«¿Vuestro cocinero se llama Glob?«
Toca este mes en la cabecera de los Héroes más Poderosos de la Tierra un número de transición de esos que, sin avanzar nada en las tramas de las colecciones que reúnen, gustan bastante de leer (al menos a un servidor). Jed MacKay reúne a Vengadores y Patrulla-X en una reñida contienda de… béisbol seguida de comida y sobremesa (sí, la portada es la clásica jugada de la Casa de las Ideas para vender una cosa que ni se acerca a lo que leemos dentro). Pero el caso es que esta tranquila reunión en Alaska me deja con bastantes buenas sensaciones que analizar y con alguna un poco más aberrante que no puedo dejar de comentar con vosotros y vosotras. Y es que este Los Vengadores #20 (#174) viene cargadito de escenas para analizar, dando la impresión de que el guionista no quería dejarse nada en el tintero en esta oportunidad de jugar con todos los juguetes bajo su actual supervisión.
Comencemos por lo más importante, que no es otra cosa que la propia reunión. Los Vengadores y los mutantes se han tirado años siendo aliados más o menos fiables hasta que, con la llegada de la segunda década del siglo XXI aquel Vengadores vs la Patrulla-X sentaría las bases de un verdadero cisma entre ambos grupos que pervive hasta nuestros días. Lo que parece querer dar a entender MacKay en este cómic (y ojalá no me equivoque) es que esta época ha llegado a su fin. Hemos tenido ya demasiados años de mutantes y no mutantes, humanos e inhumanos, héroes y villanos… Y llega el momento de afrontar que el verdadero enfrentamiento, tal y como dice un inspirado Magneto, es el que se da entre opresores y oprimidos pudiendo haber de cada una de las anteriores categorías representantes en cualquiera de los dos estamentos. Tanto los Vengadores como la Patrulla-X se fundaron para luchar por y para los oprimidos, así que las etiquetas, las razas y los orígenes deberían importar cada vez menos.
No sólo eso, sino que en el contexto de un mundo cada vez más polarizado y oscuro, da gusto que nuestros héroes en lugar de andar peleándose luchen codo con codo por la libertad y por la justicia.
«Quentin es… un proyecto en desarrollo«
Se puede entender por lo anterior que me ha gustado mucho esta entrega de los Vengadores. Así es, y me gusta aún más cuando me encuentro con pequeños reconocimientos como el de Glob Herman, que lleva ya una temporada (desde Krakoa y antes) dedicado a la agricultura y la hostelería y con bonitas escenas como la que significa el reencuentro entre Tony Stark y Hank McCoy o la hermosa conversación entre Tormenta y uno de los mutantes más ‘atormentados’ de este siglo y que, sin embargo, podría fácilmente convertirse en una versión júnior de la diosa africana: Idie.

Los Vengadores #20 (#174)
Me gusta un poco menos el trato que MacKay le da a Quentin Quire. Me parece agotador y contraproducente lo que este y otros autores hacen con este personaje. Porque por cada dos pasos que da en pos de su maduración (en la Era de Krakoa le llegamos a ver como el adulto que en el fondo ya es) de pronto llega un autor y le vuelve a colocar en la casilla de salida de su maduración. Quire, con todo el drama de sus muchas muertes y la pérdida de su amor con una de las Cucos, había crecido sin renunciar a ese carácter contestón y macarra que le caracteriza. Da verdadera pena volver a verle como un simple mocoso por el simple hecho de que a este guionista le venga bien tenerlo más como alivio cómico que como un personaje a desarrollar.
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