«¡El destino de este imperio está entrelazado con el vuestro, Juliano!«

Yermo Ediciones reina en nuestro país en lo que al cómic histórico se refiere por méritos propios. Ninguna editorial ha apostado como ellos por una línea tan específica dentro del mundo de la viñeta, claro que tienen productos de otros géneros (y algunos de ellos, como la divertida Aspic, bastante buenos), pero personalmente pienso que los títulos que les han diferenciado y los que más han elevado la calidad de su biblioteca han sido los que nos trasladaban a las Cruzadas, o la Guerra de los Cien Años o, como veremos en el caso que nos ocupa hoy, los tiempos del Imperio Romano tardío, poco antes de su desmoronamiento a manos de los llamados pueblos bárbaros.

Ken Broeders se centra en Flavio Claudio Juliano, uno de los últimos emperadores de la máxima expresión de la Roma clásica que pasó a la historia como el Apóstata por rechazar el cristianismo (que había sido oficializado hacía no demasiado por Constantino) y tratar de volver a las creencias antiguas previas y por todos conocidas. Juliano tuvo la difícil tarea de rechazar a los francos en la Galia en un momento en el que la corrupción de los altos estamentos de la sociedad romana y la movilización de sus ejércitos hacia el sur para batallar a los persas habían convertido a los territorios fronterizos con los de las tribus bárbaras en un tambaleante castillo de naipes que se antojaba imposible de defender.

«He rechazado al dios del emperador y de los cristianos«

Y, sin embargo y contra todo pronóstico, Juliano demostró ser un excelente estratega y un inteligente estadista capaz de estudiar a los filósofos clásicos todas las noches mientras que durante las gélidas mañanas galas repelía incansable a las hordas que comandara el rey bárbaro Chonodomario. En este aspecto Broeders prácticamente calca la figura del Delfín de Francia que nos mostraron Nicolas Jarry, France Richemond y Theo en El Trono de Arcilla (y, por qué no decirlo, la de Alejandro Magno que todos conocemos) de joven líder que, enfrentado a la adversidad, se crece y es capaz de salvar el día y unificar bajo su ala posiciones anteriormente enfrentadas. La diferencia con estos es que Ken hace evolucionar y crecer a su personaje rápidamente para no aburrir al lector y poder saltar a la acción siempre que sea necesario.

Escena de Apóstata #1

Para ello el autor no tiene más que ceñirse a lo que los historiadores y cronistas de la época han trasladado a nuestros días. De la mano de Broeders seguimos a Juliano desde su salida de Mediolanum (la actual Milán) hasta su peregrinaje por la desolada campiña francesa y desde aquí a las batallas políticas que se desataron entre sus aliados y sus más cercanos seguidores. En este primer tomo Broeders abarca desde su nombramiento como César en 355 hasta el comienzo de sus campañas partiendo de «la antigua Lutecia» (París) y en tan poco espacio de tiempo tenemos ocasión de entrar en contacto con algunos de los personajes que más influirán en su vida y que le acompañarán hasta su muerte en 363 frente a los persas y una vez convertido en César Augusto.

«Ahora el futuro es incierto…«

Broeders también introduce un elemento sobrenatural para añadir algo de fluidez a la obra y no hacerla pecar de demasiado academicista. La inclusión de la bruja roja en las filas de los francos y su relación con la vidente romana nos sitúan en un futuro que nosotros ya conocemos y sirven para guiar los pasos de Chonodomario en pos de los de su gran rival. Con todo, el elemento sobrenatural no se encuentra sobreexplotado en este libro y no se trata más que de un recurso del autor para enfatizar la separación entre los mundos cristiano y pagano que, pese a la imposición de Constantino, no terminaban de ligar.

Escena de Apóstata #1

Otro de los puntos fuertes de Apóstata es, sin duda alguna, el excelente dibujo del propio Broeders. Este autor todoterreno puede que tarde una eternidad entre entrega y entrega, pero la verdad es que salta a la vista que la espera merece la pena. El álbum es interesante de leer, pero es fabuloso de contemplar. Todo, desde los grandes escenarios franceses hasta las expresiones de los personajes y sus gestos corporales, está dibujado con mimo y atención a los detalles, traduciéndose en una obra que sel lee rápido y a la que se vuelve para disfrutar de su arte. Además, Yermo incluye al final de este primer volumen una interesante colección de extras a modo de bocetos, páginas descartadas… que también es 100% disfrutable.