De funcionario de prisiones en una cárcel de Zamora a vampiro moderno en plena ciudad de Madrid, Alberto Ammann se transforma para la miniserie No soy como tú que, siguiendo la estela de películas como Crepúsculo o series como True Blood, nos muestra a unos seres alejados del terror clásico para adentrarse en el drama, el romance y los conflictos de identidad.

Pregunta: ¿Qué puede aportar de diferente «No soy como tú» al género de los vampiros?
Respuesta: Si bien tiene todos los elementos de las historias de vampiros: romanticismo, carga sensual, todos los elementos que tienen las películas de vampiros; hay una cosa que es… además de que transcurre en Madrid – de que se ve que es Madrid – tiene un sello muy personal. También hay una cuestión que a mí me parece interesante que es el tema de las diferencias de estos dos chavales principalmente y luego en general este grupo de chavales que está en el centro… el conflicto está mucho más puesto también no solo en que son mestizos, que son vampiros, sino en que están buscando su sitio en la vida, en la sociedad, en el mundo. hay un paralelismo que para mí es interesante que tiene que ver con la aceptación, con el integrarse, con el saberse diferente y cuando eso es un conflicto, pues donde lo pone a uno y como uno lucha por encontrar su sitio en la vida, en el mundo. Creo que es un punto que está bastante resaltado y que eso diferencia un poco de otras producciones que están mucho más puestas pues en lo visual, en la importancia del despliegue técnico, de los efectos. Y aquí en ese aspecto no tiene nada que envidiarle a producciones extranjeras muy grandes. Se pone muy a la altura de eso y además tiene este sello personal que tiene que ver con una cuestión más humana…

P: Sí, viendo las imágenes se nota que se centran en la historia de los dos jóvenes, en el aspecto más humano y romántico dejando de lado los elementos del terror.
R: Sí. Si bien no dejan de estar esos factores, esos elementos, sí que está puesto más el ojo ahí, y para mí eso es un acierto.

P: Las comparaciones con filmes como Crepúsculo son inevitables. ¿Cómo pueden afectar a No soy como tú? ¿De forma positiva o negativamente?
R: No veo porque pueda ir en contra digamos. Crepúsculo también es una historia más de vampiros, está bien hecha y eso – yo no la he visto, lo que he visto son trozos – y sí me puedo dar cuenta de que hay una producción enorme… los viejos elementos de las historias de vampiros se han modernizado, se han puesto a la altura de los niveles técnicos que hay hoy en día y está bien hecho. Se podría haber dicho lo mismo de Crepúsculo frente a la película de Coppola o las viejas historias de vampiros – a mí me gusta mucho Klaus Kinski en Nosferatu por ejemplo, y es una frikada absoluta para algunos, pero bueno -. Es qué te toca a ti de una historia. A mí me gusta en Nosferatu puntualmente ver a un Drácula que parece un indigente, que no tiene donde vivir, va con sus cajones por ahí… el mismo llevándoselo, que ya no tiene siquiera servidumbre porque se los ha cargado a todos. Es una cosa interesante. Siempre da para más esa historia. Están los elementos de romanticismo, del erotismo, de la sensualidad, del amor faltante eternamente, de esa imposibilidad de concretar una relación normal. Pues a partir de ahí siempre hay algo para agregar.

P: Drácula fue la que rompió un poco y abrió distancia con lo que se había hecho hasta entonces.
R: Claro, Coppola… fue un acierto. Además de ver a Gary Oldman ahí tan grande, produce rechazo y luego tiene un personaje que tiene una carga de sensualidad muy grande y parece casi un artista: un poeta, un escritor, un pintor… y justamente con todo este despliegue técnico pues sí, yo creo que él ahí hubo una ruptura, para mejor. Las historias de vampiros todavía están vigentes, todavía se puede seguir agregando cosas, que las historias vaya creciendo… y yo creo que es también lo que ha alentado un poco que salgan cosas como Crepúsculo y que ahora podamos estar hablando de No soy como tú.

P: En cuanto a tu personaje, ¿cómo ha sido la preparación?
R: Tenía la opción de verme todas las películas estas modernas, las series, todo esto y dije: «paso, paso»… las historias de vampiros están en uno desde la infancia, creo que hay que hacerle caso al instinto y justamente en este caso, más aún. Quería evitar todo tipo de contaminación de producciones que estén más cerca en el tiempo e irme un poco a la esencia de los conflictos: de la imposibilidad de tener una pareja o una relación, o de saber que tu pareja va a morir antes que tú, que vas a verla envejecer, que vas a seguir siendo joven y tu amor va a tener setenta años y tengas que acompañarla… tiene una parte muy bonita, muy romántica; y a su vez también toda la cuestión animal, el instinto. Que es lo que pasa cuando uno explora el propio instinto a nivel de personaje, a nivel de búsqueda como actor, creo que es muy interesante y siento que acerté en explorar más por ese lado y no de ponerme a ver cosas, o sea series o películas que estén muy cerca en el tiempo.

P: En Celda 211, de los actores eras de los más jóvenes y ahora en No soy cómo tú eres de los mayores, ¿cómo ha sido ese cambio?
R: Maravilloso (risas). Bueno, es que lo chavales tienen una energía y una cosa… y no sé, a mí me conocieron un poco obsesivo en algunos casos y llega un punto en que, si bien mi experiencia profesional está en pañales y ahora he hecho cuatro películas así del tirón ha sido como una sacudida muy fuerte para mí. Entonces como que empiezo a replantearme cosas y me doy cuenta en un momento de que a veces la obsesión ésta por acertar, por estar a la altura, por trabajar bien, por encontrar cosas para el personaje, por esto lo otro… a veces te hace olvidar que tienes que disfrutar. Y el trabajar con todos los chavales fue una maravilla porque me recordó claro si – es que el teatro también – la interpretación es juego… entonces como volver a poner más de ese condimento en la balanza para que esté por un lado la búsqueda de la profesionalidad pero por otro lado también la relajación que te da disfrutar de estar haciendo esto, de viajar, de imaginar, de jugar… fue fantástico.

P: El proyecto te llegó igual que Celda 211 ¿no?, de mano de Eva y de Yolanda
R: Son mis hadas madrinas (risas). Me acercaron el guión y me dijeron: «Alberto, dinos que te parece esto«. Tenemos una relación muy amistosa y yo lo leí y me sorprendió gratamente, entonces pues dije que sí muy rápido.

P: Y en cuanto a tus próximos proyectos, ¿nos puedes hablar un poco de Lope?
R: Lope no es una obra biográfica puntualmente, si bien sí que son hechos que pasaron en la vida de Lope, son hechos que pasaron en varios años de su vida que están un poco comprimidos en meses, en un año más o menos. Y sí que fue una maravilla acercarse a ese mundo y sobre todo de un escritor que si bien la película es sobre la juventud de Lope, sobre antes de que Lope fuera Lope el escritor… es un autor que está un poco dejado de lado y es una persona que ha contribuido a la literatura universal enormemente, de los que más. Yo espero que la película también pues anime a la gente joven a interesarse un poco también, no solo por su obra literaria, sino por todo lo que vivió este hombre, Lope de Vega, es digno de conocerlo y sobre todo para aprender. Yo he aprendido mucho explorándolo.

P: Es una figura muy interesante…
R: Sí, y aparte es sobre todo un tipo joven que se metió en un ámbito muy difícil, en una época y fue un precursor, y tuvo el valor importante de modificar la cosa, de modificar un poco las ideas sobre la interpretación, sobre las obras, sobre el teatro… un tipo muy lanzado. Aparte que amó como bueno… (risas).

P: Celda 211 se estrena el 25 de junio en México.
R: Se ha estrenado en Colombia no hace mucho… bueno lo de Celda es bastante increíble. Me llegan mensajes de Grecia, de Japón… es un poco abrumador. La gente, a pesar del lugar en el mundo donde esté pues conecta con la historia de una manera muy humana. O sea, toca a lo humano. Yo creo que eso es el gran acierto de Celda.

P: Hemos leído que también andas con algún proyecto musical
R: Estudié tres años de guitarra clásica en el conservatorio y en la primaria tuve interpretación durante siete años y música. Y eran las dos asignaturas pues que estaba enamorado de ellas y a pesar de que di vueltas por otros lados, luego volví y estudié… yo quería ser concertista de guitarra clásica hasta que me encontré de nuevo con la interpretación y bueno, pues se fue. Todo quedó en un segundo plano. Y en el estudio de Juan Carlos Coraza conocí a unos compañeros que son hermanos, y son actores también y empezamos a hacer música de nuevo. Y esa relación amor-odio que yo había tenido con la música en la cual mi guitarra había pasado seis años sin salir de la funda, y seis años es mucho. Me volví a enamorar de la posibilidad de hacer música y estamos juntando instrumentos de todas partes del mundo y estamos ensayando… tenemos horas y horas de grabaciones para posibles temas. Y ahora estamos organizándonos para empezar a armar una banda ya.

Fotos: DANIEL LOBATO