Nueva entrega, doce ya en la edición de Panini Manga, de la romántica aventura de Marin y Wakana, quienes dedican las páginas que nos ocupan en dar con ese toque perfecto que les ayude a cumplir sus objetivos. Pero, como podéis imaginar, todavía tienen mucho trabajo por delante.
«No tengo lo necesario para crear»
Sobre todo porque, aunque ellos no sean conscientes, sus respectivos planes van a chocar irremediablemente entre sí. Marin, ya convencida de sus sentimientos hacia Wakana, tiene entre ceja y ceja dar con el momento perfecto para declararle sus sentimientos. ¿Y qué mejor momento que Nochebuena? Mientras aquí andamos asándonos de calor en pleno agosto, en Sexy Cosplay Doll ya están acariciando la Navidad y el bendito frío que tanto echamos de menos. E igual que nosotros no podemos controlar el tiempo, la joven cosplayer tampoco puede controlar la reacción de Wakana.
Y es que su amigo y artesano, mientras que su secreta enamorada lo está dando todo para sorprenderle, está obsesionado con el cosplay de Mandato Divino para el Comiket. El distraído personaje (hay que ver lo que le cuesta pillar las indirectas al chico) está ensimismadísimo en acertar con los materiales y técnicas perfectas para estar a la altura de las expectativas (autoimpuestas) en la confección del nuevo traje de Marin.
La obsesión de Wakana apunta a ser el próximo foco de conflicto de la serie, que sigue dándole vueltas al concepto de la autoestima. Porque, no nos engañemos, la obsesión de Wakana con la perfección y su exceso de celo en el trabajo son solo otra forma de mostrar la falta de confianza que tiene en sí mismo. Hay una escena en este tomo, en la que la pareja se va de compras, en la que Shinichi Fukuda lo ilustra muy bien. Mientras que todos (tanto personajes como lectores) ven ideal el look que le propone Marin, él se ve incómodo. Fuera de lugar. Y aunque es cierto que con el tiempo ha conseguido abrirse y volverse más social, no es menos cierto que siempre lo hace en el marco del cosplay, un ambiente en el que ha conseguido saberse protegido. Fuera de ahí la cosa cambia y vuelven los fantasmas de la timidez y el no apreciarse.
Es en este contexto donde entra su obsesiva búsqueda de la perfección: si no logra unos resultados asombrosos es posible -según él- que vuelvan a dejar de tenerle en consideración. Y esa es una de las claves, creer que solo somos una faceta o una cosa. El camino de Wakana debe ir por darse cuenta de que no es solo un artesano de cosplays. Una cosa no nos define. Marin, pues, debe luchar no solo por superar la propia vergüenza de declararse ante el chico que le gusta, sino por ayudar a este a que vea su propio potencial.
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