¡Cómo nos había engañado Shinichi Fukuda! O mejor dicho, ¡qué mal pensados somos! El misterioso conflicto destapado entre Akira y Marin en los dos últimos tomos se resuelve de la mejor y más coherente manera posible. La serie sigue unos cauces y un tono muy marcados y una vez explicada la situación no podemos sino pensar que no podía haberse resuelto de otra forma. Esto, si bien puede repercutir en las expectativas futuras de los lectores respecto a la falta de conflictos «reales» de la obra, subraya de forma determinante los mensajes que pretende transmitir su autora con la misma. Lejos de perseguir la sorpresa, Sexy Cosplay Doll busca ser un refugio y un apoyo para sus seguidores.
«Se nota que eres su hermana mayor«
Y es en este sentido en el que se mueve la práctica totalidad del volumen que nos ocupa. Siguiendo con la trama del cosplay conjunto, la autora aborda conceptos marca de la casa como la confianza en uno mismo y el no dejarse arrastrar por lo que piensen los demás, a los que suma de manera muy evidente otros no tan tratados como la lealtad y la protección. Aquí destacan las actitudes de lady Juju y de Wakana, que se mantienen fieles -pese a los retos o la incomodidad- a su hermana y Marin respectivamente para que estas puedan disfrutar de sus hobbys con felicidad.
Por otro lado, la aparición de personajes «mayores» entre las amistades cosplayers de Marin y Wakana (entiéndase «mayores» como universitarias) permite a Fukuda ampliar, aunque sea un poco, el campo de acción de sus protagonistas, puesto que personajes más adultos significa que tienen más recursos y experiencias. Es decir, se abre la opción de plantear performances cosplay más elaboradas y da la oportunidad al núcleo joven (con nuestra enternecedora pareja a la cabeza) aprender y enriquecerse con otros puntos de vista y experiencias. Sexy Cosplay Doll es una serie que apunta hacia la empatía y la solidaridad entre sus personajes, siempre con enorme entusiasmo. Pero también, y esto es algo que ha enredado a sus protagonistas más de la cuenta en este último arco, subraya la necesidad de expresarse y ser comunicativos. Guardarse las cosas tiende a ser contraproducente.
Bueno, bueno, bueno. ¿Y qué hay de la revelación que iba a hacer Marin? Pues como podéis imaginar algo trastoca sus planes y no encuentra el momento. Fukuda ya nos advirtió que esto sería para largo y aún tiene ganas de jugar con sus personajes.
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