«Bastante he hecho con mantener las setas frescas«
Alcanzamos el ecuador de la colección de Dorohedoro en ECC con un par de tomos muy reveladores que llegan en uno de los momentos en los que la trama se ha tornado más tenebrosa y alejada del casi perenne sentido del humor que caracteriza al manga de Q-Hayashida. La ‘bomba nuclear’ que dejó caer la autora al final del anterior tomo tiene por consecuencia dos entregas en las que somos capaces de observar hasta qué punto la sociedad de los magos era dependiente de En y las implicaciones del cambio radical en la balanza de poder en este mundo (y ya veremos si en Hole también). Y el que por fin tengamos dos tomos de revelaciones en una colección tan acostumbrada a plantearnos más y más interrogantes con cada nueva entrega supone un alivio para los lectores: porque Dorohdoro es, para un servidor al menos, una de las series que más atención y ejercicio de memoria están exigiendo en la actualidad comiquera española.
No sólo por el ingente volumen de información que nos propone cada nuevo número de este seinen, sino por la extensísima galería de personajes que intervienen en la historia. De hecho, en Dorohedoro #12 podemos ver una ilustración que aglutina a todos los personajes relevantes hasta la fecha (por orden de altura, otra de las excentricidades de la autora) y un rápido conteo nos da la cifra de treinta nombres (y eso sin contar con algunos de los demonios importantes que han venido haciendo acto de presencia). Llevar una cuenta de quién es quién, teniendo además en consideración el que hay varios sujetos que no son sino diferentes aspectos de un mismo personaje, se torna una tarea de lo más complicado. Dorohedoro va a ser una colección que gane enteros en una segunda lectura, cuando seamos capaces de prestar atención a todos los pequeños detalles que Q-Hayashida deja caer en cada capítulo y seamos conscientes de las relaciones entre todos los protagonistas de este relato.
«Aún no conoces el verdadero potencial de tu magia«
También se nos revelan en estos dos tomos algunas de las mecánicas de la magia que rige este manga y las motivaciones aparentes de uno de sus personajes más importantes. Sobre lo segundo, cuanto más lo pienso más interrogantes nuevos me surgen (¡maldita seas, ya has vuelto a hacerlo Q-Hayashida!). Sobre el primer punto, la mangaka ha sabido desde el principio ir soltando perlitas sobre el humo, los demonios, la magia y todo lo que los une con cuentagotas desde el primer número de Dorohedoro. Sin duda, una de las cosas más llamativas de este manga es el funcionamiento que propone para la magia y todo lo que la rodea. Hasta tal punto lo ha hecho de complejo y rico que seguramente terminemos de leer la historia y nos queden cabos sueltos por cerrar en este sentido, pero en ningún momento me ha dado la sensación de necesitar más información para entender del todo lo que está ocurriendo. La misma nos llega sólo cuando es necesario para comprender la trama y lo hace de una manera natural y perfectamente integrada en la trama.
Dorohedoro es uno de los mangas más rompedores e interesantes que un servidor está leyendo en la actualidad (seguido tan vez por Chainshaw Man, que pronto publicará Norma Editorial, y Undead Unluck, que apenas lleva once entregas en Japón al cierre de esta reseña). Q-Hayashida ha sabido mantenerse fiel a un estilo muy propio desde el primer capítulo y, pese a que nunca lo veremos como uno de los grandes éxitos shonen que plagan las librerías y los salones del manga, ha creado a su alrededor a una legión de fans que, como yo, saben que estamos ante una de las lecturas imprescindibles del manga de la segunda década del siglo XXI.
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