Nos ponemos al día con Sexy Cosplay Doll con la lectura de los tomos 9 y 10 publicados por Panini Manga. Marin y Wakana hacen migas con el que presumiblemente acabará convirtiéndose en su grupo de cosplay, mientras que nuestra protagonista sufre un pequeño drama que la lleva a tomar una firme determinación. Estas son las dos líneas por las que se mueven los dos volúmenes que hoy nos ocupan.
«¿De verdad es esto un juego de terror?»
Shinichi Fukuda se mantiene fiel a su idea de no dar un paso más grande que otro y la relación de nuestra adorable no pareja se va afianzando a fuego muy lento. Aunque también es cierto que en los últimos tomos (estos dos incluidos) Fukuda ha prestado mucha más atención a Marin que a Wakana, cuyo desarrollo se está viendo muy acotado a su faceta de artesano. Es decir, mientras que la primera parece estar centrada en el lado emocional, el segundo lo está en el profesional, marcándose así una evidente distancia entre ambos.
Si el objetivo final es que acaben juntos, Wakana tendrá que correr para hacer un recorrido equivalente al de Marin. ¿Habrá entonces un cambio de roles y veremos más de ella como modelo y cosplayer? En este punto son todo suposiciones, pero será interesante descubrir como Fukuda resuelve este obstáculo que se ha autoimpuesto.
Donde sí que avanza a buen ritmo la historia es en la esfera social. En estos dos tomos vemos a Marin probando a ponerse del otro lado en un evento cosplay (esto es, haciendo de fotógrafa), mientras Wakana sigue aprendiendo trucos y técnicas con los que mejorar en la confección de nuevos cosplays. Pero lo realmente interesante es cómo algunas de las amistades que han ido haciendo desde que se convirtieran en pareja cosplayer siguen apareciendo y fortaleciendo lazos con ellos, de tal manera que ya intuimos un interesante grupo que servirá a nuestros protagonistas para tener un espacio seguro en el que crecer y expresarse.
Obviamente no todo es felicidad y este contexto es el elegido por Fukuda para generar algo de conflicto. Algo descafeinado, quizás, y que se resolverá a nada que las partes «enfrentadas» hablen entre ellas, pero sigue siendo un aliciente para darle picante a una historia azucarada y tierna como pocas.
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