En un suburbio francés de edificios de protección oficial, estropeados e incluso destruidos en algunos casos por el tiempo el vandalismo y la falta de mantenimiento, tres encuentros fortuitos en uno de ellos conformarán tres parejas nada convencionales, llenas de ternura, compasión y humor.
En clave de alegato hacia las personas con prejuicios, Samuel Benchetrit enhebra las tres historias en el marco de una comunidad de vecinos de un barrio de las afueras de París. Nos presenta a seis personas de forma tan desapercibida que en un primer momento parecen insignificantes pero finalmente llenarán de ternura y emociones la pantalla, demostrando que las gentes humildes tienen grandes historias.
Magníficamente interpretados por un gran elenco encabezado por Isabelle Huppert (nominada al oscar por Elle), los personajes de este film se encuentran en momentos de extrema soledad y crisis personal pero extraordinariamente no convierte a la cinta en un película triste. Isabelle interpreta a una actriz en horas bajas que se tiene que mudar a un piso barato para poder subsistir, en este transcurso conoce a un entrometido adolescente (Jules Benchetrit) que prácticamente vive solo en el piso de enfrente y después de varios encuentros desafortunados, termina interesándose por el trabajo de la actriz, en el primero encontramos a prácticamente un hombre ermitaño un tanto desaliñado (Gustave Kervern) que tras un incidente doméstico se ve empujado a una situación un tanto surrealista que además le permite conocer a una enfermera nocturna de la que no llegamos a conocer nada de su historia y sin embargo gracias a la interpretación de Valeria Bruni Tedeschi podemos observar su gran vacío interior, por último y en un alarde se surrealismo una madre preocupada (Tassadit Mandi) vive sola en los pisos superiores donde arriba un visitante (Michael Pitt) nada esperado que necesitará por unos días de su calurosa hospitalidad en una casa que ahora tan vacía.
El tiempo es una de las zonas de juego de Benchetrit en esta película, desde el inicio se recrea presentando escenarios, mobiliario y tecnología, de manera muy sutil, que confunden y a la vez concretan, poco a poco el marco temporal del filme, esto también se refleja en el formato 4:3 que mantiene todo el metraje. También es de destacar lo cuidado de los escenarios, el atrezo y el montaje de la cinta, que mantienen una sensación de continuidad en todo momento con colores grises apagados en honor al título original (Asphalte – Asfalto) y un ritmo que mantienen la atención y con el que hasta se consigue un toque humor.
En conclusión, no os asustéis por el título, ni por el hecho de que sea una película dramática, es una sorpresa de buen humor (no humorística) que deja muy buen regusto a finalizar y una grata sensación durante los 100 minutos que dura, gracias en gran medida a los magníficos actores que la representan. En este aspecto me ha recordado un poco , salvando las distancias, a “Intocable” (Intouchables) de Olivier Nakache y Eric Toledano.
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