El dibujante Daniel Warren Johnson (a quien hemos podido disfrutar en números de Agentes de SHIELD o de Sinestro) se nos descubre como guionista en Extremity, una historia sobre la venganza, el legado y el perdón en un futuro postapocalíptico, muy influenciado por la estética de obras como Mad Max u Horizon Zero Dawn. Incluso cómics como Low sirven como precedentes.

La saga de George Miller es una influencia más que evidente para Warren Johnson. Tanto en el argumento, con unos protagonistas recorriendo un mundo desolado para dar caza a quienes fueron a por su familia, como en el apartado visual, con una clara referencia a Immortan Joe (villano de Mad Max: Furia en la carretera) cuando Jerome, el patriarca de la familia, se viste para la batalla.

Extremity ni revoluciona el género, ni tiene la pretensión de hacerlo. Hay que verlo desde esa perspectiva. La historia que plantea no ofrece nada nuevo, e incluso llega a abusar de fórmulas y situaciones ya explotadas con anterioridad. Y sin embargo Johnson sabe ofrecer un entrenimiento muy sólido. Los conflictos de los personajes apelan a nuestras emociones, de forma que nos sea relativamente sencillo empatizar con ellos. Pero, al mismo tiempo, a medida que los protagonistas crecen y evolucionan, el guionista reflexiona acerca de la guerra y su sinsentido. Casi sin que nos demos cuenta establece un discurso duro y un tanto aleccionador, pero con la suficiente inteligencia como para no cerrar.

Extremity lleva a los personajes al límite. Les arranca sus sueños y los enfrenta no solo entre ellos, sino consigo mismos, obligándoles a replantearse sus objetivos y lealtades. Con la venganza que inician, de una u otra forma, todos ellos pierden y la línea de malos y buenos acaba siendo un tanto difusa, dependiendo todo de la perspectiva con la que se mire. Cuando tienen el abismo a un palmo es cuando deben decidir si lanzarse sin remedio a él, o buscar un camino diferente. Porque aunque somos persistentes a repetir los errores del pasado y continuar con el legado que nos han dejado sin más, siempre nos queda la voluntad de cambiar. El autor nos invita a continuar el relato ahí donde él lo deja con cierto poso amargo, para que sean nuestras convicciones e interpretaciones las que propongan una conclusión.

Por ello es necesario ir un poco más allá y no quedarse únicamente con la aventura planteada en la superficie y poerdonar también ciertas trampas narrativas con las que Johnson reconduce el relato cuando se deja llevar por la comodidad de acudir a los arquetipos del género y por el enorme escenario que construye para narrar su historia.

Ha elementos de corte fantástico o mágico que están ahí en base a su «molancia», en lugar de acudir a criterios de utilidad o coherencia con el mundo que se presenta. Aspecto importante sobre todo cuando se infiere que este entorno es una versión postapocalíptica de nuestra realidad. Un problema común de este tipo de relatos (no solo de Extremity) es considerar que en la recreación de un mundo futuro -por muy catastrófico o lejano que sea- todo vale, especialmente cuando, como digo, se incluyen aspectos propios de la fantasía.

El escenario presentado por Extremity es fascinante, y las pequeñas pistas que nos ofrece sobre su pasado no hacen sino despertar el interés en el mundo. Daniel Warren Johnson es muy capaz en este sentido. Sin embargo, ciertos detalles disonantes le restan algo de fuerza al conjunto, donde tendría que fluir con naturalidad, tiene una apariencia impostada.

Pero que la forma no nos aparte de lo importante, que a fin de cuentas es la historia y los personajes. Y ahí, como hemos comentado antes, el guionista construye una aventura notable.