Llevamos ya dos días en el festival y, como es comprensible, hemos podido ver más de cinco películas, pero la política de embargos hace que no podamos publicar nada de ellas hasta que no se presentan oficialmente. Estamos ya liberados para hablar de las tres primeras películas a concurso de la Sección Oficial y de un par de títulos de secciones alternativas, como se podrá ver el nivel general está todavía bastante bajo pero tenemos fe en que algún día esto explote y alguna película dé la campanada. 

Django de Etienne Comar

Un intrascendente biopic sobre el guitarrista gitano Django Reinhardt abría la sexagésimo séptima edición del Festival de Berlín. Lo que se presentaba en un principio como una propuesta interesante, al abrir con dos potentísimas secuencias de una persecución y un concierto, termina convirtiéndose en una película de una narrativa de lo más convencional sosteniéndose en un constante plano contraplano y un montaje efectista pero cero innovador. Lo pobreza del texto y su impersonal forma, hacen que la interpretación de Reda Kateb (que podría dar para mucho), se quede en una mera anécdota ya que Django es, en definitiva, una película muy olvidable. Es cierto que se ven importantes esfuerzos en fotografía y el apartado artístico, pero todo se ve lastrado por su convencionalidad.

Barrage de Laura Schroeder

La omnipresente Isabelle Huppert (que no se pierde una) tiene que hacer presencia en todos y cada uno de los festivales de cine que se celebran cada año en el mundo y en esta ocasión interviene, de forma discreta, en la película Luxemburguesa Barrage. La cinta explora la relación entre una madre y su hija (de unos doce años), a quién ha criado su abuela, juntas emprenderán un pequeño viaje a una pequeña casa en la montaña donde se conocerán mejor y descubrirán secretos de sus pasados. Rodada en un íntimo y acertado 4:3, la película es un sutil acercamiento a las relaciones familiares, relaciones en este caso inexistentes y, de alguna manera, la directora consigue trasmitir la dureza de un encuentro entre personas que creían tener un vínculo cuando en verdad son auténticas desconocidas. La directora cuenta con la hija de Isabelle Huppert (la abuela) quién se pone muy bien en el lugar de su madre y recrea con precisión sus gestos y posturas (no saber esto al ver la película da más credibilidad a este dato) y finalmente se crea una conexión entre las tres gracias al acertado montaje. Si es cierto que la película tiene sus fantasmadas como cierto flashback con pretensiones poéticas, pero es una obra agradable que da a conocer a una directora con talento.

On body and soul de Idilko Enyedi

En Sección Oficial a concurso, encontramos esta película húngara totalmente indescriptible. Cuenta la historia de Maria, una excéntrica mujer que al entrar a trabajar a un matadero en el descubre tras un análisis psicológico, a raíz de un percance interno, que comparte sueños con un compañero suyo. Todo esto provocará que entre ambos tengan una peculiar relación que acarreará peculiares consecuencias. Probablemente no se vea en Sección Oficial una película tan absurda, un guión que intenta ser gracioso apoyándose en las estravagancias de su protagonista pero que sólo resulta cansino. La obra no se encuentra en ningún momento y es un ir y venir de actores en situaciones que aumentan su nivel de ingenuidad y tontería conforme avanza la película. A parte de eso, al principio la directora se empeña en mostrar de manera explícita el funcionamiento del matadero y los sueños de la protagonista, algo que no aporta absolutamente nada. Si que hay que reconocer la meritosa interpretación de la protagonista Alexandra Bóvely, carnaza de Oso de Plata.

The Wound de John Trengove

Alabada en el Festival de Sundance, como todo producto que por allí asoma, llega desde Sudáfrica una película que explora la homosexualidad dentro de la sociedad sudafricana desde el punto de vista de los rituales ancestrales a los que se someten los adolescentes. Rodada de manera sublime y con una sensibilidad exquisita se presenta esta interesante ópera prima que al igual que la reciente Moonlight anula las ideas socialmente asentadas sobre la masculinidad y da un golpe de realidad; y es que The Wound muestra, en primer lugar, personajes homosexuales de raza negra (algo que más allá de The Wire y la reciente Moonlight era del todo desconocido) y lo más importante, plantea este conflicto en un país donde no está aceptado en un contexto, casi prehistórico. Si que es cierto que su guión cae en ciertos clichés y da demasiada información en su tramo final, pero es una película que puede ayudar a abrir ciertas mentes porque a pesar de su crudeza es bastante contenida y nada explícita. No es ninguna joya o algo imprescindible, pero si un producto interesante de la Factoría Sundance de un director a tener en cuenta.

The Dinner de Oren Moverman

La representación americana de la Sección Oficial, sin tener en cuenta Logan que no compite, se puede definir en una sola palabra: lamentable. Y es que al acabar uno no sabe cuantas películas ha visto porque el director hace un interesante combinado de Un dios salvaje de Yasmina Reza, las paranoias personales propias de las películas de Woody Allen con un toque de documental de National Geographic y el resultado es catastrófico, puesto que la película toma mil tonos y direcciones y hasta la última media hora no plantea el auténtico conflicto que debería haber expuesto al principio para así tomar después el rumbo que le diese la gana y explayarse en todo tipo de subtramas. La dirección de actores es un auténtico desastre y menos mal que están allí Laura Linney y Steve Coogan para sacar adelante una película que destrozan un pesado Richard Gere y una desastrosa (para no variar) Rebbeca Hall.