A partir de un guion de Alejandro Hernández y adaptando la novela de Ignacio Martínez de Pisón, el cineasta Mariano Barroso dirige para Movistar+ el drama generacional El día de mañana, una serie de seis capítulos que echa la mirada atrás, a la Barcelona de mediados de los 60 para relatar una fábula que no se aleja tanto de la realidad de nuestros días. Con motivo del estreno de la ficción, hemos tenido la oportunidad de charlar con Mariano Barroso.
Pregunta: ¿Qué se va a encontrar el público en El día de mañana?
Respuesta: Se van a encontrar con una serie centrada en el personaje de Justo Gil, -interpretado por Oriol Pla-, y que sigue las andanzas de este hombre desde el año 1966 hasta el 78 en Barcelona; pero de una manera que no es necesariamente realista, sino el cuento de lo que fue este tipo y la búsqueda de la respuesta a la pregunta de quién es Justo Gil.
P: La serie cuenta con un repartazo (Nora Navas, Aura Garrido, Jesús Carroza…), pero Oriol Pla está maravilloso
R: Oriol es un actorazo. Es un gigante. Además tiene ese aspecto que no le hace reconocible. O sea, no es un actor que veas y puedas decir que es español o es tal. Puede ser catalán, puede ser inglés, puede ser un actor americano… de cualquier sitio. Esto ayuda también a contar la historia desde un punto de cuento, idealizado. No «como fue» sino «como podría haber sido», y al mismo tiempo buscando la solidez en el relato.
P: Su personaje va como un dandy. Es un pícaro, un truhán, pero se empatiza con él, y tiene una labia y un discurso que te convencen de lo que sea.
R: Eso es lo fascinante del personaje. Es fundamental empatizar con lo que le sucede en el primer capítulo y le lleva a Barcelona. Es algo muy sincero y una pulsión que tiene de buena gente. De alguna manera eso ya le vacuna para poder hacer todas las putadas que quiera, porque sabes que en el fondo es buena persona. Lo que pasa es que Justo, digamos, tiene un sistema de valores un poco peculiar.
P: Descubrimos la historia de Justo a través de los personajes que le han ido conociendo. Lo que genera una interesante duda en el espectador: Justo puede ser lo que sea, pero ¿hasta qué punto tengo que creer a la gente o no? Al final el mensaje depende de quien lo da, el discurso de cada uno puede ser diferente.
R: Bueno, es que la vida es así. Es lo que me interesaba de la novela, que cada uno cuenta la relación con él en función de lo que vivió. Tú puedes ser un padre de familia ejemplar, pero también puedes ser un asesino. Y puedes ser un tipo religioso. Cuantas más capas más creíble es, porque más complejo hace al personaje y más interés va generando. Aparte de la época que retrata y el desfile de personajes que hay, esa esde las cosas más atractivas de la novela: los personajes no son unidimensionales. Sobre todo Justo, pero también los otros, cada uno tiene sus fortalezas y sus flaquezas. Eso los hace muy humanos.
P: A la hora de recrear la Barcelona de los 60-70, ¿cuáles son los mayores retos que os habéis encontrado?
R: Es impresionante ver como hemos llenado la vida de objetos (ríe). Lo ves en la cantidad de cosas que hay que borrar con efectos visuales. Las calles, las fachadas de los edificios, el interior de las casas… Aparte de cuestiones estéticas o de colores y formas, en el atrezzo es donde más se nota la época porque hay muy pocas cosas, está todo muy desnudo. Es todo casi como minimalista. Luego ni teníamos presupuesto, ni la idea era hacer grandes despliegues, aunque sí se ve Barcelona en grande y se ven situaciones… Pero la idea era dar la época siguiendo los personajes, estando muy pegados a ellos.
La época manejada de esta manera te da una libertad en el sentido de que te puedes distanciar mucho de lo realista. La época es muy agradecida porque te permite entrar en un estilo un poco de cuento. La serie no es una crónica como lo son películas brillantes como Salvador, sino que es una fábula ambientada en ese sitio con todos esos personajes. Esta es una cuestión que he disfrutado mucho.
P: En España sigue costando que nos adentremos en nuestra historia, sobre todo en la historia reciente. Poco a poco se va rompiendo este pudor, pero a diferencia de otras cinematografías, nos cuesta acercarnos a nuestra historia y nos perdemos unos contextos estupendos para narrar buenas historias.
R: Cuesta mucho porque es un prejuicio que está basado, además, como todos los prejuicios, en una suposición. Porque cuando analizas realmente las películas -esto que se dice siempre de la guerra y la postguerra-, hay grandísimas películas. Es un prejuicio, pero como todos los prejuicios se puede ir rompiendo. Nuestra obligación como narradores es romperlos intentando hacer las mejores películas, series o relatos posibles. Hay un material impresionante en la historia reciente de España para hacer series. Películas también, pero las series tienen la ventaja de que no estás tan obligado a hacer una tesis, a condensar. Sería muy difícil encontrar todo eso en una sola película. Porque, por ejemplo en El día de mañana, todos los colores que va teniendo cada personaje, sobre todo Justo, no los puedes sacar en una película. Y esos pequeños detalles que vas sacando en las escenas son los que te atrapan y te hacen seguirle.
Deja un comentario: