René

52 #4: El puzzle resuelto

52 #4

«No me gustaría ser Luthor en este momento«

 

Con 52 me ha pasado una cosa que llevaba sin ocurrirme casi desde que era crío: Con el último tomo sobre mi escritorio no quería leerlo por nada del mundo, porque si lo leía entonces se acabaría una de las historias que más me han cautivado de los últimos años. Este gigante de cincuenta y dos capítulos escrito en forma de serie semanal por genios de la viñeta como Geoff Johns o Grant Morrison ha logrado que me ría, me asuste, me intrigue y me motive hasta cotas insospechadas. Pero no sólo eso, esta serie, por fin, me ha explicado bien qué demonios fue lo que pasó en Crisis Infinita y cómo aquel evento ha marcado desde entonces el devenir del multiverso DC.

 

El evento que coordinaron en 2005 Dan DiDio y Johns nos ofrecía una interesante reflexión sobre el pasado y el presente de la industria del cómic a través de una historia que regeneraba el Multiverso perdido en DC tras la Crisis en las Tierras Infinitas. El problema de dicho evento es que, para los lectores más novatos, no terminaba de dejar claro qué era eso del multiverso ni por qué eran tan diferentes unas Tierras de otras. Uno se quedaba con una vaga idea y luego trataba de tirar de Wikipedia y similares para rellenar los huecos que la trama daba por supuestos y que descolocaban al lector. Hay que tener en cuenta también que Johns y su equipo contaron con «sólo» siete números para desarrollar la trama y hubo cosas que se tuvieron que quedar en el tintero para poder plasmar los millones de ideas y homenajes que el guionista tenía almacenados en su cabeza.

 

Tras Crisis Infinita DC se lanzó de lleno a relanzar las diferentes colecciones, pero dejando pasar un año entero para poder jugar con la baza del «héroe retornado» que tanto misterio aporta sin necesidad de justificar demasiado… ¿En serio? No. Una semana más tarde de cerrar el macroevento la editorial hizo público un proyecto que dejó a los fans de piedra y que hizo que los escépticos se afilaran los colmillos a base de bien: una serie semanal explicaría los sucesos que habrían ido aconteciendo desde que Superboy Prime fuera derrotado y hasta que los tres grandes héroes de DC regresaron a primera línea de batalla. Y lo haría sin renunciar a un sólo ápice de calidad, con un equipo de profesionales espectacular que se ocuparía de sacar todo el jugo posible a la infinidad de personajes menores con los que cuenta la editorial para construir una historia que funcionaría tanto como continuación de la anterior como relato independiente.

 

René

 

«Voy a pasar lo que queda de noche terminando lentamente con tu vida«

 

Y es que a lo largo de los cuatro tomos en los que ECC ha agrupado la serie hemos podido ver de todo: toneladas de buen thriller acompañadas por breves destellos de romance, batallas épicas salpicadas de humor negro… Todo ello sin renunciar a un buen montón de reflexiones acerca del héroe más allá de la capa (nunca me había sentido tan cercano a Superman como cuando le he visto despojado de sus poderes), de la aceptación del dolor y de la propia identidad y un largo etcétera.

 

Este último tomo, por otra parte, se encarga de ir cerrando las mil y una tramas abiertas que hemos podido ir viendo a lo largo de los meses. Algunas, como la de Lex Luthor y su proyecto Hombre Común, tienen un final algo menos impactante de lo imaginado y suponen un pequeño bluff tras toda la expectación generada. Sin embargo Ralph Dibny, René / Question, Animal Man, Black Adam y, sobre todo y ante todo, Booster Gold nos dan las suficientes sorpresas y finales apoteósicos como para que, al terminar el tomo, necesitemos un momento para recuperar el aliento.

 

De todas las historias es la del famoso antihéroe de la familia Marvel la que más ruido hace y, por otra parte, más previsible resulta. La felicidad y el buen rollete de Back Adam no podían ser eternos, más aún cuando 52 comienza con el gobernante de Khandaq partiendo a un hombre en dos en una declaración de intenciones de lo que, hasta la llegada de Isis, iba a ser su férreo gobierno. El desarrollo de la trama no nos depara muchas sorpresas, pero sí la manera en que se desarrolla su desenlace y cómo se logra que la parte del relato que corresponde a este antiguo egipcio enlace de una manera perfectamente creíble con las historias de Intergang y los científicos locos de Oolong.

 

Black Adam en 52 #4

 

«Bienvenido a casa«

 

Pero mi historia preferida, aparte de aquella magnífica sobre René y Question que ya llegó a su punto más intenso en el número anterior, es la que versa sobre Booster Gold. Este personaje, creado allá por 1986 e incansable buscador de fama y fortuna a través de sus conocimientos sobre el pasado (es un visitante del futuro), no es más que otro antihéroe al inicio de 52. La primera vez que lo vemos no es más que un engreído adicto a la fama pero cuando ésta le da la espalda y Michael Jon Carter toca fondo es cuando el verdadero justiciero comienza a emerger. Los giros y las sorpresas que nos ha dado su trama a lo largo de estas 52 entregas han sido los más sonados y el cierre que él y Rip Hunter le dan al cómic ponen el broche de oro a los eventos que comenzaron en Crisis Infinita y que desembocaron en la actual existencia de cincuenta y dos realidades alternativas dentro del multiverso DC.

 

ECC publica este último tomo con la misma calidad que los otros tres. ¿Qué quiere decir esto? Que tenemos entre manos un libro encuadernado en alta calidad y repleto de pequeños textos de todos y cada uno de sus responsables aparte de guiones, bocetos e ilustraciones descartadas. Los cuatro tomos de 52 son, al modo de ver de este humilde servidor, una de las mejores compras que puede hacer un fan del universo DC. Se trata de una de las experiencias mejor narradas y tratadas de la historia editorial de esta casa y los posteriores intentos de repetir su éxito se han quedado en eso, en intentos.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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