«Son sus tontos dibujos animados«

 

Jed MacKay sigue en dulce y hoy (gracias a Panini, como no) nos obsequia con una doble entrega de la Patrulla-X que va plantando semillitas al tiempo que nos da una muestra de lo que es la situación real y actual de los mutantes a día de hoy. En la primera entrega se lleva al equipo de asalto a San Francisco para enfrentarse a una invasión alienígena donde nada es lo que parece y, ya de vuelta, en el segundo número nos regala una de consecuencias del viaje a la costa en forma de ataque a sus instalaciones por parte de operativos del gobierno y una gran batalla verbal en el pueblo que ha acogido a Cíclope y a los que le siguen o acompañan. Ambos números, por tanto, están íntimamente relacionados y hemos de dar las gracias a la editorial que nos los trae a España por haberlos sacado bajo una única entrega en grapa.

 

De la primera parte del cómic poco os puedo contar sin arruinar las sorpresas. Sólo que, si bien Ryan Stegman es un dibujante consagrado al que poco puedo discutir en términos de espectacularidad, diseño o escenografía, cuando me doy cuenta de que Mariposa Mental, Magik e, incluso, Temple son intercambiables si les cambias la peluca (como ha hecho tanta gente con los personajes de Akira Toriyama) o varías levemente el tono de la piel… Pues no soy capaz de ver otra cosa. Por suerte, esto sólo pasa de cuando en cuando (¿por las prisas a la hora de publicar quizás?) y, por lo general esta primera parte se traduce en una aventura divertida de leer (me imagino a Uriel López, traductor de este cómic para Panini, sudando tinta con alguna referencia a Evangelion) y muy espectacular de ver.

 

«Todo con el permiso tácito de los Estados Unidos. Todo dado por entendido«

 

Lo que de verdad interesa está en la segunda parte de esta Patrulla-X #2 (#84). Somos testigos de un acontecimiento que (¿simetrías de la vida o mensajito de MacKay?) ya tuvo lugar en una segunda doble entrega de aquel lejano Amanecer de X. Unos soldados, en esta ocasión agentes de O.N.E. (la Oficina de Emergencia Nacional), asaltan la base de los mutantes y, al contrario de lo que ocurriera hace ahora casi cinco años, los mutantes les dan hasta donde hace sombra. Siempre me llamó la atención que en Krakoa, una nación poblada por mutantes de los más diversos poderes, se pudieran colar unos agentes rusos como Pedro por su casa y MacKay parece darme la razón al humillar de esta manera a los agentes estatales que se cuelan en la casa de Scott y sus compañeros.

 

 

Pero, ¿por qué esta incursión? Ahí es donde se está haciendo grande el guionista, al que ya hemos visto recoger miguitas del pasado en su entrega de Los Vengadores de este mes. MacKay mira al pasado reciente de los mutantes para tomar consciencia de que, si bien Orchis fue el gran villano de aquella etapa, no es menos cierto que Charles Xavier mató a inocentes al ponerse al servicio de las máquinas y (esto es lo más importante), por más que la organización antimutante haya caído, su mensaje ha calado muy fuerte en la sociedad. Hasta el punto de que una agencia estatal, plenamente consciente de la inocencia de Cíclope en el falso juicio al que fue sometido y con su tortura y las muertes de muchos mutantes bien frescas en la memoria, decida desconfiar de las intenciones de este grupo y trate de aislarlos como medida preventiva. Esto, como ya habréis adivinado, no es más que un reflejo del mundo real, donde algunos manejan el relato y, para cuando sus mentiras quedan al descubierto, ya es demasiado tarde y su daño ya está hecho.

 

La batalla verbal entre Scott y el agente de O.N.E. reivindica al primero y su posterior crisis no sólo planta una semilla para el futuro, sino que nos deja ver lo recientes que son las heridas que la Caída de X ha producido en este personaje. Hay mucho, muchísimo más, por rascar de esta doble entrega (la conversación entre Magneto e Idie, el hecho de que gente adulta esté obteniendo poderes…), pero mejor guardémonoslo para futuras reseñas. Pinta genial el futuro de esta Patrulla-X.