Antes de lo esperado -imaginamos que llegaría antes el volumen dedicado a Capitán América-, Panini Cómics publica Imperio Secreto, el evento orquestado por Nick Spencer que pone punto final a su etapa al frente de las colecciones de los centinelas de la libertad, Sam Wilson y Steve Rogers. Desde que se pusiera a escribir los guiones de Capitán América, el que fuera miembro del partido demócrata estadounidense, tuvo muy presente la implicación política y social de la colección, tomando una postura comprometida -y muy combativa- a favor de los derechos civiles (en la serie protagonizada por Sam Wilson) y creando unas metáforas -muy agresivas- en torno a la deriva política de EEUU con la escalada de Trump y los fundamentos de la extrema derecha (con el «Capitán Hydra» como adalid); todo ello aderezado con el componente pulp y scifi que tan bien casa con la cabecera.

Otra espectacular ilustración de Andrea Sorrentino, esta vez para Imperio Secreto #2

Ambos personajes, Wilson y Rogers, encaminaban sus caminos hacia un enfrentamiento tan inevitable como deseado. Imperio Secreto es el resultado de ese choque, pero no es el que nos esperábamos. Toda la carga política que le había granjeado el odio de una parte irracional del fandom y muy buenas críticas por parte de la prensa, se evapora en Imperio Secreto, que consciente de su condición de blockbuster marvelita aspira a entretener y no molestar a nadie. Con Imperio Secreto gana el espectáculo y pierden las ideas.

El arranque es potente, subrayando el miedo y el extremismo que han llevado al golpe de estado de Hydra y ante el que se pueden establecer escalofriantes comparaciones con la realidad. Spencer plasma su premisa de forma muy inteligente e, incluso, aprovecha situaciones y personajes perdidos en el olvido y juega con ellos de forma sorprendente y estimulante (el legado de SHIELD de Jonathan Hickman no se perdió del todo). Pero toda esa fuerza inicial se pierde a medida que avanza la trama y esta adopta unos cauces más convencionales de lucha entre el bien y el mal. Y aunque en el epílogo de la historia el guionista vuelve a recordarnos los peligros del fascismo, que lo queramos ver o no siempre acecha en la sombra, poco queda del discurso crítico que abanderaba su etapa. Imperio Secreto, al final, ensalza una vez más al incorruptible Capitán América, resignándose a ser un capítulo más -muy entretenido, eso sí- en la larga historia del universo Marvel. Un capítulo que, por otra parte, solicita (a diferencia de lo que viene siendo habitual desde tiempos de Dinastía de M) tener muy claro el contexto del que se viene. Imperio Secreto es el capítulo final del Capitán América de Nick Spencer, está íntimamente ligado al personaje. No se entiende como aventura independiente.

Así terminaba el especial del Día del Cómic Gratis incluido en Imperio Secreto #1

Una ocasión perdida que escuece más porque algunos de sus elementos no funcionan tampoco en consonancia con la naturaleza de la historia que se nos plantea. Más allá de alguna extravagante aparición puntual de personajes a los que habíamos perdido la pista, la dinámica de los Campeones (con Miles Morales a la cabeza) no encaja con lo que exige -y defiende- el relato. En ese «contentar a todo el mundo», el guionista fuerza unas alianzas que no son orgánicas y que ha de justificar -sin convencer- en varias ocasiones. Lo mismo se aplica a la solución mágica con la que se resuelve el conflicto. Spencer llega a un punto de no retorno que le obliga a tomar imaginativos caminos para no enredar la continuidad marvelita de formas insalvables.

Imperio Secreto no es el broche que deseábamos para el Capitán América de Nick Spencer, ni hace gala de la valentía necesaria -en términos de discurso-, pero como aventura dentro de los cánones Marvel cumple sobradamente.