10.000 km

10.000 km: ¿Cuánto mide el amor?

¿Cómo llevarían Ulises y Penélope lo de la distancia hoy en día? Las redes sociales suplirían la artificiosa labor de tejer y destejer por la noche. Actualmente no son ellas las que se quedan hilando y verlas venir. También persiguen sus sueños y desgraciadamente, España no está hoy en día muy boyante en eso de ofrecer aventuras. De modo que toca partir.

 

Carlos Marqués-Marcet sorprende por su originalidad y versatilidad con esta historia. Para muestra, el inicio. Todo arranca con un fantástico plano secuencia de más de veinte minutos: un vistazo rutinario a la bandeja de entrada del mail tras un polvo, y todo cambiará en la relación.

 

El director novel vierte todo el peso sobre Alex (Natalia Tena) y Sergi (David Verdaguer), tan creíbles, tan auténticos y contentos con sus siete años juntos… La fuerza de la película –además del brío que desprende su cercano argumento– es el trabajo de estos dos pesos pesados. Sus interpretaciones desgarradoras afloran emotividad hasta la exasperación; da igual que sea a distancia (juntos tienen muy pocas escenas), porque han creado una pareja de verdad. Ella se ha curtido entre colosales superproducciones como la serie Juego de tronos o alguna que otra parte de la saga Harry Potter. Él ha crecido en los escenarios. Juntos, cara a cara, asumen el reto de llenar la pantalla solitos. Y han salido vencedores.

 

10.000km

 

Las historias de época rezumaban un halo romanticón conseguido gracias a la comunicación por carta entre amantes separados. Ese talante brilla por su ausencia en esta ocasión. Los tiempos cambian y todo se torna más mecánico y más inmediato. La comunicación epistolar tiene una connotación novelesca muy difícil de suplir. Ahora la utilitaria era tecnológica «acerca» más. Cuánta ilusión se desprende por una ventana de Skype. Una actualización en Facebook puede desembocar en una llorera, un whatsapp inesperado dibuja sonrisas, o un retweet alegra una mañana aburrida. Sin duda el amor ha evolucionado. Mejor dicho, las vías por donde éste se expande, y este relato se cuenta por los nuevos canales que se usan a diario, las videoconferencias y las redes sociales.

 

La cinta pone a estudio la incertidumbre que la sociedad llevaba cuestionándose tiempo ha, esa que la publicidad de operadoras telefónicas prometía desde hace varias campañas ¿Realmente la tecnología une a las personas?

 

Avances comunicativos aparte, parece que el título mide la diferencia entre la felicidad y la desdicha. Porque con el alejamiento aparecen nuevas diversiones, nuevos retos y un mundo por descubrir, como el que ha encontrado Alex con su beca en Los Ángeles (aunque la cinta esté rodada en Barcelona), mientras que Sergi se queda en la Ciudad Condal con su vida de siempre. He ahí el meollo de la película. Da igual que los sentimientos viajen por carta, en botellas o por fibra óptica. El interrogante planteado al público es si la proximidad es relevante o no.

 

Fresca, tierna, rabiosa de tan original que es… Esta amplia distancia merecía el protagonismo que obtuvo en el palmarés de Málaga. España no tiene Sundance, pero el festival andaluz sabe valorar a las piezas independientes patrias con estrella. El año pasado fue Rodrigo Sorogoyen el que revisaba el amor con su Stockholm. Ahora ha sido Marques-Marcet, y se ha ido por la puerta grande.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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