Los que siguierais al que firma este artículo por las redes sociales el pasado jueves 1 de marzo pensaríais: ‘Ya está. Y la ha liado y le han metido en chirona‘. No digo que eso no vaya a ocurrir (aunque me imagino a mí mismo más bien haciendo eso tras una escena propia de Relatos Salvajes). No era para menos. Por unas horas mis cuentas se llenaban de imágenes de celdas, uniformes carcelarios y otras escenas propias del ingreso en una institución penitenciaria. El motivo era, sin embargo, la presentación por todo lo alto de Wentworth por parte del canal Calle 13.
Ya lo he dicho en repetidas ocasiones. La gente de Universal que se ocupa de los canales Syfy y Calle 13 sí que sabe cómo promocionar su producto. Aunque éste se trate de una serie con solera (cinco temporadas se han emitido ya de Wentworth en Australia), la maquinaria de promoción sabe muy bien cómo meternos en el ambiente perfecto para disfrutar de sus ficciones. Así, nada más llegar a la ‘prisión’ los miembros de la prensa allí presentes fuimos despojados de nuestros efectos personales, recibimos un uniforme carcelario y fuimos fichados por el fotógrafo de la penitenciaría. Poco después nos mostrarían nuestros aposentos (espartanos y fríos, por supuesto) antes de reunirnos de forma definitiva en el comedor del centro para un rato de esparcimiento.
El esparcimiento consistía, cómo no, en el disfrute del primer episodio de la serie. He de confesar que no me hacía muchas ilusiones al principio y ahora espero con ganas la llegada del 15 de marzo (fecha en la que verá la luz en España la primera temporada, el 19 de abril hará lo propio la segunda).Wentworth (nueva versión de la antigua Prisoner) nos relata el ingreso en prisión de Bea, una mujer silenciosa y de traumático pasado y de la entrada que ello conlleva a un mundo en el que el respeto se gana y los bandos son irreconciliables. Pese a esta premisa, lo que vemos en este primer episodio es una sociedad ordenada y rígida, sí, pero en la que la soledad y el deseo de volver a rodearse de los suyos pesan más que las condenas y los odios tribales. Me gusta pensar que en el primer capítulo no llegamos a conocer a ninguna auténtica villana, sino a un nutrido grupo de supervivientes que hacen lo posible por salir adelante. Cueste lo que cueste.
Me gustan mucho las protagonistas y me encantan los secundarios, porque en sus historias tiene pinta de irse a apoyar mucho la serie y eso siempre es una buena noticia. Bea (o Red, por su cabellera teñida) es un personaje que va creciendo y endureciéndose a lo largo del primer capítulo hasta llegar a una escena final que os hará agradecer el día 15 el hecho de que se vaya a tratar de un estreno con doble capítulo. Hay misterios y hay secretos, no podía ser de otra forma, pero también hay mucha humanidad en Wentworth.
Y precisamente en este aspecto humano quiso hacer hincapié la organización al invitar a la Asociación Arco Iris. Esta entidad sin ánimo de lucro lleva años trabajando con reclusas en pro de su reinserción y de ayudarlas a sanar en cuerpo y alma durante su estancia en la cárcel. El padre Fernando Sanz y la psicóloga Susana Fernández nos ayudaron a poner los pies en la tierra y separar la ficción de la vida real. Su trabajo, admirable, se nos presentaba poco antes de una fecha tan señalada como la del próximo 8 de marzo. Y es que más del 80% de las mujeres en cárceles españolas han sido víctimas de violencia de género. Un dato que debería hacernos reflexionar. Al menos un poquito.
Despedimos el evento con un cóctel en el que Calle 13 volvió a sorprender y triunfar. Nada de canapés y nada de copas. Estábamos en una cárcel, así que cenaríamos como en una cárcel. Mención especial a los actores y -sobre todo- actrices que nos acompañaron en todo momento: hicieron que el evento no sólo estuviera bien montado, sino que, además, fuera enormemente divertido. Mis respetos ahora y siempre.
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