Lo primero que nos encontramos al abrir este tercer cuaderno de Marvel 2 en Uno: La Cosa y la Antorcha Humana es a Valerio Schiti a los lápices. Salvo por las portadas ya podemos ir diciendo adiós a Jim Cheung (Julián Clemente da cuenta de su despedida de la editorial en el artículo que cierra el presente capítulo), aunque como podemos comprobar en estas páginas, nos quedamos en buenas manos.
Zdarsky sigue sembrando el terreno para el retorno de la Primera Familia al completo, por el bien de Johnny y Ben, a los que un descubrimiento efectuado en este capítulo les va a obligar a tomarse muy en serio la misión de explorar el multiverso en busca de los otros miembros de la familia. Lo que viene a hacer el guionista es acelerar los tiempos, iniciar una cuenta atrás para darle mayor emoción a las aventuras de nuestros protagonistas. Ahora hay en juego mucho más que la ilusión de reencontrarse con los seres queridos.
Por el camino, como empieza a ser costumbre, hacen acto de aparición aliados y villanos que darán más quebraderos de cabeza a los protagonistas. Al tiempo que ayudan a que vaya desapareciendo el tono de pesadumbre que venía acompañando a la serie en los dos capítulos precedentes. Poco a poco nos vamos metiendo en el meollo del asunto y Zdarsky es consciente de que hay que ir soltrando lastre emocional, la aventura tiene que ir ganando terreno.
Y si al mismo tiempo el infame Iron Man rememora su tenebroso pasado, el tono clásico de los 4F es cada vez más preponderante. Ya en el primer número de la serie editada por Panini dimos cuenta de lo volatil que era este Víctor von Muerte, más cercano a su vena villanesca que a su intento de redención actual. Según pasan los capítulos hay menos dudas de que a Zdarsky le incomoda ese «heroísmo» de Muerte y, en lo que a él respecta, el único cambio que ha sufrido el personaje es estético.
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