La serie protagonizada por la prima de Superman sigue dejando las mismas buenas sensaciones que el tomo anterior, reivindicándose como la auténtica cabecera de referencia de la familia kriptoniana (a la espera de que empiecen a publicarse las aventuras de Superboy). Así, nos reencontramos con Kara tal como la dejamos hace unos meses, aturdida ante la ingente cantidad de información que debe procesar, aunque algo más calmada y haciendo grandes esfuerzos para familiarizarse con sus poderes e intentar recuperar algunos recuerdos de su familia y el que fuera su hogar en busca de respuestas. Porque a día de hoy Kara Zor-El se mueve impulsada por la necesidad de respuestas y solo actúa como una heroína cuando las circunstancias así se lo imponen. No deja de ser una adolescente desamparada en un entorno hostil que ni comprende ni la comprende. Solo necesita un poco de espacio para tomar un poco de perspectiva y mentalizarse de su nueva realidad.

Pero como ya nos podemos imaginar, las cosas no siempre salen como a uno le gustaría y Supergirl no va a tener ningún respiro. Si quiere habituarse a su nueva vida tendrá que hacerlo con mucha premura o acabará madurando a golpes (de sus enemigos, por supuesto). Este segundo tomo sirve para presentar a una de sus villanas clásicas, Silver Banshee, a la que reinventan y dan un nuevo rol.

El aspecto más atractivo de esta colección es el poder viajar con la protagonista y seguir su evolución paso a paso. Pongamos como ejemplo la serie mensual de Superman. Desde el primer momento Clark es como es, no se puede profundizar en sus motivaciones y dirigirlas hacia algún lugar que se aleje de las convenciones establecidas. Por mucho reinicio que haya, el único margen realmente amplio que tienen los guionistas es sobre el mundo que le rodea, no sobre él. Con Surpergirl, en cambio, los autores sí pueden empezar de cero, tienen ante sí una tabla rasa sobre la que inscribir lo que se desee sin miedo alguno. ¿Y por qué? Básicamente porque de primeras no es una de las series referencia DC, como sí lo son la ya mencionada Superman o Batman (y ya hemos comprobado como les ha afectado esta nueva continuidad), con lo que no tendrán a fans garrote en mano si no les gusta lo que hacen con sus héroes.

Aquí vamos de la mano de Kara, hasta el punto de que Michael Green y Mike Johnson nos ponen a su nivel. Siempre contamos con la misma (poca) información que ella, trasladándonos de forma inmediata sus dudas y temores hacia el extraño mundo al que ha ido a parar. Sentimos y padecemos lo mismo que ella, nunca podemos adelantarnos a lo que le espera. Si Kara desconoce sus fortalezas y debilidades o que ha sido de su mundo, nosotros tampoco tenemos derecho a saberlo. Estamos a su lado en lo bueno y en lo malo.

El tomo además empieza a sembrar de secundarios la vida de nuestra kriptoniana favorita. Conocemos a un par de aliados que la ayudarán a asentarse en La Tierra y conocer nuestras mundanas costumbres, lo que da lugar a algunos momentos muy divertidos que equilibran el tono general de la obra. Y para finalizar… nada como atisbar el comienzo del crossover kriptoniano: La llegada de H’El.

Superman Año Cero

¿Por qué incluir el comentario de Superman Año Cero en este artículo? Entre que el Annual de Action Comics está un tanto desfasado (la acción se sitúa justo después de Superman #3), que de Superboy solo estamos ante un primer acercamiento (aunque con bastantes respercusiones para el futuro del crossover kriptoniano y las series implicadas), Action Comics #0 es una versión extendida de los últimos días de Krypton (que leímos en Superman #4), y que Superman #0 no es sino otro ejemplo más de las bondades del Hombre de Acero y fuerza como símbolo de esperanza (una imagen tan redundante como la del amor de Peter Parker por su tío Ben), es Supergirl #0 quien más alicientes tiene para su lectura.

Su lectura (la de Supergirl #0) es interesante en la medida de que muchas de las incógnitas que había en torno a Kara se desvelan en este número cero. Los acontecimientos se sitúan justo antes de Supergirl #1, antes de que la joven kriptoniana fuera enviada a La Tierra, con lo que además es la ocasión perfecta para ahondar en el fin de Krypton desde otro prisma que no sea el de Jor-El y Lara y nos permite conocer la relación que existía entre Kara y sus padres.

Aunque no solo ofrece respuestas, también plantea nuevos interrogantes, sobre todo en torno a Superboy, cuyo camino parece íntimamente entrelazado con el de la heroína. Esto nos lleva precisamente a Superboy #0, una historia que tiene sus raíces (o inspiraciones) en relatos como El Mundo de Krypton de John Byrne y que presenta tanto al personaje (antes de ser reclutado por los Jóvenes Titanes) como el dilema interno que a buen seguro le estará atormentando durante La llegada de H’El. Consigue además despertar un tremendo interés por conocer más acerca de sus aventuras. Así, la espera para un tomo que recopile las primeras historias de Superboy en el nuDC puede hacerse terriblemente dura.

En cuanto a los relatos referidos al Hombre del Mañana, destaca ese acercamiento de Action Comics #0 hacia el descubrimiento por parte de Jor-El de que su mundo se muere, que esconde una gran cantidad de tramas sobre las que algún guionista con buen ojo podría escribir en un futuro próximo. Incluye también una última página y un epílogo que, como en el resto de historias incluidas en este Año Cero, destapa muchos interrogantes.

Y con un Superman #0 que evoca a otra lectura reciente (Spiderman por una noche, incluida en El Asombroso Spiderman #76), nos quedamos con las últimas páginas del Annual de Action Comics. Ocho páginas escritas por Max Landis (sí, el hijo de John Landis) que, sin necesidad alguna de diálogo, nos presentan un relato aterrador y a un personaje que dará que hablar de aquí a unos meses.