Alice Rohrwatcher: «En un rodaje no hay tiempo para inspiraciones»

Alice Rohrwatcher empieza la entrevista advirtiendo que no es una historia autobiográfica. Su película El país de las maravillas  posee un halo melancólico y quizá familiar, y enfatiza la importancia de hablar más del filme. Con ella encandiló en Cannes con la dulzura que emana no sólo la miel de los panales, también la historia de esa familia con cuatro hermanas. En Sevilla igual. Y ella ha hablado de su película en su paso por Madrid.

Pregunta: En otras entrevistas has declarado que el título se debe a que quieres hacer una declaración de amor a la idea de la maravilla…
Respuesta: El título original es Las maravillas (Le meraviglie). Para mí era una palabra que tiene dos sentidos: por un lado es una palabra muy usada en todo. En italiano se utiliza mucho en la publicidad. Pero al mismo tiempo es una palabra muy bonita porque viene de “mirar”, del latín mirari (admirar), y es algo que entra por los ojos pero no se puede definir con palabras. Me gustaba el tener una referencia al mirar en el título, porque podemos hablar horas sobre el personaje o la historia pero esto es una experiencia visual, no es una experiencia dramática.

P: La película parece una metáfora de cómo se está derrumbando toda la sociedad capitalista ¿Es eso lo que querías expresar?
R: Eso quizá sea mucho… pero si se entiende así, me parece bien. Para mí es más el hecho de que hemos destruido el campo y ahora lo vendemos para los turistas. Es un paisaje de un abandono muy repentino de la tierra, con un cambio muy brusco que luego se usa para hacer paquetes turísticos. Y usando el pasado de una forma sorprendente: antes no se hablaba de él y ahora se enseña a gritos. Antes se huía del campo porque las familias lo pasaban mal y después vuelves a hablar de ello. Es casi una relación de violencia y abuso. Ahora se vuelve y se intenta vender con fines turísticos.

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P: La figura del padre es también una crítica a un mundo con falta de miras
R: El padre es una figura positiva en el momento en el que su hija lo puede comprender. Es como en La sal de la tierra hay un momento en el que Juliano Salgado dice “Mi padre nunca estaba ahí, pero lo he comprendido”. Ese momento me hizo llorar, cómo un hijo es más grande que su propio padre. El padre tiene una misión y él tiene que comprenderlo como hombre y como padre. Aquí me parecía que Gelsomina puede entender las dos partes, a pesar de que él es mucho menos heroico que Salgado (ríe).

P: ¿Qué te inquieta más: dirigir o escribir el guion?
R.: Me da miedo hacer entrevistas grabándome con una cámara, lo demás lo puedo hacer (ríe). Pero respecto a dirigir y escribir, una cosa lleva a la otra, no se puede separar, lo veo como una misma cosa.

P: La película tiene un aura felliniana muy curiosa, pero cuando te ha preguntado has dicho que cuando una influencia de verdad suele ser inconsciente. Y en tu inconsciente, ¿Qué influencias tienes para haber sacado esas imágenes de la película?
R.: Hay una referencia directa a Fellini porque Gelsomina es el nombre de un personaje de Fellini (La Strada), pero en la película ese nombre que han puesto sus padres a su hija. Era para expresar algo sobre ellos. Se llama Gelsomina, Marinella,  Caterina… Todos son personajes de libros, de música, de películas. Era para contar cómo dos personas que aman el campo pero aman la cultura, y la cultura que ellos aman es la misma que disfruto yo. La de Fellini, la de De André, Elsa Morante… hay varias diferentes. Las influencias, al ser inconscientes, es difícil saberlo. Y menos mal que no lo sé porque si lo supiera no conseguiría nada. No me dejé llevar tanto porque en la película en sí hay un camello corriendo por ahí, unas chicas corriendo por el otro lado, problemas de organización, hay que hacer pausas… No hay tiempo para las inspiraciones. No hay improvisación.

P: Cuándo rodaste esta película, ¿Pensaste que iba a tener la aceptación que ha tenido en festivales? ¿Cómo ha cambiado tu vida como directora después de recibir los premios?
R: Para nada. Si fuera así, sería muy fácil ganar premios. Nunca se sabe, cuando estás trabajando te parece todo un desastre. Y mi vida no ha cambiado y no concibo pensar la vida de esta manera, no hay un antes o un después tras el éxito. Hay mucha más responsabilidad pero también mucha felicidad.

P: La película habla además de todo el espectáculo de la televisión, de los realities que se montan con cualquier cosa…
R: La televisión que quería contar era la que pertenece a la edad de piedra tecnológica, era lo que teníamos en mente desde el principio, reflejar esa televisión. Porque habla del hoy, pero intentando enseñar si fuera la prehistoria. No pretendía enseñar un reality de ahora, sino sobre un contenedor llamado televisión, donde se necesita contar la verdad, pero cuando se cuenta, ya no es tan verdad.

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P: Has mencionado que no había improvisación en la película, pero con las niñas pequeñas habrá sido un poco caos. ¿Cómo has trabajado con ellas, y con  las mayores, sobre todo con Gelsomina?
R: Fue una tragedia (ríe). No, no hemos improvisado nada, hubo muchos ensayos. Fue complicado pero se divirtieron mucho. Nada se improvisó, ni siquiera la escena de los gritos con el camello, la escena estaba escrita exactamente de esa forma. Ensayamos los gritos también incluso.

P: ¿Pensaste desde el principio en Monica Bellucci para el papel de la presentadora de televisión? Es casi metafórico que sea ella la actriz para ese papel…
R: Sí. Ella era la única persona que todo el mundo conoce. Es un personaje “unificador”. Cuando haces una película necesitas mucho de esto, porque da mucha energía tener a alguien que unifica todo,  a los niños, las abuelas, todo el mundo sabe quién es. Fueron sólo tres días o cuatro de rodaje con ella, (ríe).

P: Desde que debutaste ¿Qué es lo más importante que has aprendido que te haya servido para realizar esta película?
R: Yo nunca aprendo nada (ríe). Hay tantas cosas que es difícil. Se aprende a hacer un trabajo que cada vez que lo haces lo quieres hacer mejor, y nunca se aprende algo definitivo. Es un misterio, es como ser un funambulista, lo que más quiero aprender en la vida es a caminar sobre el hilo porque es la acción más simple del mundo pero con todos los músculos tensos y con peligro. Lo puedes hacer pero nunca lo puedes aprender en definitivo.

P: En la historia devuelves la vida a una casa abandonada, ¿Por qué optas por  dar vida a algo que ya se da por perdido y por qué esa casa en concreto?
R.: Es justo lo que dices. Lo primero que quise al hacer esta película fue buscar una casa abandonada, que hay muchas en mi país, y encontrar un objeto, algo, un elemento que hubiera allí e imaginar lo que tuvieron allí. No hay nada que se puedea acabar ni nada que pueda comenzar. En la casa encontramos la cortina que aparece en la última imagen del filme, que fue lo primero que grabamos al localizar. La vi y me encantó, parecía que estaba respirando. Después al revelar la película pensé que teníamos que contar más la historia de esta cortina, que es la de cuarto de los niños. Al final nos acostumbramos todos a trabajar en estas circunstancias, con esta casa en ruinas (ríe).

P: ¿Hay ya ideas para algún proyecto futuro?
R: Me gustaría hacer otra película que hable de otras comunidades y estilos de vida diferentes, pero todavía es temprano para hablar de ello.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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