Parece que esto remonta, ya era hora la verdad, y aparecen las joyas del Festival, las películas que recordaremos cuando volvamos a casa. El cansancio se empieza a notar y hay que pelear y beber litros y litros de café para no caer redondo en las proyecciones, aún así el descubrir películas y jugar a adivinar qué se estrenará en España y qué no o adivinar la distribuidora que la llevaría, nos mantiene vivos y con ganas de ver más. Nuestras apuestas por adivinar el palmarés varían cada minuto pues todo parece ir de menos a más. 

Bright Nights de Thomas Arslan

Drama nórdico que explora la relación entre un hombre divorciado con su hijo tras la muerte de su padre. Lo que puede ser fácilmente un telefilmazo se transforma en una obra delicada y contenida, una película muy sutil y reservada pero cargada de emociones y es que todo fluye en la misma a un ritmo hipnótico y nada cargado. La película tiene un plano secuencia de una carretera que es simplemente magistral y aporta un significado complejísimo y completo a la historia. El actor Georg Friederich a quién ya habíamos visto en la desastrosa Wild Mouse realiza un trabajo excepcional junto a Tristan Göbel, su hijo en la ficción y el resultado es una cinta inolvidable que, pese a sus inevitables fallitos, resulta tierna, agradable y enriquecedora.

Mr. Long de Sabu

Desde Asia llega a competición este drama-comedia negra-thriller de acción que cuenta ls historia de un sicario que se refugia en un pequeño pueblo donde tendrá que hacer frente a su propio pasado. Lo que se presenta en su primera hora como un filme 100% verhoeveniano por su laberíntico montaje, su sordidez y su visceralidad visual, desaparece por culpa de la peor decisión de guión que ha habido en una película a competición en el Festival porque, al igual que sucedía en Train a Busan aparece en la película la innecesaria intensidad de sus personajes. No es políticamente correcto cuestionar esto ya que responde al estilo asiático, pero si que es cierto que saca demasiado de la película. Durante su primera hora apostábamos por un premio a mejor dirección, teniendo en cuenta que el holandés es presidente del jurado, conforme avanza la película uno se aburre y se cae toda la grandeza de su comienzo.

Call Me by Your Name de Luca Guadagnino

Este drama gay, que venía potente desde Sundance, cuenta la relación entre Elio y Oliver, un estudiante que va a pasar las vacaciones a casa del primero donde surgirá el amor. Luca Guadagnino, tras la caótica Cegados por el sol, regresa al cine por todo lo alto y se coloca en el panorama internacional gracias a este ejercicio de sutileza. Y es que Guadagnino a sobrepasado todos los tópicos y fórmulas del cine LGTB para crear una obra muy personal (en la que se nota la mano de James Ivory, sí, sigue vivo, con quien ha coescrito el guión) con un despliegue visual sin precedentes y una profundidad a la hora de construir personajes que es envidiable, defienden el poderío de estos personajes sus dos intérpretes: un poderoso Armie Hammer y un tal Timothée Chalamet que dará mucho que hablar porque lo que hace trasciende de una interpretación de alguien de su edad. Call Me by Your Name es una película sexy y magnética que aspira a convertirse desde ya en un clásico de culto y es que el particular carácter y tono visual de Guadagnino hace que cualquiera entre en ella y no quiera salir.