«Cuando mi madre hablaba sobre la guerra, siempre lo hacía con el orgullo de haber podido protegernos a mis hermanos y a mí«
Sí. Últimamente (y gracias a Norma Editorial) le estoy dando muy duro a la II Guerra Mundial con textos tan interesantes como el de La Segunda Guerra Mundial en Cómic o tan rarunos como Soy Mi Sueño. Pero entenderéis que quien no conoce la Historia está condenado a repetirla y hoy, gracias al magnífico trabajo de Susumu Higa, entiendo un poquito mejor lo que supuso una guerra tan terrible como la que asoló nuestro planeta hasta mediados del siglo pasado a través de lo que en verdad siempre me ha interesado: la gente de a pie que nunca sintió pertenecer a ningún bando y que sólo querían vivir sus vidas en paz. El archipiélago de Okinawa fue el escenario del choque entre un agotado y desmembrado ejército japonés y una armada estadounidense imparable. Y en medio de estos dos titanes se encontró un pueblo que sólo quería cultivar sus tierras y vivir en paz como habían hecho hasta entonces. Pero la Historia no se lo permitió.
Okinawa, el manga de Higa, se divide en dos partes. La primera, La Espada de Arena, relata el conflicto armado sobre las islas del archipiélago a través de los relatos rescatados de la época y de las propias historias reales de los padres del autor (sin duda alguna, de las más emocionantes que vais a poder leer en este tomo). En estos relatos podemos observar como el pueblo okinawense fue rehén del ejército de su propio país cuando éste se dio cuenta de que la guerra estaba perdida, muriendo muchos de los civiles que cayeron en la contienda a manos de soldados nipones víctimas de la frustración y la paranoia. Muy duro y didáctico me parece el relato sobre las ruinas del castillo de Shuri y la biblioteca que se encontró en sus catacumbas. En ella, unos estudiantes reconvertidos en soldados encuentran unos documentos que hablan, entre otras cosas, de cómo Japón logró crecer como nación a través del comercio y las buenas relaciones con sus países vecinos, llegando a renunciar a guerrear con ellos durante un largo período. El final de esta historia es especialmente desalentador y trágico sin que tengan que haber por medio víctimas humanas.
«A veces vale la pena no callarse«
La segunda parte de este volumen (Mabui), nos habla de una Okinawa en reconstrucción que trata de crear para sí misma una nueva identidad tras haber sido arrasada por la guerra y ser tomada (hasta un veinte por ciento del territorio) por el enemigo. Más que un relato de esperanza (que lo es), esta segunda parte habla de la pérdida de tradiciones y de lo difícil que es conservar un espíritu libre en un mundo que se parece muy poco al que conoció la gente antes de que la guerra lo cambiase todo. Me resulta especialmente interesante porque plantea consecuencias de la guerra que van mucho más allá de los traumas y los rencores que todos hemos visto y leído más de una vez.

Okinawa, de Susumu Higa
En su conjunto, Okinawa resulta una lectura imprescindible para los amantes de la Historia y para quienes vemos en la época actual un reflejo distorsionado y sombrío de los eventos que llevaron al mundo a su práctica aniquilación hace casi ocho décadas. Es un slice of life de la peor época de la humanidad que nos ayuda a empatizar con un pueblo que iba mucho más allá de lo que sus dirigentes ordenaran o pretendieran conseguir.
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