La franquicia más violenta y salvaje de los juegos de lucha está de vuelta. Mortal Kombat 1, la culminación del reboot iniciado por la saga en 2011 y del que esta sería su cuarta ¿y última entrega?, llega con una propuesta que perfecciona lo construido anteriormente y que añade nuevas ideas que se sienten tan naturales que parece que siempre han estado ahí.
Hablamos de «última entrega» porque -atendiendo a su modo historia- no es descabellado pensar que NetherRealm Studios y Warner Bros. Game buscan repetir la jugada de Mortal Kombat: Armaggedon, cuyo argumento cerraba la trama que venía desarrollándose hasta entonces y que despejaba el camino para explorar nuevos conceptos e ideas. En este sentido, el 1 de Mortal Kombat 1 tiene más de función narrativa que de verdaderas intenciones hacia los jugadores noveles.
La historia arranca tiempo después de los hechos acontecidos en Mortal Kombat 11: Aftermath, con Liu Kang, ahora protector de la Tierra, reclutando a sus campeones para luchar en Mortal Kombat. Estamos, pues, ante una nueva línea temporal con sus propias reglas y dinámicas (de ahí el 1 del título). A quienes hayan seguido el devenir de la franquicia en los últimos años todo les resultará familiar, pero también nuevo (abriendo así también la entrada a nuevos usuarios). ¿Qué ha cambiado? ¿Qué se mantiene igual? ¿Cómo son las renovadas encarnaciones de los personajes clásicos? Durante la primera mitad del modo historia (que en total nos puede llevar cinco horas y media) neófitos y veteranos estamos más o menos al mismo nivel. La cosa cambia cuando nos adentramos en la segunda mitad de la historia que alude y conecta sin camino de vuelta con los episodios anteriores. Y si bien los creadores se esmeran en resumir todo ese contexto previo, quien llegue de nuevas necesitará acudir a la wiki de turno para ponerse al día.
Con esto presente, no conocer la historia previa ¿es realmente un impedimento para disfrutar de la narrativa de MK1? No del todo. Podrá faltar mucho contexto, pero incluso así, a grandes rasgos funciona muy bien. No llega a ser un soft reboot, pero casi.
Uno de los grandes atractivos de la franquicia (sobre todo desde el reboot de 2011) está en su relato. Y MK1 no es una excepción. Es más, pocos veteranos me discutirán que es capítulo más emocionante de todo el reboot (y llega con un formidable doblaje localizado al castellano). Con suerte, si venís de nuevas, su historia os enganchará al punto de querer profundizar en ella y descubrir sus anteriores capítulos. Y ya solo imaginar las enormes posibilidades que ofrece su desenlace se nos hacen los ojos chiribitas.
Kameos invasores
Aunque la historia sea un punto (importante) a tener en cuenta, no podemos olvidar que estamos ante un fighting game. Esto al final va de pelear. Y si la narrativa siempre ha sido un elemento diferencial de la saga, su dinámica de combate lo es otro tanto. MK es un juego fácil o difícil dependiendo de nuestra pericia memorizando y ejecutando sus -a veces- interminables combos. A diferencia de otras sagas como Street Fighter donde un preciso timing es la clave entre ganar o perder, en MK prima la rapidez y fluidez de los comandos. ¿Cuál es mejor? Es algo que dependerá de cada uno, pero a mi modo de ver son propuestas complementarias e igual de disfrutables.
La principal novedad de MK1 respecto a sus predecesores es la aparición de los personajes kameo, que son una suerte de luchadores asistentes que nos ayudan en las peleas «ampliando» la lista de movimientos del personaje principal. El ejemplo más evidente lo encontramos en Frost o Sub-Zero. Al seleccionarlos como nuestros personajes kameo tendremos la posibilidad de usar sus habilidades de congelación del rival mientras usamos a Mileena o Luke Cage como luchador jugable. Con kameos como Striker, Sonya Blade o Kano ya podéis intuir la cantidad de combinaciones y estrategias que se nos abren. ¡Ojo! No todos son seleccionables desde el principio, algunos (como Scorpion o el citado Sub-Zero) hay que desbloquearlos a base de jugar.
Esta nueva mecánica (que sustituye la personalización de equipo o las variantes de los anteriores) se siente muy natural, dando la sensación de que siempre ha estado presente. Sirve, además, para ampliar (aunque sea de forma artificial) la nómina de luchadores que (de entrada) está compuesta por 23 kombatientes (contando a Shang Tsung, que se incluye como bonus de reserva) y 15 kameos. ¿La parte negativa de la mecánica de los kameos? Que perdemos en personalización -estética- de los personajes, cuya modificación de vestimenta y accesorios es bastante más limitada. Pero ¡ay!, puestos a imaginar, cuando juguéis, pensad en lo que daría de sí jugar con las posibilidades con las que nos tienta el capítulo 15 del modo historia. ¿De qué hablo? Tendréis que descubrirlo por vosotros mismos.
Entre los cambios más destacados tenemos también la simplificación hasta el extremo de la kripta (olvidaos de la exploración en busca de cofres, ahora es un simple ídolo al que echar monedas para desbloquear recompensas) y el modo Invasiones. En este, avanzamos por diferentes «tableros» (que se van actualizándose cada cierto tiempo) peleando contra todo tipo de enemigos (y en multitud de escenarios: en torres vivientes, peleas simples, con modificadores…) mientras mejoramos a nuestro personaje (ya sea con una serie de objetos que potencian nuestras habilidades o mejorando nuestras estadísticas [solo aplicables en este modo de juego]) a fin de adquirir accesorios, desbloquear kameos o ganar monedas para gastar en la tienda del juego. En resumen, es el modo para farmear recursos. Interesante, sí, pero a la larga puede hacerse un tanto tedioso.
El resto de modos son los habituales de la saga. El modo Torres (que hace las veces del modo Arcade habitual de los fighting games), el Versus (local, online y contra la consola), y el Entrenamiento, con sus modo libre y multitud de tutoriales y desafíos. Si no os interesa el juego online o competir contra otros, MK1 ofrece muchas horas para el goce single player. Vais a encontrar pocas propuestas tan variadas dentro del género para disfrutar de la experiencia para un jugador.
Analizada la versión de PlayStation 5.
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