuando se empieza a hacer cuesta arriba por su ritmo excesivamente lento. Los personajes, exceptuando el de la joven que llega nueva a la granja (interpretado por Iris Bry, su primer papel en el cine) se muestran desdibujados y con poca profundidad, parecen personajes prefabricados por los que resulta complicado sentir interés.
Con una historia que se agota rápidamente, el grave problema de Las guardianas es su duración. La única tensión dramática se debe a una serie de malentendidos creados entre las mujeres de la granja, insuficientes para mantener al espectador interesado durante las más de dos horas de metraje (138 minutos).
Las guardianas acaba siendo un melodrama con una muy buena planificación de fotografía y diseño de arte y con unas interpretaciones correctas, pero que parte de un guion tan poco interesante y pesado que alcanza un resultado final poco reconfortante.
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