Mutafukaz

Mutafukaz: Oriente y Occidente

Confieso que, de un tiempo a esta parte, vivo fascinado por el trato que se da en Francia al mundo del cine en general y al cine de animación en particular. Las cintas de este género que se producen en el país galo pueden ser de mayor o menor empaque en cuanto a su historia, pero existe un cuidado en su producción y una búsqueda de calidad constante que nos dejan con cosas muy interesantes de cuando en cuando (las dos últimas cintas de Astérix son gloria bendita). Y lo cierto es que no debería sorprenderme, pero el reinado de la todopoderosa Disney-Pixar y el resto de producciones norteamericanas tiende a eclipsar en cierta medida a las producciones del resto del mundo. En España, sin ir más lejos, tenemos una industria animadora bastante interesante que ha dejado pelotazos como Tadeo Jones, que será más o menos simple, pero no se puede negar su efectividad y el hecho de que tiene detrás una labor de animación muy trabajada.

 

Mutafukaz

Mutafukaz

 

Volviendo a la película que nos ocupa, hoy nos encontramos con una producción que aúna lo mejor de la animación francesa con estilos y formas nipones (la cinta está dirigida a dos manos por Guillaume Renard y Shôjirô Nishimi, que viene de participar en cositas como la icónica Akira). Esto se traduce en una orgía visual que nos regala escenarios barrocos y coloridos (preciosos) y una animación 2-D fluida y plástica en la que somos testigos de las deformaciones corporales clásicas del anime mezcladas con formas, colores y movimientos más típicos de la animación europea clásica. Dicho de otro modo, Mutafukaz es una auténtica delicia en su apartado visual que ya desde los tráilers y los anuncios en redes sociales quise ver en pantalla y que no me ha decepcionado ni un ápice. Podría volver a ver la película sin sonido una vez más sólo para disfrutar de cada una de sus escenas y del mimo con el que están hechas.

 

Pero sólo con eso no tendríamos más que un experimento artístico interesante sin más. Para sumarle al conjunto, tenemos una historia (basada en los cómics de idéntico título escritos por el propio Renard bajo el seudónimo RUN) que tira de ciencia ficción y de modos muy japoneses para contar una historia que, en el fondo, tiene los pies mucho más en la tierra de lo que parece. Las aventuras de Angelino y Vinz no dejan de ser las de dos despojos de la sociedad en las barriadas pobres de una gran ciudad (se nos cuenta que es americana, pero podría ser francesa, española…), abandonados por las autoridades y tratando de sobrevivir en un mundo que o bien les ignora o les trata de devorar.

 

Mutafukaz

Mutafukaz

 

Lo que se nos cuenta en Mutafukaz no es apto para todos los públicos (la cinta no está recomendada para menores) ni pretende serlo. Renard nos cuenta una historia violenta y salvaje en la que se hace una crítica feroz a la sociedad actual y al modo en el que nos olvidamos de sus integrantes invisibles. Y lo hace con una cinta de ritmo frenético y diálogos rápidos y divertidos en la que no cuesta nada de esfuerzo empatizar con los protagonistas. Mutafukaz es una de las sorpresas más gratas en el campo de la animación en lo que llevamos de 2019 en este país.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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