Avatar: La leyenda de Aang, conocida así en países como España, o Avatar: The Last Airbender, en los países anglosajones, es una serie de dibujos de gran éxito creada en California, con influencia manga, y con argumento e historia asiáticos, donde las artes marciales están en primera plana. Dice «la leyenda de Night» que se involucró en el proyecto al descubrir a sus hijos mientras miraban la serie de dibujos animados y quedar asombrado por la historia.

Es la primera película que el hindú realiza sin ser su historia, su proyecto, sin su magia intrínseca. Es también la película más cara que ha realizado, de 150 millones de suculentos dólares. Todo esto puede servir para que se le juzgue desde otra perspectiva, y no sea desde un filme totalmente suyo, una parte recién salida de su cuerpo. Esto no impide que la película tenga su sello. Sello que se ve en cosas como la forma de realizar algunas escenas, sus planos, la forma de narrar… Hay sello suyo, pero no es su cuento. Y creo que se podría haber echo algo mejor.

Se nota de donde procede la historia. Su argumento y forma física no dejan de ser proyecciones de una serie de dibujos animados. Y aunque los fans dicen que Night ha quitado y cambiado muchas cosas de la serie original, la aventura para niños que es la serie está bien plantada en la película de carne y hueso. Con algunos toques de humor un poco sosos. En realidad la película es lo que es, una película entretenida de aventuras; y no lo que pudo haber sido, una obra magna creada por uno de los mejores directores actuales. Sin haber visto la serie, queda claro al ver el film, la gran intrahistoria y mitología creada para la serie. En esto se ven claras reminiscencias de la cultura anime que se extiende imparable por el mundo.

A destacar, sus increíbles efectos, casi todos tienen que ver con el uso de los elementos como el aire o el fuego. Un plano largo, de esos que le gustan al director, que recrea la primera lucha entre buenos y malos del film, es algo maravilloso de ver. Pero no todo es agua clara, dulce y fresquísima. Lo peor de todo no tiene que ver con la película en si, si no con el doblaje. Las voces que le han puesto a Aang, el niño protagonista, y a su amiga Katara son pésimas, irrisorias y amargan la visión de la historia durante casi toda la película.

Otra cosa es el 3D. Una película rodada para 2D, luego convertida en 3D. Lo más impresionante de esta nueva tecnología es el logo del principio. Ahí si que le han sacado partido. Luego, que yo opino que las gafas para ver el cine son bastante asquerosas. Se te cansa la vista, te molesta en la oreja, y se pierde luminosidad. Además de que no da profundidad ni saca de la pantalla nada con importancia.

M. Night Shyamalan puede ser muchas cosas. Es cierto lo que dice, que se juzga más a sus películas por el director que por ser un relato por sí solo. Dicen que el director es egocéntrico y algo turbio. A mi su visión soñadora, su manera de ver el mundo, su teoría de que no todo lo que vemos de primeras es el todo, de que hay algo más por descubrir, me gusta. Y eso lo pone en todas sus historias. Me gustan todas sus películas, y la que más, la más repudiada, La Joven del Agua. Un cuento increíble, más allá de que el mismo director quiera salir en la película; si no lo estropea, no está mal.

Pero claro, esta no es una típica historia suya. Pero aún así tiene algo que se deja ver. Muchos fallos, eso sí. Es muy infantil en la forma. Un poco de curvas en el camino hubiera estado bien. No innova, algo que podría haber aportado el director a este género. La innovación no es algo obligatorio en una obra de arte, pero ayuda a convertirla en tal cosa.

Eso si, la historia es muy bella, con un inmenso mundo lleno de posibilidades, hermosa cual creación oriental a la sombra de un cerezo en flor, aunque simple y llana. Para ver una tarde y luego jugar a la consola.