Buenas noches Sr. Ministro, Vicepresidente de la Comunidad, Secretarios de Estado y demás autoridades que nos acompañan, señoras y señores, compañeras y compañeros:
Bienvenidos a la XXVI Edición de los Premios Goya. Vamos a ser lo más breves posible porque lo sencillo y lo directo es lo mejor.
Todos vivimos y sufrimos de una forma u otra la crisis en la que estamos, que no sólo afecta a España, sino a la mayoría de los países de nuestro entorno, y el cine no es ninguna excepción.
Los momentos en los que estamos nos obligan a replantearnos muchas cosas y, sobre todo, nos hacen ver que el progreso y el bienestar no son una rueda imparable que siempre gira hacia adelante.
Como todas las crisis, se vencerá si hay energía, inteligencia, trabajo, profesionalidad y reglas de juego claras.
Queremos ser positivos, porque somos conscientes de que nuestro cine por un lado tiene un tejido industrial frágil en su estructura económica, pero un enorme potencial en talento, creatividad e ilusión. Este potencial no solo se mantiene íntegro, sino que se renueva y aumenta con nuevas incorporaciones día a día.
Desde que el cine es cine, se ha hablado de sus crisis permanentes, y de eso en nuestra profesión sabemos mucho. No olvidemos que llevamos años diciendo que “el cine español es un enfermito crónico, pero con salud de hierro”.
Es verdad que el año pasado nuestra cuota de mercado fue algo mejor que en el año anterior, pero deberíamos decir que fue algo menos mala porque es totalmente insuficiente y hemos de esforzarnos para alcanzar la cuota que nuestra cinematografía merece.
Todos nuestros pasos han de venir acompañados de una permanente autocrítica, mirarnos a los ojos en el espejo cada mañana y preguntarnos con sinceridad si lo estamos haciendo bien y sobre todo cómo podemos mejorar.
Tenemos que ser plenamente conscientes de nuestras responsabilidades cuando hacemos cine, porque nuestra obra es una parte esencial de la marca España y de la imagen de nuestro país en el extranjero.
La semana que viene, la película Chico y Rita de Fernando Trueba y Javier Mariscal y el compositor Alberto Iglesias estarán presentes en Hollywood aspirando al mayor y más codiciado galardón del cine mundial, y es muy bueno que una vez más, como casi todos los años, nuestros profesionales del cine estén presentes en Hollywood, con lo difícil que es.
Y no sólo allí, sino también en los mejores certámenes que se celebran en el mundo y en muchas ocasiones ganando para España los más prestigiosos galardones.
Ese reconocimiento para nuestros profesionales debería servir para conquistar a ese público minoritario que de forma visceral, que no racional, trata con indiferencia y en algunos casos con hostilidad nuestro trabajo. Puede ser que tengamos parte de culpa, pero desde luego, no toda.
Y ese espejo, queridos compañeros, es nuestro público. La razón esencial por la que hacemos cine. Para contarles historias que les interesen, les emocionen, que les hagan pensar, llorar, reír, en definitiva, sentir. Y ese público lo tenemos en la calle, en las salas de cine, en su casa a través de los ordenadores y dispositivos móviles, ese público al que nunca olvidamos, aunque algunos opinen que no es cierto.
Este año ha sido un año de grandes cambios para nuestro país. La industria del cine los ha seguido de cerca como un sector de la sociedad al que los vaivenes de todo tipo afectan profundamente. Estamos ante una etapa nueva en la que se nos plantean nuevos caminos y, aunque bien es cierto que el camino se hace al andar, es necesario saber cómo se ha de transitar y sobre todo adónde se quiere llegar.
Es necesario que conozcamos cuál es el camino para que lo recorramos todos juntos, como única fórmula para avanzar y llegar a metas más ambiciosas.
Los cambios nos van a afectar profundamente: cambios legislativos ya anunciados por el Sr. Ministro de Educación Cultura y Deportes y por el Secretario de Estado de Cultura, cambios tecnológicos que afectan no solamente a los modelos tradicionales, sino también a los nuevos, cambios en las relaciones con las televisiones, tanto públicas como privadas. Muchos cambios.
Cambios que si se realizan con la prudencia y la visión apropiadas, seguro que serán positivos. Pero somos conscientes de que los cambios siempre provocan inquietudes si no están perfectamente definidos y han de ser viables y tener como objetivo mejorar y enriquecer los modelos anteriores.
La industria cinematográfica no se puede permitir un salto en el vacío. Todos conocemos la complejidad de nuestro trabajo, tan difícil como, inestable y cualquier giro imprudente puede llevarnos a una catástrofe.
Por ello hacemos un llamamiento a la prudencia, a la lógica y a la potenciación de lo bueno ya existente sin abandonar en absoluto las nuevas vías emergentes que probablemente marquen gran parte de nuestro futuro.
Todos somos internautas, Internet es un espacio que compartimos y como todo aquello que se comparte, debe estar regido por un respeto mutuo y con unas normas de convivencia en las que estén claros los derechos y las obligaciones, regido por el respeto y la responsabilidad. Pero la realidad, por el momento y probablemente por un espacio de tiempo demasiado largo, es que Internet no forma parte de la actividad económica del cine. No dudamos que formará parte esencial de nuestro futuro, pero ese futuro todavía no ha llegado. Hoy por hoy, prácticamente la totalidad de la economía del cine, esos recursos que hacen posible la producción cinematográfica, no proceden de Internet, proceden esencialmente de las salas cinematográficas, de la televisión, del DVD y de otras formas de comercialización.
Internet, desgraciadamente, todavía no es alternativa ni sustituto, ni tan si quiera un complemento al enorme esfuerzo económico que supone producir cine. Y no se trata de defender un modelo antiguo o caduco, como malintencionadamente afirman algunos.
Porque todos estamos inmersos en la búsqueda de los nuevos modelos, esencialmente digitales. Por ello, en tanto en cuanto ese futuro llegue, debemos seguir defendiendo aquello que hace posible la obra cinematográfica sin dejar de investigar, invertir y desarrollar las nuevas vías para un futuro más o menos próximo.
Nuestro cine es rico y no se puede etiquetar sin faltar a la verdad, y esa verdad es que, como la sociedad de la que nace y de la que se nutre, nuestra cinematografía es un crisol de miradas. El cine español no es un género, es una amalgama de diferentes tendencias creativas que expresan con mayor o menor fortuna el reflejo de nuestra sociedad. Es para esa sociedad para la que hacemos las películas y queremos estar cada día más próximos a ella.
Dentro de la Academia y del cine español hay lugar para todo tipo de sensibilidades políticas, culturales y sociales. De ello dan prueba las películas que compiten hoy en esta gala y que afortunadamente son todas diversas y diferentes.
No sabemos si la Academia puede hacer mucho o poco, sinceramente creemos que hemos trabajado para todos, buscando lo que nos une y obviando lo que nos separa, y el resultado será siempre la unión de múltiples iniciativas individuales, en la búsqueda del necesario acuerdo.
No sabemos si lo hemos conseguido y no somos nosotros quienes debemos juzgarlo, pero desde luego nuestra Academia es ante todo y sobre todo un colectivo integrador de toda la industria y de todas las opciones culturales y artísticas.
Estamos convencidos de que esa es la forma correcta de enfocar el futuro. Vuestro apoyo debemos renovarlo día a día, minuto a minuto, porque los cheques en blanco no existen y es bueno que así sea.
Trabajaremos siempre bajo la dirección de la Junta Directiva, compuesta por los 28 miembros elegidos por vosotros y que de una forma muy generosa nos otorgan su tiempo y su esfuerzo para que esta institución siga siendo lo que es, un ente respetable y respetado, fiel reflejo de lo que es nuestra actividad, nuestro trabajo y nuestra profesión, para que siga creciendo sin olvidar sus raíces.
Igualmente, manifestamos nuestro agradecimiento a los trabajadores de la Academia, personalizando en José Garasino como máximo responsable de la dirección de esta institución.
El año pasado en la ceremonia de los Goya nuestro anterior presidente Alex de la Iglesia, dijo algo muy importante: “trabajemos con honor” y, querido Alex, quisiéramos añadir: “trabajemos con honor y con orgullo”, porque debemos estar orgullosos de lo que hacemos, porque lo hacemos de la mejor forma que se nos permite, que sabemos y que podemos.
Por todo ello, compañeros y compañeras peleemos por un futuro aún más brillante, con honor y con orgullo.
Muchas gracias y buenas noches.
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