En 2013 Dolmen comenzó la publicación de las aventuras de Johan y Piluit de Peyo en una colección de integrales con tal éxito que en septiembre de 2014 la editorial decidió lanzar el sello Fuera Borda en la que recuperarían clásicos del cómic franco-belga de décadas pasadas como Los Hombrecitos o la que nos ocupa ahora, Natacha, en formato integral de tapa dura con multitud de extras.
Creada por François Walthéry, Natacha es una azafata de vuelo envuelta y mil y una aventuras de las que es la heroína, participando de forma activa en el desarrollo de los relatos, evidenciando así que salvo excepciones o modas del momento (véase la Marvel actual), la norma general ha sido y es que las féminas no tienen el carisma suficiente como para protagonizar sus propias aventuras sin limitar su público al género. Bien es cierto que el personaje escapa del canon feminista, no deja de ser una creación pensada principalmente para un público juvenil y masculino (de ahí su sexual apariencia, algunas concesiones a la época en el comportamiento de los personajes y la inclusión de ciertas viñetas que acentúan el erotismo); pero ya se deja notar la influencia de los movimientos feministas de finales de los 60 y 70, que se refleja en el carácter audaz e independiente de la protagonista, nada que ver con la «clásica» damisela en apuros del género de aventuras.
Natacha mantiene un tono bastante desenfadado y cercano a la comedia, sobre todo en las primeras historias. A medida que el estilo de Walthéry va evolucionando también lo va haciendo el tono de las historias, acercándose más al thriller. Un recorrido muy natural y agradecido por parte del lector, que va viendo como el componente dramático va haciendo mella en los relatos (sin prejuicio para el tono lúdico de los mismos), con situaciones que van de una amenaza de bomba a un accidente de coche en plena persecución. La sensación que transmite es que las historias están vivas, son muy dinámicas y no se pliegan a repetir esquemas de unas a otras. Cada una tiene su propia identidad, algo potenciado por la participación de otros dos guionistas en algunos de los relatos: Gos y Marc Wasterlain. Como ejemplo sirva La memoria de metal, puro thriller con ineludibles influencias fílmicas como The French Connection (William Friedkin, 1971).
El libro incluye las historias Natacha, azafata de vuelo, Natacha y el maharajá, Un momento de pánico y La memoria de metal publicadas originalmente en la revista Spirou entre 1970 y 1973; además de las cubiertas originales y un buen número de extras que van desde un extenso artículo que repasa el nacimiento del personaje y los relatos incluidos en el tomo, ilustraciones y bocetos varios.
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