Dorohedoro #11

Dorohedoro #11: Magic storm

Dorohedoro #11«Soy Curse. El que todo lo despoja«

 

Hace ya casi dos años desde que ECC comenzó a publicar Dorohedoro. La serie, que ha ido llegando a nuestro país con una periodicidad algo difusa pero constante, ha ido conquistando cada vez a más gente y, de hecho, en Japón se ha ganado una adaptación al anime (su cabecera ha aparecido hace bien poco y es una auténtica locura) que se ha estrenado en la televisión nipona, pero cuya licencia sale de los bolsillos de Netflix (¿significa eso que terminará llegando a España?). La serie de Q-Hayashida pertenece a una nueva generación de mangas y animes, entre los que también podemos encontrar a Chainshaw Man o a Jagaan, que están reinterpretando las fronteras del shonen y el seinen desde el punto de vista de la violencia.

 

Y es que violencia hay un rato largo en Dorohedoro. Miembros cercenados, baños de sangre, muertes, resurrecciones que salen mal… Y entre medias hay mucho humor negro y salvaje y situaciones que van desde el patetismo desaforado hasta el heroísmo más shonen. Pero, sin duda alguna, lo que ha conquistado a los lectores de este manga es la enorme colección de personajes interesantes que nos podemos encontrar en sus páginas. Eso y la capacidad de su autora para plantear unas facciones con las que nos podemos identificar tan fácilmente que se desdibujan los límites entre aliados y enemigos, malos y buenos. Al lector le interesa tanto lo que le pase a Caimán y Nikaido como las historias de loa familia de En o los problemas de Ebisu.

 

«Lo que me imaginaba… Estás vivo, cabrón…«

 

En este undécimo (de veintitrés, ¡que no vamos ni por la mitad!) tomo la situación, que ya se había ido bastante de madre en el número anterior, se complica aún más cuando la violencia del encontronazo entre En y Caimán deviene en la liberación de cosas y seres que llevaban mucho tiempo atrapados quién sabe dónde. Lo que esto produce es una cascada de acontecimientos que nos llevan a una conclusión del tomo terrorífica y alucinante (no podemos decir definitiva, que las reglas de este manga son muy difusas) que, a su vez, nos deja con más preguntas que respuestas entre las que prevalece una por encima de las demás: ¿Y ahora qué?

 

Dorohedoro #11

Dorohedoro #11

 

Aunque lo cierto es que nos hemos ido acostumbrando a terminar cada uno de los tomos de esta fabulosa colección con la misma pregunta. A Q-Hayashida no le gusta que las cosas permanezcan mucho tiempo de la misma forma (o con el mismo número de extremidades) y eso revierte en un manga que es puro dinamismo. Además, dentro del feísmo del que la autora ha hecho bandera, los rediseños de los personajes están a la orden del día, no permitiéndose así misma acomodarse en el dibujo de tal o cual carácter.

 

Dorohedoro #11 sigue presentándonos a uno de los mangas underground más llamativos e interesantes de cuantos ECC se ha atrevido a traer a nuestro país. es una gozada que, de cuando en cuando, las editoriales españolas tengan el valor de apostar por producciones de este estilo, aunque es bien cierto que la catalana es una de las que más y mejor han sabido moverse por la galaxia de obras que se salen de lo común dentro del mercado japonés.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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