El cosplay de Mandato Divino para el Comiket es ya una realidad, tal como podéis imaginar gracias a la portada del último tomo de Sexy Cosplay Doll. La serie publicada por Panini Manga afronta nuevos desafíos en el tomo trece de la colección con cada vez más seguidores (tanto del manga como de su versión anime). Wakana y Marin experimentan nuevos y complicados sentimientos en una entrega que apunta a lo que imaginábamos tras leer el tomo anterior, pero con matices.
«A fin de cuentas, la calidad es impresionante»
En aquel momento imaginábamos que el siguiente conflicto tendría como foco Wakana y su autoestima, debido sobre todo al perfeccionismo casi obsesivo que estaba mostrando el personaje para crear el nuevo cosplay de Marin. Y en parte se confirman dichas especulaciones. Wakana se muestra incómodo y algo distante, pero no por el acabado de su trabajo… o sí, pero no cómo pudiéramos pensar.
En este tomo vemos a Marin descubrir algunas de las dinámicas de las cosplayers como ella en eventos abiertos al público para disfrutar de esta afición. Descubre lo que son las sesiones de fotos y las colas que se montan, así como la repercusión cuando alguien brilla con luz propia: mucha más gente interesada en fotografiarla y agentes interesados en captarla para sus empresas y convertirla en una cosplayer profesional. Marin se lleva todo el foco, mientras que Wakana se queda a un lado. Y es aquí donde radica el conflicto. ¿Pero cuál es el matiz? ¿Está incómodo porque no ha recibido su reconocimiento? ¿O es porque el mundo está descubriendo a Marin y tiene miedo de perder la relación tan especial que les une? Desde aquí apostamos por esta segunda opción.
Wakana, incapaz de expresar con palabras sus sentimientos, tiene en sus manos y su talento para crear los cosplays de Marin la forma perfecta de mostrar su amor por ella. De repente, al comprobar el magnetismo y carisma que irradia Marin, la manera tan natural en la que cautiva a todo el mundo, empieza a verla inalcanzable… pero entre que lo nuestro no son más que suposiciones y a nuestro desdichado protagonista le cuesta horrores superar sus miedos y hablar con claridad, a saber si los tiros van o no por aquí.
Pero al margen de las dudas y miedos de Wakana, el tomo, como decíamos, aborda nuevos aspectos del mundo del cosplay, más enfocados al aspecto social del mismo y menos en ver trucos o interioridades de cómo se confeccionan los diferentes trajes. Y ya con la presentación oficial del padre de Marin (que pronto hace buenas migas con Wakana), presuponemos que el siguiente volumen seguirá ahondando en estas cuestiones más centradas en el «negocio» del cosplay y abordará los motivos de la pesadumbre de Wakana.
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