«El hermano de Kylian Mbappé y cancelo la deuda de Quick con el estado francés«

Quienes me venís leyendo por estos lados de un tiempo a esta parte sabréis que siento una especial debilidad por la obra de Bastien Vivès desde que cayó en mis manos Polina y hasta la lectura de Catorce de Julio hace ahora cosa de un cuatrimestre. Pues bien, dentro de la obra de este autor hay una serie de pequeños álbumes a los que no había tenido acceso hasta ahora por el motivo que fuera y que descubro justo cuando se publica el último de ellos. Uno dedicado al fútbol que, sin ser una de mis pasiones, es algo de lo que todo el mundo termina sabiendo un poco, aunque sólo sea por las conversaciones alrededor de la cafetera en la oficina o los viajes nocturnos en coche sin más compañía que la radio.

Y descubro en este álbum una faceta de Vivès que desconocía. Un sentido del humor que va desde la fina ironía hasta la auténtica sobrada para darle un repaso completo al deporte rey en Europa. El autor no deja títere con cabeza y reparte para futbolistas, representantes, entrenadores, presidentes, árbitros… Llevando las actitudes y las realidades que todos conocemos al límite para, por reducción al absurdo, reírse de las incongruencias de este gigantesco mercado y denunciar las auténticas locuras que lleva esta industria asociada. Deportistas que son poco más que niños obligados a convertirse en adultos de golpe, equipos que se convierten en empresas tan potentes como para decidir en la política de un país, reglas que poco a poco van convirtiendo el deporte en algo técnico y aburrido de ver… Nunca diciendo algo de forma directa, pero dejando muy claro por las situaciones lo que el autor piensa de cada uno de los temas que pretende abordar.

«No hay ni un día, ni una hora, en que un hijo de puta no me pida una camiseta«

La cosa es que cuando he cogido este tomo y lo he ojeado no tenía muy claro si me iba a gustar. La misma viñeta (o prácticamente) se repetía con la única variación de los bocadillos en los que una pareja de empleados de un club discutían sobre la música a reproducir antes de que comenzara un partido. Sin embargo, Vivès sabe muy bien lo que se hace y nos mete el gol por la escuadra: aun sin saber si nos va a gustar nos termina ganando por los remates que fabrica para los chistes de esta pequeña obra de arte. Y al final uno se encuentra habiéndose leído más de la mitad del tomo en el rato que había escogido para simplemente ojear esta novedad de Diábolo Ediciones. Porque El Fútbol se lee muy rápido, aunque de vez en cuando tengamos que pararnos para poder reírnos a gusto.

Bastien Vivès #7: El Fútbol

Me encanta también el hecho de que, aunque haya chistes que van a disfrutar mejor los amantes de este deporte o, simplemente, quienes se hayan dedicado a mantenerse informados sobre las idas y venidas de los astros que copan las pantallas de los bares un fin de semana sí y otro también, lo cierto es que hay muchos gags que van especialmente dirigidos a quienes están un poco saturados de tanto Messi, tanto Vinicius y tanto jeque árabe comprándose un equipo como quien se compra una nueva motocicleta. El Fútbol me hace redescubrir a Bastien Vivès y Bastien Vivès nos hace redescubrir el fútbol.