Basada en la novela El engaño, Fantasías de un escritor puede que sea uno de los títulos más personales de Arnaud Desplechin; no tanto por lo que aporta de sí mismo a la película, sino por su estrecha relación con la obra. Después de muchos años persiguiendo como adaptar el libro de Philip Roth, el director francés dio con la clave -gracias a una conversación con el propio Roth- reduciendo a su esencia las palabras del literato norteamericano. De Reyes y reina a la experiencia del confinamiento, la importancia del despacho donde transcurre parte importante de la acción, o el aporte de Léa Seydoux; de todos estos temas hablamos en esta entrevista coincidiendo con el estreno en España del filme.
Pregunta: La novela de Philip Roth lleva acompañándote algunos años. Incluso te planteaste adaptarla al teatro. ¿Cuántas veces intentaste adaptar el libro antes de concretarlo en esta película? ¿Qué fue lo que cambió esta vez?
Arnaud Desplechin: Bueno, dio la casualidad de que hace bastante tiempo, unos 15 años, cuando hice Reyes y reina rodé con Emmanuelle Devos el epílogo del libro, que se editó como un bonus del DVD… Ese bonus llegó a las manos del agente literario de Philip Roth y al propio Roth, que me llamó por teléfono. Me preguntó que por qué no hacía la adaptación del libro y le respondí que era muy difícil: había escenas en Praga, Londres, EEUU, estaba también el idioma… Y me respondió que lo hiciera así, sin más. ¿Cómo que sin más? «Pues como lo que has hecho con Emmanuelle, en francés; y ella es genial, tienes que usarla«. Pensé que Philip Roth era un genio, pero que no tenía ni idea de cine.
Intenté adaptarlo, peor no funcionaba. Lo que escribía no me salía bien o no me gustaba. Lo intenté en inglés, francés… Entonces, un día, creo que la muerte de Philip Roth me hizo entender poco a poco. Así como la experiencia del confinamiento. Durante el confinamiento quería hacer algo muy rápido, esta novela la conozco muy bien y creo que fue cuando entendí que Philip tenía razón: Vamos a trabajar con franceses, en francés, e interpretando también las localizaciones, Praga, Londres…
P: El despacho, la intimidad que se genera en él, es muy importante para la historia. ¿Fue difícil dar con la localización adecuada?
AD: Soy incapaz de rodar en un estudio. No quiero. Para mí es una herencia de la Nouvelle Vague; tengo que rodar en decorados naturales. Nos hacía falta encontrar un decorado que diera a un jardín, el típico jardín inglés. Y fue una suerte tremenda. Encontramos un decorado mágico. Trabajé con un decorador maravilloso y hay muchas fotos de todas las oficinas de Philip Roth, incluso se han subastado después de su muerte; y el decorador encontró el catálogo y volvió a fabricarlo totalmente. Denis Podalydès abría los cajones y todo era idéntico al estudio de Philip Roth. Y realmente el estudio donde se encuentran la amante inglesa y Philip se convirtió en un personaje de la película.
P: Las conversaciones, los dialógos entre los amantes, tienen un punto muy erótico, muy sensual. ¿Por qué crees que la palabra, el lenguaje, tiene ese poder de seducción?
AD: Fue muy difícil. Me dio mucho miedo, sinceramente. Diez días antes del rodaje, ya con todo preparado, llamé a mi ayudante por la noche y le dije «tenemos 63 escenas en las que Philip y su amante inglesa hablan. Estoy muerto, no voy a sacar esto. Va a ser horriblemente aburrido; nunca va a funcionar«. Y la ayudante me dijo «bueno, pues tendrás que inventar algo, ¿no?«. Gracias al talento de los actores y de Yorick Le Saux, el director de fotografía, su gran trabajo… Además, me parece que esta es la meta del cine: transformar las palabras en acción. Hicimos pequeños cambios cuando se mueven en el diván, cuando están en el cuarto de baño, en el suelo… todo para que la palabra llegara a través de la sensualidad más que por el humor.
P: Da la impresión de que hay mucho de Denis y Léa -sobre todo de ella- en sus personajes. ¿Cómo se enfocó el trabajo actoral? ¿Hubo espacio para jugar e improvisar en alguna de las secuencias?
R: No sé improvisar. Sin embargo, sí que me gusta, antes del rodaje, es ver a los actores de uno en uno. Nunca juntos. Léa sola, Denis solo… Hacemos una lectura del guion y yo hago todos los papeles. Soy la amante, soy Philip, soy todos ellos… Pero sin interpretar. Y los actores toman notas (y yo también tomo notas). Entonces cambiamos algunas palabras para que sean más agradables a la hora de interpretarlas, pero mantenemos el lado literario. En cuanto al fondo de la pregunta, creo que ocurrió algo muy emotivo entre los dos. Léa se apoderó totalmente del papel. Para ella no era una interpretación, era ella misma. Había hecho una película con ella justo antes en la que le pedí que hiciera un personaje muy lejano a ella. Realmente esa fue una interpretación. Sin embargo, aquí cuando la veo, aceptó desnudarse tanto de forma real como figurada. Y aportar algo… Es lo que le dije cuando nos vimos: «Quiero saber lo que significa ser una mujer en su momento glorioso, en su peor momento, cuando es demasiado vieja, demasiado joven, cuando es feliz de tener un hijo, o infeliz por tenerlo… Quiero saberlo. Puedo hacer el papel de la amante, pero soy un hombre. No sé lo que es ser un mujer. Quiero saberlo a través de Léa Seydoux«. Y me pareció que iba a dar algo extraordinario. Mostrarnos lo que es una mujer.
P: El saber escuchar es muy importante en la película, genera un espacio de libertad en el que los personajes pueden expresarse con libertad. ¿Por qué crees que en la vida real nos cuesta tanto escuchar y hablar con libertad?
R: Si me fijo en el personaje de Léa -pero también en todos los demás-, tengo la impresión de que son mujeres que no están en su sitio y, escuchando al escritor -que para nada es un demiurgo- consiguen reapropiarse de algo suyo como mujeres. Claro, el escritor luego lo utliza en sus libros, eso es obvio; pero a cambio, cada una de ellas que llegan heridas a él, por ejemplo la joven checa, que esperaba ser traductora o una periodista y que ahora es una cajera en Londres y porque Philip la escucha, de pronto consigue recuperar algo de su orgullo herido. Lo mismo ocurre con el Emmanuelle Devos y con todos los personajes.
P: ¿Cómo te has quedado una vez terminada la película? ¿Estás satisfecho con ella?
R: Te diré porqué estoy muy satisfecho. Porque cuando leí el libro por primera vez, o sea, no hace 15 años, sino hace 20, ofrecía el libro a mis colaboradoras con la misma pregunta: la novela es una serie de retratos femeninos, ¿es un libro misógino o es un libro feminista? Y creo que no hay respuesta. Creo que cuando se ve la película, a mí manera, es una película feminista. Y entonces Léa y yo hemos ganado.
Deja un comentario: