Con Mapache Cohete estamos ante todo un filón. Una serie independiente que va conformando poco a poco un rico cosmos que perfectamente podría funcionar al margen del resto del Universo Marvel. Skottie Young ha concebido una serie divertidísima, con una fuerte personalidad y cuya mayor pretensión es la de que como lectores pasemos un estupendo rato entre alocadas aventuras y guiños a la cultura pop.
Sobre Mapache Cohete #4 no vamos a hablar mucho, ya que es el desenlace del arco argumental con el que se inició la cabecera, ese en el que nuestro héroe descubre que no es el único de su especie, al tiempo que debe huir de un ejército de ex-novias que quieren matarle y demostrar a las autoridades que no es el asesino al que andan buscando. El malhablado Guardián de la Galaxia no tiene ni un respiro.
En las páginas de este capítulo se revelan los misterios que había venido construyendo Young y, solo ante el peligro, tienen lugar varios cara a cara entre Cohete y sus antagonistas, con Groot jugando un papel secundario. Entre tanta pelea y persecución el autor empieza a perfilar el carácter del personaje (más allá de la apariencia socarrona e impulsiva con la que le hemos conocido), mostrando que rascando la superficie nos encontramos ante un ser inundado de conflictos. En resumen, que su apariencia no deja de ser un escudo ante quienes le rodean.
A partir de Mapache Cohete #5 entra en escena Jake Parker a los lápices (primero haciendo fill-ins y luego dibujando todo un número), un tipo desconocido por nuestros lares, que apenas está empezando en el mercado norteamericano, pero buen amigo de Skottie Young y que imprime un estilo a su trazo que apenas se distingue del del autor del cómic (algo en lo que ayuda mucho el trabajo del colorista de la serie, Jean-François Beaulieu), lo que permite mantener la coherencia visual y que la serie siga manteniendo ese look tan característico que nos ha encandilado a todos.
Así, con Young dedicado por completo al guion (aunque supervisando el dibujo), entramos en dos números (#5-6) de carácter autoconclusivo que sirven para que el autor experimente con la narrativa y se ría de los propios condicionantes de la serie, generando una interesante reflexión sobre los códigos en los que se mueve esta y una cómplice conversación con los lectores.
En Mapache Cohete #5 se nos propone un nuevo ejercicio de narración “sin diálogos” (entrecomillado porque técnicamente sí hay diálogos, pero son un tanto particulares y lo mejor es descubrirlo uno mismo), por lo que el peso recae en el arte. En este sentido nos encontramos ante un excelente ejemplo de la máxima “una imagen vale más que mil palabras”, una aventura al más puro estilo slapstick en la que Groot y Cohete van, cual piratas, en busca de un tesoro.
En cuanto al último de los episodios de esta terna, Mapache Cohete #6, tenemos un relato de narrativa más convencional, y aunque desde el inicio de la cabecera es la primera vez que no contamos con la participación de Groot, su ausencia no se echa en falta, pues Mapache se busca un sustituto igual de imponente. Aquí se hacen muchas alusiones a los a veces absurdos escenarios en los que se mueve o a la interacción entre los protagonistas, todo con mucha ironía, descubriendo que nuestro peludo amigo es consciente de los códigos en los que se mueve la cabecera, lo que entierra esa primera impresión de simplicidad y ofrece un nuevo significado a lo leído hasta ahora. Mapache Cohete es mucho más de lo que aparenta y, si le damos tiempo, podría convertirse en toda una serie de culto en la Marvel actual.
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