«Yûta empieza una película con el propósito de cumplir el último deseo de su madre enferma. Tras su muerte, el chico decide suicidarse, pero es entonces cuando conoce a una misteriosa y bella joven, Eri, con quien empezará a crear otra película. Sin embargo, Eri esconde un secreto…» Norma Editorial presenta de esta manera Goodbye Eri, obra del mangaka Tatsuki Fujimoto, padre del fenómeno Chainsaw Man, que trae -además- en dos formatos (tapa dura y tapa blanda). Aunque…
«Por lo general, me paso el día encerrada en casa, viendo películas»
… Si llegáis a Goodbye Eri movidos por el hype de las aventuras de Makima, Denji y compañía tened cuidado, puesto que aquí todo está revestido de una amarga cotidianeidad. Los elementos básicos del mangaka están muy presentes. Su sello es muy característico. Pero Goodbye Eri tiene mucho más en común con obras de corte intimista como Look Back que con las desenfrenadas aventuras del demonio de la motosierra.
Si conocéis esta otra faceta del autor, ya os podéis imaginar el tipo de historia que se esconde tras la portada de este tomo único. Si no, mi recomendación es que intentéis rebajar vuestras expectativas y afrontéis la lectura con la mente abierta, pues el choque puede ser similar al de conocer al Steven Spielberg de Ready Player One, Parque Jurásico o Minority Report y de repente visionar Lincoln. Símil este tan descabellado como acertado, pues refleja la versatilidad de Fujimoto, porque no todas las obras son para todos los públicos. Y si os adentráis en la propuesta de Goodbye Eri tened seguro que no os dejará indiferentes.
Sin querer profundizar en su argumento para no estropear ninguna posible sorpresa (parte de la intencionalidad de la propuesta radica en descubrir sus giros argumentales), hay dos aspectos que sí son importantes para resaltar, ambos en cierta forma entrelazados. El primero ya lo podéis presuponer atendiendo tanto a la sinopsis que hemos compartido en el arranque de este texto y en la imagen de la portada. La cámara, el punto de vista, juega un papel importantísimo, tanto por su función narrativa (lo vemos todo a través de la mirada de Yûta); como por la composición visual de la obra, con la que Fujimoto intenta aproximarse a un enfoque cinematográfico de encuadres y montaje.
El segundo, derivado de esta personalización del punto de vista, se refiere a cómo juega el autor con la percepción de la realidad y cómo subraya el poder catártico de la fantasía en nuestras vidas y como herramienta para narrar historias.
Deja un comentario: