Como ocurriera con la etapa más reciente de Capitana Marvel editada por Panini, el seguimiento de las andanzas de la Araña Escarlata de Chris Yost para los seguidores españoles no ha estado exento de obstáculos dadas las ramificaciones que tenían algunas de sus tramas. El orden cronológico de sus historias es el que sigue (sin contar la presentación de su renacida vida en la saga Spider-Island): Vida después de la muerte (su primer tomo recopilatorio), Matanza Mínima (el crossover que cruzó su destino al de Veneno), En las grandes ligas (el segundo tomo de su serie), Rivalidad fraternal (historia en dos partes en la que se ve las caras con Otto/Spiderman incluida en El Asombroso Spiderman #88) y la que ahora nos ocupa: La caza, correspondiente al tercer –y último– volumen que recoge sus aventuras en solitario.
Sentimiento agridulce, pues, el que nos encontramos con esta lectura. La serie se acaba, pero hemos podido disfrutarla por completo. Y lo hace como lo hacen los grandes, volviendo a los orígenes. Rebuscando en ellos surge el nombre de otro gran depredador: Kraven, unido a la figura de Kaine Parker más allá de la tumba. Todo esto lo explica estupendamente Julián Clemente en el artículo que acompaña al libro, por lo que no es cuestión de detenerse demasiado en ello.
Estas últimas entregas de la colección arácnida cambian un tanto el tono que ha llevado la serie hasta el momento, dejando su vocación coral a un lado para centrarse en el duelo entre los dos cazadores, como si de un western se tratara. No por ello nos olvidamos de los amigos de Kaine, siguen presentes, aunque más como una presencia que guía los pasos del protagonista que como personajes activos en la trama. Siguiendo la tradición el enemigo usa a estos para hacer aún más daño a su rival y forzar sus límites, y es aquí donde surge la bestia que lleva Kaine en su interior.
Esta etapa se ha caracterizado por ser un camino de descubrimiento y redención por parte de su protagonista, un ser torturado que ha estado buscando la forma de encontrarse y aceptarse a sí mismo para encontrar de esta forma su lugar en el mundo. Superhéroe a regañadientes, con el paso de los capítulos ha ido desentrañando su papel adaptándose a esta segunda oportunidad que se le ha dado. Aunque no por ello le deba esperar un final feliz.
De esta forma se hace evidente que su viaje todavía está por empezar y su inminente adhesión a los Nuevos Guerreros así lo demuestra (serie que escribe también Chris Yost y que veremos próximamente por aquí). Esto no es más que un punto y seguido.
Volviendo a la valoración del tomo, una vez concluida el arco que enfrenta a Kaine y a Kraven, quedan dos capítulos que –bajo el título de Las manos manchadas de sangre– sirven para que Araña Escarlata se encare a sus demonios, mostrándoselos también a sus amigos. Y es que, llegados al final, es hora de enseñar todas las cartas. Es un ejercicio interesante por parte del autor (autores, pues el tomo está coescrito entre Yost y Eric Burnham), para poder cerrar tramas paralelas y juntar a todos los personajes de cara al desenlace de una etapa, pero se notan ciertas prisas y, por ejemplo, el envite contra el último villano de la colección se resuelve de un plumazo. Un final algo apresurado que, dado el nivel de la colección y a sabiendas de que esto no es una vuelta al olvido de Kaine Parker, podemos pasar por alto.
Para acabar –por ahora–, ¿os habéis dado cuenta de que no hemos hecho ninguna alusión a la aparición de Ben Reilly en el libro? Lo mejor es descubrirlo por uno mismo para no aguar la posible sorpresa a nadie.
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