«La victoria ha tenido su precio«
Incompleto. Inconcluso. Insuficiente… Uno termina de leer este D.I.O.S.E.S. #8 y se queda con cara de tonto, volviendo páginas atrás en busca de algo que se le haya perdido y suspirando, frustrado, cuando no lo encuentra. D.I.O.S.E.S. se anunció como una enorme revolución para la Marvel mágica y para el panteón de dioses de la editorial y, sin embargo, nos hemos quedado con una historia extraña, complicada de entender y sin un final claro al que aferrarnos. ¿La magia en la Casa de las Ideas? Poco cambia salvo que contemos con la incorporación de Mia al elenco de magos de la editorial y en cuanto al panteón… Pues poca cosa de verdadera relevancia por el momento (aunque ya veremos qué uso dan a las nuevas incorporaciones autores venideros).
Total, que D.I.O.S.E.S. queda como una suerte de introducción a la nada de la que extraer personajes y conceptos a placer de los autores que traten de sorprendernos en la nueva etapa de la editorial norteamericana. Y esto no deja de constituir una pequeña gran decepción para quienes de verdad esperábamos grandes revelaciones y cambios sustanciales en las reglas que rigen este apartado de la Casa de las Ideas. Quizás sea que Jonathan Hickman necesite algo más de tiempo para desarrollar todo lo que nos pretende contar, pero sospecho que, de ser así, ya habríamos visto más de una o dos pistas en las grapas que nos ha venido trayendo cada cierto tiempo Panini. No. Me huelo que o bien alguien le ha puesto un par de palos en las ruedas a esta historia o que el propio Hickman no ha sabido bien hacia dónde llevarla desde el principio (no va siempre a crear grandes obras maestras y, además, ahora anda bastante ocupado con el bombazo que ha supuesto su Ultimate Spider-Man).
«Mi vida… Un lienzo de milenios…«
En esta última entrega asistimos a un paseo por el tiempo y el espacio de Wyn, quien cien años en el futuro se plantea la posibilidad de dirigirse (dando un gran rodeo) al momento en que todo cambió para él y para Aiko para ver si podría existir un futuro diferente para los dos. La cosa es que tampoco esto se nos termina de clarificar y no llegamos a saber si todo lo que hemos presenciado a lo largo de esta miniserie ha quedado deshecho (con lo cual una segunda temporada vendría a contarnos las enormes amenazas a las que debe hacer frente un nuevo grupo de personajes) o, si no es así, qué nuevas aventuras ha de vivir el bueno de Wyn en un mundo en el que su amor por Aiko es un suceso imposible, el joven Dimitri se ha sacrificado en una misión suicida y Mia, la aprendiz de magia, le ha negado la palabra a una maestra que accedió a perder la vista a cambio de su libertad.
D.I.O.S.E.S. me ha resultado algo decepcionante y no sé si una segunda temporada (aún no anunciada, pero sospechada para la primavera del año que viene en Estados Unidos) va a compensar lo fuerte que se ha pinchado el globo. El dibujo, las portadas y los personajes son una pasada, pero a veces con todos estos excelentes ingredientes no termina de cuajar una historia que merezca la pena nuestra inversión.
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