«Cuando Barry acudió a mí pidiendo ayuda no se la ofrecí«
Hace casi 15 años apareció, bajo el sello Elseworlds, una miniserie de tres números titulada Flashpoint. En ella, bajo el guión del casi desconocido Pat McGreal, veíamos a un Barry Allen envejecido y derrotado por los remordimientos en un mundo que ya no disfruta de la presencia de Flash. Se trataba de una de las múltiples realidades alternativas del Universo DC y en dicho cómic se hacía clara referencia a cómo la velocidad de Allen y su frecuencia vibratoria podían ser la clave para no sólo viajar en el tiempo, sino a través de las dimensiones, de los distintos mundos de los que ha hecho siempre gala Detective Comics.
Más aún. Ya en 1961 Gradner Fox proponía en El Flash de Dos Mundos la posibilidad de los saltos interdimensionales por parte del velocista en una historia que, además, abrió la puerta a los encuentros entre habitantes de distintas realidades (lo cual terminaría cristalizando en la Crisis de las Tierras Infinitas). Lo curioso es que ambas historias (la de los 90 y la de los 60) plantean que el peso de Flash en el devenir de la historia es mucho mayor de lo que cualquiera podría predecir. Así, en 2011, cuando las cabezas pensantes de DC vieron clara la necesidad de una profunda y radical renovación de las colecciones de la editorial no decidieron tirar de la iconografía de Superman ni de los inventos de Batman. No, sencillamente le encargaron a Geoff Johns que le diera una vuelta de tuerca a la idea de McGreal para crear algo completamente nuevo, algo que tuviera como consecuencia un nuevo terreno de juego sobre el que construir desde cero si se quería.
Así nació Flashpoint. Una serie de cinco números que plantearían una realidad intrigante y repleta de sorpresas en la que Barry despertaría desprovisto de poderes, con su pasado trastocado y con muchas más preguntas que respuestas.
«Creo que nunca ha visto el sol«
Marvel le ha dedicado toda una línea editorial a sus ‘What if…‘, pequeñas historias que exploran eventos acaecidos en la continuidad principal, pero bajo circunstancias distintas. Por su parte, DC decidió apostar por la anteriormente mencionada Elseworlds porque ¿para qué limitarse a un simple What If… cuando puedes generar un universo completo de la nada? Esta manera de hacer las cosas tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado, el nivel de riqueza de los escenarios de las historias alternativas a veces supera a la propia continuidad principal (sin ir más lejos el mundo de Flashpoint redibuja el mapamundi para explicar una situación geopolítica aterradora), pero con cada nueva realidad añadida a la pila la torre se va haciendo más alta e inestable y hacen falta eventos como Crisis Infinita para poner un poco de orden editorial y no volver loco al lector.
Pero Crisis Infinita, Flashpoint… no dejan de ser nuevos What Ifs que añadir al montón y, al final, la historia del Universo DC es demasiado complicada como para lanzarse a ella de cualquier forma. Flashpoint se supone que debía evitar esto, pero complica aún más las cosas al funcionar como prólogo a la tabula rasa del NuDC desde la continuidad anterior y a la vez convertirse en una lectura imprescindible para entender algunas partes de la nueva realidad y algunos de los hechos que aún están por venir. Con todo, la constitución del Nuevo Universo DC y Flashpoint son apuestas más arriesgadas y llamativas que Marvel Now! (un reseteo que no lo llega a ser de verdad) y el enfrentamiento entre mutantes y Vengadores de la Casa de las Ideas, editorial que no se ha atrevido a proponer un concepto tan rompedor como el que hizo DC en su día a partir de este título: Los héroes acaban de irrumpir en la Tierra (NuDC comienza 5 años después de la primera aparición de Superman) y la humanidad se debate entre la admiración y el terror.
«Verás, resulta que hoy el villano eres tú«
Si nos concentramos en el tomo que publica ECC nos encontramos con una excelente historia orquestada por el prolífico Geoff Johns que mezcla elementos propios de la novela detectivesca con las clásicas batallas de «todos contra todos» que caracterizan a los eventos de esta categoría. Todo, desde los personajes implicados hasta la resolución del conflicto es llamativo y sorprendente en esta historia. Quizá no tenga la extensión ni (a primera vista) haya implicado sucesos universales de la escala de sagas como Crisis Infinita, pero todo esto es engañoso: En Flashpoint se habla ni más ni menos que de arrastrar a todas las dimensiones como los globos de un globero por la corriente temporal a la vez que se modifican detalles aquí y allá en todas y cada una de ellas.
El dibujo corre a cargo de un Andy Kubert en estado de gracia. Una de las cosas que más molan de los universos alternativos es el aspecto de los héroes y villanos una vez se ven libres de las ataduras de la continuidad y la iconografía, si no echádle un vistazo a La Era de Apocalipsis o, incluso, al último (y circense) número de Lobezno y la Patrulla-X. Kubert se despacha a gusto y, con permiso de Johns, trae de vuelta de entre el panteón de los eternos olvidados a la adorada (y perturbada) heroína de Neil Gaiman: Element Woman. Todo esto en una edición un tanto austera por parte de ECC (historia y portadas nada más para un tomo que habría lucido muy bien en cartoné).
Flashpoint nos muestra un mundo sin verdaderos héroes, de almas torturadas. Una realidad que debe ser cambiada, pero que merece la pena explorar y que no llega a estar exenta de esperanza. Porque la naturaleza de cada individuo, como ya se nos mostró en Crisis Infinita o en Batman: Tierra Uno, permanece inalterable aunque cambien los colores o las ansias de venganza nublen la vista de los héroes más poderosos del universo DC.
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