Los mundos de Aldebarán

Los mundos de Aldebarán #1-2: Ecologismo y política scifi

Los mundos de AldebaránECC Ediciones recupera una de las obras más destacadas de la bande dessinée de las últimas décadas. Leo (de quien ya pudimos disfrutar de su trabajo a los lápices en Kenia) lleva adelante con Los mundos de Aldebarán su obra más personal y ambiciosa. Guion y dibujo propios para crear una gigantesca aventura de ciencia ficción que lleva a la humanidad hasta mediados del s.XXII, a una época en la que ya hemos conquistado las estrellas.

 

Bajo el título de Los mundos de Aldebarán, ECC recoge los diferentes ciclos que han sido publicados, teniendo nosotros entre manos los dos primeros: Aldebarán y Betelgeuse (cada uno de ellos compuesto de cindo tomos o capítulos). En ellos, Leo aboga por una ciencia ficción que evoca a los clásicos de aventura y exploración. Si sacamos de la ecuación a las fantásticas criaturas que desarrolla su imaginación y el emplazamiento de la historia (en un lejano mundo a millones de estrellas de distancia de La Tierra), podemos leer Los mundos de Aldebarán como una historia sobre los territorios africanos colonizados por las potencias europeas durante el s.XIX. La visión romántica de las novelas clásicas de exploradores está muy presente (es casi imposible no imaginarse a personajes como Allan Quatermain [protagonista de Las minas del Rey Salomón] en un entorno como el de Aldebarán), así como la sensación de asombro hacia lo desconocido. Sin embargo, Leo combina esta fascinación con una crítica de un fuerte carácter ecologista y que, sobre todo en Betelgeuse, ahonda en un mensaje anticolonial y de justicia.

 

Este estilo de aventura, que se va perfilando a medida que avanza la historia, permite a Leo trabajar desde la cotidianeidad de los personajes, presentándolos a partir de una narrativa costumbrista y hacerlos evolucionar siguiendo una trama que avanza por la senda del thriller, aglutinando elementos políticos y sociales o del misterio y el terror. Es importante señalar que estamos ante lo que podría ser la obra de una vida, y que según va desarrollándose la misma, esta va evolucionando al tiempo que su autor. Leo comenzó la aventura de Aldebarán en 1993 y el último capítulo de Betelgeuse (por acotarnos a los volúmenes tratados) data de 2004. Once largos años en los que Leo iría puliendo estilo y temáticas. De ahí que, por ejemplo, se perciba un cambio de ritmo entre ambos libros. Aldebarán por momentos es demasiado presa de las anécdotas de sus personajes, abre también muchos y variados frentes de acción, lo que condiciona el avance de la trama, a la que le cuesta andar con una fluidez constante. En Betelgeuse, por el contrario, el autor se muestra más conciso, concreta y concentra mejor sus intereses, favoreciendo una lectura mucho más dinámica.

 

Los mundos de AldebaránResulta muy interesante, como ya hemos comentado, el discurso de fondo de la obra. A partir del contexto de la ciencia ficción Leo profundiza en cuestiones globales que nos afectan como sociedad y que 25 años después de la publicación del primer tomo, siguen teniendo la misma o más importancia mediática: el ya citado ecologismo y el feminismo. Los personajes son la piedra angular de Los mundos de Aldebarán, a través de las vivencias personajes de Marc Sorensen y Kim Keller y su interacción con otros, es como vamos descubriendo los diferentes misterios de estos mundos alienígenas. Y dentro de los personajes, son las féminas las que suelen llevar la voz cantante. La propia Kim (la gran protagonista de Betelgeuse) o la combativa reportera Gwendolyne Lopes de Aldebarán son solo dos ejemplos que ilsutran bien esta cuestión.

 

Antes hablábamos de África, pero atendiendo a la forma en la que se construyen los escenarios en los que transita la historia (Anatolía, la capital de Aldebarán es un buen ejemplo), podemos pensar en la misma Latinoamérica de la que procede Leo (es de origen brasileño). Anatolía podría servir como ilustración del concepto de «República bananera», similar a algunos regímenes que han asediado al continente americano en el s.XX. Y leyendo Betelgeuse es imposible no echar la mirada al Amazonas y las tribus que lo habitan y que han visto cercenada su forma de vida. El componente político, pues, está muy presente en Los mundos de Aldebarán.

 

Todo ello no entierra el componente sci-fi. En su mayor parte, cierto, no es más que el reclamo para adentrarse en la lectura, y por momentos funciona como cualquier otro envoltorio de carácter fantástico o mitológico. Pero debajo de esa parafernalia hay un sustrato muy interesante acerca de la condición humana, de nuestra evolución como especie, el contacto con otros seres y nuestro lugar en el universo. Narrada y explicada de forma muy accesible (a veces demasiado «masticada»), la visión de la ciencia ficción de Leo en Los mundos de Aldebarán entronca con los grandes nombres de la vertiente intelectual del género, donde la exploración y las preguntas sobre nosotros mismos son la base de todo.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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