El tomo anterior acabó por todo lo alto y este quinto volumen arranca cumpliendo las expectativas. Pero ¡ay!, la emoción e impresión pueden con Gojo y Marin debe resolver la situación de manera diplomática… aunque aprovechando para poner un poquito nervioso a su amigo. El quinto tomo de Sexy Cosplay Doll (publicado en España por Panini Cómics) mantiene intacta la frescura del arranque de la serie.
«Ki… ¡¡Kitagawa, no hables tan alto, por favor!!«
Superado el trámite de dar continuidad al cliffhanger con el que terminó el último capítulo, Shinichi Fukuda decide prescindir de adornos (esto es, personajes secundarios) y centrarse en su cada vez más adorable pareja protagonista. Así, ya sea planeando el siguiente cosplay (y aprendiendo trucos sobre el mismo), preparando los exámenes o simplemente disfrutando de planes estivales, Marin y Goyo siguen reforzando sus lazos.
La línea entre la amistad y el romance sigue ahí, pero a cada página se va volviendo más y más difusa. Fukuda no quiere correr y la sensación que nos transmite es que el amor florecerá en el momento menos pensado, pillándonos con la guardia baja. Casi tanto como a sus protagonistas, quienes con más frecuencia de la que querrían reconocer se sorprenden albergando sentimientos hacia el otro que superan la mera amistad.
Esta energía de «sí pero no» inunda las 200 páginas del manga. Hasta los momentos en los que Marin o Gojo (sobre todo este) se sonrojan de la vergüenza denotan que la relación está evolucionando hasta ese esperado punto de no retorno que todos ansiamos. Viven los nervios y la emoción como quien está a las puertas de su primer amor (que es donde están). Todo son señales que no quieren/saben ver, dudas y anhelos. Conocida la dinámica entre ambos, obviamente es Marin quien parece tener las cosas más claras; pero en el fondo es tan tímida (igual no tanto) como Gojo, por lo que sigue estando en el aire quién de los dos se imbuye de valor y verbaliza sus sentimientos.
Como siempre, azúcar y humor a partes iguales, con especial atención al capítulo del festival (donde Fukuda muestra la faceta más tierna de la pareja) y al divertidísimo capítulo del love hotel, en el que la ingenuidad de los personajes y la malicia del lugar hacen una mezcla explosiva.
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