Bárbara Lennie: «El ciudadano tiene que ser curioso no solo con el cine, sino en la vida en general»

Bárbara Lennie en Estrella Fugaz
Bárbara Lennie reflexiona sobre nuestro cine más underground y nos cuenta su experiencia en la película Estrella Fugaz.

Siguiendo la vertiente más arriesgada e independiente de nuestra cinematografía Luis Miñarro nos presenta una particular visión del reinado de Amadeo de Saboya como jefe de estado de una España convulsa previa a la proclamación de la Iª República. Estrella Fugaz es un film surrealista, transgresor en sus formas, necesita de unos actores todoterrenos que se atrevan con todo. Y ahí entra Bárbara Lennie, interpretando a la consorte María Victoria, quien nos habla de la necesaria educación en el cine y de la importancia de dar visibilidad a este otro cine español.

Pregunta: ¿Sois conscientes de que por su apuesta formal es una película muy difícil?
Respuesta:
Sí, lo que pasa es que me parece que los límites de lo que es difícil y fácil para un espectador a veces están tan bajos, parece difícil una cosa solo porque no puedas entenderlo todo desde el principio, porque el tiempo sea más rápido o más lento, o porque se hablen diferentes idiomas y dices «tan poco nos volvamos locos«. Pero es verdad que esta película a priori es bastante cerrada, o entras y viajas con ella o te puedes quedar fuera. Te puede no interesar en absoluto lo que plantea o lo que estás viendo. Esta película es un divertimento, es muy hedonista. Es de ir fluyendo con ella. Tampoco sé si yo sabría decirte en su plenitud de qué trata, cómo va, qué quiere contar…. tampoco lo tengo tan claro y he estado dentro.

El otro día me lo decía Lluis Homar, que había estado haciendo un Pinter muy complicado en el Matadero. Eso sí que salías de ahí y no entendías nada, y decía él: «a veces le pedimos a las películas y a las obras de teatro más de lo que le pedimos a un cuadro o a una canción, en las que simplemente estamos ahí delante a ver qué nos pasa«. A veces pedimos que todo esté mucho más explicado. Y es verdad, a veces está bien ver algo y no saber muy bien.

Bárbara Lennie en Estrella Fugaz

P: También es verdad que esa exigencia que tenemos hacia el cine o el teatro está muy condicionada por el tipo de propuestas que nos llegan en su mayoría, tanto las de fuera como las de aquí. Vemos propuestas más complejas a nivel formal y no sabemos como enfrentarnos a ellas. Quizá nos falta un poco de educación artística.
R:
Seguro que nos resultaría más fácil si estuviéramos mejor educados. Está claro. Hay un proyecto muy bonito que están haciendo algunos compañeros cineastas, que están metiéndose en institutos a dar cine. Pero no como como si te apuntas a danza después de clase, sino como una asignatura más. Algunos profesores les ceden horas de matemáticas, de inglés… para estudiar cine. Al final hacen una especie de corto. Pero también está la idea de lo que estás diciendo, de aprender a mirar, de aprender a contar, a empatizar… y lo curioso es que no es una cosa solo para el espíritu, sino que parece ser que están pudiendo demostrar que ayuda en la vida de una manera práctica, el poder ser educados en ese sentido. Y es verdad que aquí en España esto ni lo olemos. En otros países son más sensibles con este tipo de cosas y seguramente nos resultaría más fácil. También es ponerse. Hay algo del espectador que tiene que ser curioso. Y del ciudadano, que tiene que ser curioso no solo con el cine, sino en la vida en general. Y a veces eso nos cuesta a todos, yo me incluyo.

P: En películas como esta, aunque formalmente puedan ser más complejas, menos accesibles quizás, esa educación permitiría comprender lecturas, temáticas, discursos… que como en este caso están muy vinculadas a la realidad.
R:
Sí, además es como tú has dicho, el diálogo entre la película y muchas de las cosas que están pasando ahora es muy evidente. A Miñarro es lo que le interesaba también. Es verdad que después ha recreado un mundo que es fantasioso, pero parte de algo que es real. Amadeo de Saboya es un tipo que llegó a España para tratar de cambiar ciertas cosas y no le dejaron gobernar. No salió prácticamente de su castillo. Es muy absurdo. Y mientras estaba todo convulsionado alrededor, en una época de descreimiento, de caída de principios, de revoluciones latentes… un montón de cosas que ahora mismo están ahí. En ese sentido puede ser muy estimulante para el espectador, poder traerlo a tu realidad.

P: Es curiosa la elección de la figura de Amadeo de Saboya. Apenas se le dedica espacio en los manuales de historia de los institutos o colegios…
R:
… era un tipo olvidado, sí.

P: Dado el desconocimiento que hay sobre él, parece una elección arriesgada para funcionar como eje de la película, y tamibén a nivel de actores… ¿cómo fue este acercamiento a esta parte que es casi una nota al pie de página en comparación con otros personajes históricos?
R:
Sí, es verdad, es como una nota al margen. Yo no tenía ni registrado a Amadeo de Saboya. Me sonaban los Saboya, evidentemente. Pero me puse a leer y a investigar un poco para saber de lo que estábamos hablando. Así como hablando con Luis, que iba contándome. Además se sabe poco de su vida, hay poco material escrito y gráfico. Hay poca cosa. Pero también lo bonito era eso, que era un personaje que no es un protagonista, es el que trataba de ser protagonista pero siempre pasaba por detrás. Y me parece que dice mucho de Luis y de su elección. También era bonito que toda la realidad de esa España convulsa está en off. Siempre están por ahí unos que gritan, se habla de las cosas que ocurren, pero en realidad a la película le da igual. La película habla de otra cosa, del viaje de este señor en el castillo.

P: Solo hay un par de planos en el exterior.
R:
Es una película de cámara, es una película de gente encerrada. El momento en que llega María Victoria, que es un exterior en el que de repente entra la luz, la música y tal, para volver otra vez a la oscuridad.

P: Incluso resulta chocante, porque ves ese primer plano tuyo y es exactamente el mismo al de cuando entra Amadeo, que se queda de espaldas con el castillo, en un contrapicado. Y vamos otra vez a interiores, lo que comentas.
R:
Sí, totalmente. Eso creo que… no, estaba escrito así. Te iba a decir que no sé si es una cuestión de limitaciones, pero no, estaba escrito así. Es una película en la que el mundo exterior importa poco. Importa en referencia a como afecta al mundo interior, que es el que está retratando. A ese pequeño y extraño ecosistema que se crea ahí. Lleno de plantas, animales, frutas y hombres en pelotas (ríe).

P: A nivel de trabajo actoral, ya partimos de la base de que en una peli histórica al no tener un referente contemporáneo o poder tirar de cosas cotidianas ya tienes que desligarte mucho de tu persona, pero si encima es un film tan sugestivo, tan surrealista, estás completamente… tienes que confiar ciegamente en el director.
R:
Sí. No hay otra. O sea, en el director y en el equipo que tenía detrás, porque era super importante. Ha sido un rodaje donde todos han tenido una participación creativa muy grande. Jimmy, el director de fotografía, el director de arte, el ayudante de dirección… todos han puesto mucho de ellos en la película. Yo fui a rodar solo tres o cuatro días, y también tuve la suerte de tener a Alex (Brendemühl) de guía. Alex llevaba tiempo rodando y es el que marcaba el tono, marcaba una manera de estar, de hablar, de moverse en esos escenarios… es el que te daba la mano para entrar ahí. Y ahí yo sí que me abandoné totalmente porque a Alex le admiro y le respeto un montón.

P: Me resulta muy curioso el tono neutro de los personajes. Sobre todo Alex, a pesar de todas las perrerías que le hacen… mantenéis un tono como que no os afecta nada de lo que está pasando.
R:
(Ríe) Sí, como si estuviéramos un poco como drogados, ¿no? No sé. No es intencionado, no está preparado. Surgió así y creo que tiene que ver con que sí que había una propuesta muy clara que era la de Alex. Y cuando él marca eso y es él quien está en todos los planos, de alguna manera tú te adaptas a eso. También Luis tenía claro qué quería cierta homogeneidad. Lola Dueñas a veces sí que tiene cosas más de juguetona, más de niña salvaje. Pero porque viene de una clase social más baja, es una tipa que no sabe leer. El resto sí que estamos como en un estado como entre británico y no sé…

P: … Español no.
R:
Español no es, es verdad (ríe).

P: Se establece entre los personajes relaciones muy extrañas, muy ambiguas. La escena en que estáis en la cama vosotros…
R:
… Y aparece Lorenzo (Balducci)

Bárbara Lennie en Estrella Fugaz

P: … ¡claro!, para el público hay escenas que resultan muy chocantes en las que no sabes muy bien qué está pasando. Vosotros, cuando estáis trabajando en la película, ¿tenéis también un poco esa sensación de «a ver por dónde tiramos ahora«?
R:
Había como un estado de alerta importante en el rodaje, porque además eso no estaba escrito. Hay un montón de cosas que no estaban escritas y que fueron surgiendo en el momento. Eran inventos que se le ocurrían a Luis, o que proponía Jimmy, o el actor mismo… Eso es divertido como actor. La verdad es que nunca he vivido otro rodaje de esta manera.

Fue curioso porque Alex y yo coincidimos pocos meses después en el rodaje de Isaki Lacuesta rodando Murieron por encima de sus posibilidades y también de alguna manera era como una extrañisima pareja en un rodaje loco y marciano. Y decíamos «fíjate, ¿no? nos estamos haciendo especialistas en esto«. También hay que estar muy predispuesto a eso. No a todos los actores les apetece o quieren formar parte de proyectos así.

P: Imagino que el nivel de vértigo que puede sentir un actor es grande. Tienes que tener fe absoluta en el director y al no saber un poco por donde va a tirar, está ese miedo de «¿esto quedará bien después en pantalla o quedaría muy mal?«
R:
Tienes un gran nivel de incertidumbre. Siempre lo tienes porque además luego todo es una gran manipulación en el cine. En este caso yo acabé la película y no tenía muy claro lo que había hecho y lo que no. Todavía a día de hoy que la he visto solo una vez y en un pase de prensa muy raro no lo sé muy bien. Me gustaría volver a verla más tranquila. Pero es verdad que hay actores que necesitan que las cosas estén más atadas. Más controladas. Que tengas más pautas. Que te dirijan más. Que estés más acotado. En ese sentido, no podrías participar en un proyecto como este. O lo pasarías mal, que tampoco hay necesidad. Hay que querer jugar. Hay que querer ponerse en ridículo, hay que querer arriesgar, sabiendo y siendo muy coherente y muy estricto con uno mismo y con el trabajo. Porque todos los que estamos ahí luego somos muy obsesivos trabajando. Todos los actores que salen ahí son en general actores, técnicamente parece que no, pero muy precisos. Pero esa mezcla es curiosa. Y para ciertos proyectos es fundamental. Si no, no lo haces.

P: ¿Qué te picó para participar en el proyecto?
R:
Luis, que me apetecía mucho trabajar con él. Había trabajado con amigos míos, me habían hablado de él. Es un tipo que respetaba, que admiraba. Saber que Alex iba a ser el protagonista. Y que Luis me dijo: «mira, necesito una actriz que me pueda defender esto y he pensado en ti; me encantaría. Nos vamos a ir a Italia a rodar algunas cosas, te propongo cinco días de divertimento y de viaje, ¿qué tal?«. Y dije «pues sí, perfecto».

P: Planteado así…
R:
… Está muy bien, ¿no? ¡Cómo decir que no! (ríe). Además fue muy curioso porque conseguí sacar días mientras rodaba El Niño de Daniel Monzón, que es una película grande de Telecinco. Y de repente viajar a Italia, a otro mundo con todo este universo. Fue bonito poder ver el cambio, el crisol, y que a la vez todo es muy parecido. Que sea más o menos grande la película, más o menos constreñida o cerrada, si el artista o el director es bueno, da igual.

P: Hablando de estos dos tipos de cines, los de El Niño y Estrella Fugaz siempre han coexistido, pero parece que gracias a esta democratización de Internet este cine más pequeño, más underground por así decirlo, parece que es mucho más visible. ¿Crees que ahora es más visible pero siempre ha estado ahí o hay una nueva ola de creadores y de gente interesada por ese cine? ¿Cómo lo ves desde dentro?
R:
Yo creo que es más visible pero que sigue siendo muy invisible. O sea, es más visible dentro de unos círculos muy pequeños. Pero hay que tener cuidado con que no sea precario además de invisible; que la gente que hacemos estas películas podamos vivir de ellas y con ellas. Todavía estamos arrancando lo que puede llegar a ser de verdad tener un circuito donde se pueda mover, donde la gente sepa que existe, donde se las defienda. Creo que hay un montón de gente que a lo mejor tiene prejuicios sobre esas películas. Prejuicios que entiendo porque muchas son muy complicadas o más cerradas para un público más grande, pero creo que si se acercan a verlas a lo mejor se sorprenden.

Y todo eso está por inventarse. Hay iniciativas, está toda esta asociación de cineastas que se está generando ahora para intentar cubrir ese hueco que no existe. Para intentar hablar del cine como cultura, para intentar democratizar el cine también. Y estamos en ello. Pero es complicado. Como actriz lo que me pasa es que también ves que es una industria muy restringida, es muy pequeña. A veces es difícil poder estar en una película así y a la vez en una grande, y a la vez poder hacer una comedia, pero luego hacer Magical Girl, y luego ser actriz comercial o actriz al margen, indie… nos gustan mucho las etiquetas. A veces es muy difícil que haya más diálogo entre unas y otras.

P: Quizás es una cuestión de lo que hablábamos al principio, de esta educación…
R:
… Educación, absolutamente.

P: Y tanto del espectador como de la propia industria, porque igual que ahora da la impresión que se ha superado un poco el tema de cine o televisión, que parecía que no podían fluir de un formato a otro; creo que tiene que ir un poco por ahí.
R:
Totalmente, hay que hacer autocrítica. También en ese sentido y creo que es tan aburrido el discurso ese de «yo soy independiente, no me interesa entrar en lo comercial, no tal…«. Igual que al revés. El prejuicio siempre empobrece. Empobrece brutalmente. Y confío y quiero confiar en que puede mejorar. Si además uno no confía es absurdo, ¿no?

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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