Los 4 Fantásticos #23 concluye la trama iniciada el número anterior en torno a una extraña invasión que estaba teniendo lugar por parte de una especie extraterrestre a nuestro planeta, usando nada menos que las partículas OMG como «autopista». Se resuelve la trama y se cambia de narrador, pues Reed toma el relevo de Johnny en una aventura con un poso de ciencia muy interesante.
«Nunca dudé de ella. De ninguno de ellos»
Ya lo comentábamos en el artículo referente al último número. Uno de los aspectos más interesantes de la etapa de Ryan North está siendo ver cómo integra nociones y conceptos científicos en las aventuras, ayudando así a que nos creamos con mayor facilidad los imposibles acontecimientos que tienen en sus páginas. Y en este número es especialmente importante porque se trata un tema tan complejo como el de la relatividad aplicada a los (teóricos) viajes en el tiempo. Cuestiones como esta, tan anclada en la ciencia ficción fantástica puede dar lugar a muchos problemas -en forma de incongruencias y contradicciones- cuando se quieren explicar en demasía sin ninguna base. La solución más satisfactoria suele ser la de obviar las explicaciones y centrarse en la aventura (un ejemplo consciente de ello es la película Looper, de Rian Johnson).
Los 4 Fantásticos no pueden sortear así como así estas explicaciones, menos tal como funciona la idiosincrasia actual de la serie y los personajes, con Reed siempre encantado de exponer una clase magistral con la excusa de cualquier nuevo invento o descubrimiento. Así, la solución de North es la de acudir a la base teórica de los viajes temporales en la física, a sus elementos más elementales, comprensibles por cualquiera, y construir a partir de ahí. De esta manera, por muy loco o exagerando que pueda resultar un acontecimiento o un invento, no suele pecar de incoherencias. La fantasía aquí juega de manera lógica y es sumamente accesible, pudiendo reducirse a ideas o conocimientos reales.
Con esto presente, acercase a estas aventuras con Google a mano es un ejercicio didáctico y muy divertido.
Cerrando con el argumento entre manos, la resolución del mismo es la constatación de una vuelta al statu quo y recuperación de ciertas constantes que se habían perdido en la etapa de Dan Slott y que North ya apuntó no hace demasiado tiempo. Si tuviéramos que aventurarnos a establecer alguna hipótesis, es probable que el guionista esté preparando el terreno para un eventual clímax de su etapa en el que necesite ir con todo y pasar del costumbrismo sci-fi a la épica heroica. Y por último, casualidades de la actualidad comiquera en España, el bonito guiño deceíta que se establece en el desenlace de la aventura coincide -con un par de semanas de diferencia- con el anuncio de que Panini Cómics empezará a editar DC Comics en nuestro país.
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