Si a priori esta es una colección que nos invita a dejarnos llevar por la pereza y uno llega a ella más por la inercia de seguir las aventuras de Superman que otra cosa; en cuanto leemos las primeras páginas Supergirl despliega todo su potencial descubriéndose como una de las series más estimulantes de todo el (nuevo) universo DC.
La kriptoniana que mola es Kara Zor-El y no el «reporterillo» Clark Kent al que han dado vida George Pérez y Grant Morrison. Pensemos por un momento en Superman, en sus orígenes. Llega a La Tierra siendo un bebé y es criado por los Kent como si fuera su propio hijo, como un humano más, asumiendo sus poderes (que van apareciendo poco a poco) con suma naturalidad. Y ya en la edad adulta decide autoproclamarse defensor del planeta que lo ha visto crecer.
Ahora imaginemos a un Kal-El adolescente, que aterriza desorientado en La Tierra. Su último recuerdo es estar con sus amigos en Kandor. No sabe ni donde se encuentra ni donde están sus seres queridos. Ni siquiera recuerda haber cruzado medio universo para salvar la vida. Kripton ha desaparecido, pero él lo desconoce. La situación no parece más que una mala pesadilla de la que no logra despertar. Y para colmo su cuerpo se descontrola: empieza a tener visión de rayos X, superfuerza, controla su temperatura a voluntad, puede volar… Pues esta es la coyuntura en la que nos encontramos con Kara (Supergirl). La chica es una bomba de relojería, no controla sus nuevos poderes y está aturdida, no sabe como reaccionar ante una situación que la supera y en la que no quiere creer.
En este sentido se trata de un excelente complemento a la historia de Superman, son las dos caras de la misma moneda. Dos kriptonianos perdidos en busca de un hogar. El primero se siente un extraño en casa y necesita descubrir sus orígenes. A la segunda le ha sido arrebatada su vida, su pasado… debe reinventarse y crear su propio futuro a partir de cero. Ambos desean encontrar su lugar.
Este primer tomo de la colección escrita a dos manos entre Michael Green y Mike Johnson recoge un arco argumental completo que tiene por objetivo explicar el origen de la heroína. Son siete capítulos en los que se sientan las bases de la serie, además de anclarla dentro del nuevo universo DC y del presente de Superman (o lo que es lo mismo, en el mismo marco temporal que las aventuras escritas por George Pérez). No hay más que acordarse de su «actuación estelar» en el nº 7 de la colección del hombre de acero.
Al igual que hiciera Morrison en los primeros números de Action Cómics, en Supergirl asistimos a varios flashbaks que nos explican como era la vida en Argo (ciudad natal de Kara) y que a su vez van tejiendo algunos de los misterios que se desarrollan a lo largo de la narración y que seguirán dando que hablar en un futuro cercano. Todo hilado a la perfección, dando la dosis justa de información y de suspense… hasta la penúltima página. Cuatro viñetas que con el ánimo de sembrar la duda y fomentar el interés del espectador, quizás deja demasiadas pistas para los lectores más avispados. La esperanza está en que lo que parece tan previsible (y justificado) realmente no lo sea tanto.
Aún con eso, el nivel de la obra es bastante notable, muy entretenida, con un guión conciso, directo, que se deja de florituras y presenta a unos pocos personajes a los que deja bien definidos. Quizás haya quien pueda tildar a los villanos de arquetípicos o simples, pero es que están en segundo plano. El interés radica en Supergirl, es sobre ella, sobre su forzosa y brusca maduración. El papel de los secundarios en este tomo es el de ir abriendo puertas a la protagonista para que desarrolle su historia. Los villanos son meros retazos que han sembrado la semilla de lo que podrán ofrecer en futuras aventuras.
Y si este argumento no convence a nadie, ¿qué más da? Un malo malísimo siempre queda bien en un relato de superhéroes.
Mención especial merece el trabajo de Mahmud Asrar a los lápices, que tenía ante sí un reto enorme. Más allá de la buena disposición y composición de las viñetas o lo dinámico de los dibujos, el aspecto más interesante es la expresividad que logra plasmar en las caras de los personajes (especialmente en Supergirl). Nunca mejor dicho, Kara parece un libro abierto ante nosotros. Este detalle es importante porque uno de los rasgos que mejor definen a esta nueva concepción del personaje es que se deja llevar mucho por sus emociones y tiene un intenso discurso interior. Plasmar todo eso en su rostro es crucial para definirla.
Como complementos de este tomo editado en tapa blanda (los llamadso TPB o tradepaperback) hay dos artículos de Javier Olivares, una insustancial entrevista con los autores de la serie (en la que se dedican a hablar de los «secretos» que acabamos de leer en el cómic) y las portadas originales.
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